Juan Carlos Cal y Mayor
Es curioso cómo se van sumando un cúmulo de circunstancias para que la ciudadanía reacciones de repente ante su impavidez característica. Ayer domingo miles de ciudadanos marcharon en ciudades de todo el país y principalmente en la gran urbe desbordando la avenida Reforma en defensa del INE. Mal hicieron sus detractores en subestimarla y en pretendiendo estigmatizar a quienes participaron. Es muy predecible y burda la manera en que pretenden minimizar.
No se puede tapar el sol con un dedo. Eso ya no funciona. Y mal harán si después de esto insisten en su intentona de seguir impulsando una iniciativa a todas luces impopular. Una manzana envenenada para cooptar a la institución que ha organizado las elecciones y ha permitido la pluralidad con alternancia política en nuestro país. Morena ganó 22 gubernaturas con este INE ¿qué más quieren? Eso es la democracia, aunque no les quepa en su cabeza. Aunque pretendan gobernar de manera autocrática aduciendo a la voluntad popular. Es cosa de números. De un padrón de 89 millones sólo un tercio eligió al actual gobierno y eso no les autoriza a imponer al resto su visión de país.
INCERTIDUMBRE
En las elecciones intermedias el partido gobernante perdió la mayoría para poder hacer cambios constitucionales como los que ahora pretende a base de una burda intimidación y chantaje como pasó con los diputados del PRI. No votaron la reforma energética, pero si la prolongación de la presencia del ejército en las calles. A eso se debe la incertidumbre que hizo marchar a los ciudadanos. Y todo por falta de claridad en el mensaje política. “No pasaremos ninguna reforma, dice Alito, que afecte la autonomía del INE”. Debiera decir “no habrá ninguna reforma” a secas. La desconfianza permea aún entre los ciudadanos. Lo menos que pudieran hacer sería firmar un desplegado y dar la cara todos los partidos para comprometerse. Salir todos juntos y decir “NO pasará”. Después de esto tengamos por seguro que cualquiera en la oposición se haría Harakiri, pero ya nos enseñaron a desconfiar. Así que si no sucede otra cosa hasta ahí llegarán. Retirarla sería decoroso si de antemano se saben sin mayoría suficiente. Si no, nos tendrán cruzando los dedos en los próximos días.
LEJOS DEL LIBERALISMO
Y hablando de otros temas y contra lo que la izquierda aduce, México está muy lejos de ser un país verdaderamente neoliberal en lo económico. Tal vez sí, históricamente conservador, si nos referimos a sus valores y tradiciones. Las ideas progresistas que han encontrado terreno fértil en las grandes urbes, no lo hacen tanto en la provincia y menos en el México pueblerino profundamente arraigado en sus viejos dogmas, creencias y valores. De ahí la confusión en la narrativa oficial que coloca todo a la derecha y en un mismo saco. El presidente es nacionalista, estatista, paternalista, autócrata y bastante conservador.
El índice de libertades económicas de la Fundación Heritage señala cuatro grandes categorías que permiten evaluar el ranking mundial. Estas son el Estado de Derecho que comprende entre otros los derechos de propiedad, integridad de gobierno y la eficiencia judicial. El Tamaño del Gobierno: carga fiscal, gasto de gobierno y la salud fiscal. La Eficiencia Regulatoria: la facilidad de hacer negocios, libertad de trabajo y la libertad de política monetaria. Finalmente, la Apertura de Mercados: el libre comercio, la libertad de inversión y la libertad financiera.
Lejos estamos de ser ese leviatán estigmatizado por la narrativa populista como el origen de todos nuestros males y atrasos presentes y pasados. Se trata en la definición clásica de que haya tanta sociedad como sea posible y tanto gobierno como sea necesario. Sus resultados se miden por datos y evidencias en la prosperidad de los pueblos en contraste con el romanticismo arcaico igualitarista que en la práctica deriva en un verdadero fracaso. No es casual que Corea del Norte, Venezuela y Cuba se encuentren hasta el final de ese índice en cuanto a libertades económicas y que la vez sean los países más pobres, con menos libertades y con la peor calidad de vida del mundo.