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Juan Carlos Cal y Mayor

Después del fracaso de la alianza Va por México que tronó por desencuentro legislativo del PRI con el bloque de contención, se ha presentado de nuevo una alternativa desde la sociedad civil para unificar a la oposición de cara al 2024.

Dejando de lado estados como Chiapas donde el camino ya lo tiene pavimentado Morena a falta de opciones, liderazgos y partidos que de verdad representen una verdadera oposición, en estados del centro, occidente y norte del país, la iniciativa podría fructificar. Un voto unido incluso fraccionado permitiría la permanencia en el poder de la llamada 4t, pero al menos podría recomponer los equilibrios de las fuerzas políticas en el país y sobre todo en el Congreso de la Unión.

Es curioso como en Venezuela hay un montón de partidos políticos a los que el régimen subsidia y deja tajadas de poder porque son útiles al régimen autoritario de Maduro y en cada reelección terminan por legitimarlo. La oposición dividida es lo que ha permitido la perpetuidad de esa dictadura que se disfraza de democracia porque mantiene vigentes a los partidos de oposición.

Se puede pensar que eso podría estar pasando en México. Ante la incredulidad de ganar considerando la popularidad del presidente y el avasallamiento de su partido en las gubernaturas y en las actuales encuestas las fuerzas políticas parecen optar por su propia supervivencia. Al menos esa parece ser la postura de Movimiento Ciudadano que se resiste a una alianza, pero tampoco parece tener la fuerza en solitario como para aspirar a ganar la presidencia. Puede crecer sin duda, pero de eso a poder ganar tendría que suceder algo extraordinario. Yo por un rato pensé que el joven Colosio podría representar una opción verdaderamente rentable, pero a no ser que Dante Delgado esté jugando al tapado para protegerlo de un descarrilamiento, parece que la apuesta no necesariamente es por él.

Ante el descrédito del PRI como el patito feo de la alianza, el PAN puede consolidarse como el principal partido de oposición si decide ir solo o con la mínima suma del PRD. Eso le acomoda muy bien a Marko Cortés porque el tema es que, en ambos casos, la idea es sobrevivir y mantener vivas las franquicias. A lo que sí parece determinado el presidente a costa de lo que sea es mantener vivo su llamado proyecto de nación.

Lo que sigue siendo incomprensible para muchos analistas es qué a pesar de los niveles de inseguridad, de la crisis económica y los escándalos políticos, la popularidad del presidente sigue intacta. Tiene un teflón impresionante y al mismo tiempo ejerce un presidencialismo fuerte al que nada limita cuando de alcanzar sus propósitos políticos se trata.

Algunos pronostican una eventual ruptura entre los presidenciables, aunque hacer hipótesis a partir de esa premisa es poco probable. Hasta ahora, por citar un ejemplo, las candidaturas de Morena a los gobiernos estatales no han generado escisiones que les impidan obtener más triunfos. Esa es la realidad y en la oposición se antoja difícil que alguien logre superarlos. Falta algo de tiempo, pero el hoy y el ahora, desde la perspectiva política es esa.

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