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Definido el control de Morena Chiapas para 2024 / En la Mira

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Héctor Estrada 

La asamblea de Morena en Chiapas para la elección del nuevo dirigente estatal no dio ninguna sorpresa este fin de semana. Y es que, lo que se había advertido, incluso desde antes del proceso electoral interno, terminó por consumarse con la elección de Carlos Molina Velasco como nuevo líder del partido en la entidad. 

El ascenso de Molina Velasco a la dirigencia estatal del partido era un secreto a voces desde hace varios meses atrás. La maquinaria institucional tenía su nombre en la encomienda desde la elección de concejeros distritales para convertir al joven morenista en el relevo del ya bastante incómodo Ciro Sales Ruíz. 

Por eso todo el andamiaje institucional utilizado en las elecciones pasadas, sin molestia de disimular formas y métodos, a fin de conseguir las concejerías necesarias. Por eso el bloqueo de personajes peligrosos, las guerras sucias y el dispendio electoral sin límites. Finalmente, la llegada de Carlos Molina a la dirigencia no podría correr ningún tipo de riesgo. 

La elección de Molina Velasco, allegado a Palacio de Gobierno, da bastante claridad al tablero rumbo al proceso electoral de 2024. Su llegada a la dirigencia estatal deja en claro de qué lado estará el partido, o al menos su comité ejecutivo, a la hora de negociar las ambiciadas candidaturas a partir del próximo año. 

Hay quienes incluso se atreven a asegurar que su ascenso advierte ya un candado adicional a las ambiciones de personajes ligados a Manuel Velasco Coello dentro del partido para los importantes relevos que vienen. Pero, también, la apertura de mayores posibilidades para personajes de la administración estatal actual que antes no tenían tanto juego en los contrapesos político-electorales. 

Lo cierto es que Carlos Molina, y quienes lo apadrinan tras bambalinas, tienen ahora en sus manos el control estatal del partido mejor posicionado en las preferencias con miras a los siguientes cambios de gobierno; pero también tienen un polvorín desgastado por el descrédito de cuestionables comportamientos que han demostrado, una y otra vez, que no son tan distintos a otros partidos políticos. 

El reto mayor para la nueva dirigencia de Morena en Chiapas será fortalecer sus estructuras, pero sobre todo reconciliar a un partido fracturado por el jaloneo de intereses y el desplazamiento sistemático de la militancia fundadora; eso, si es que en realidad se quiere enmendar el camino y cerrar filas. 

Carlos Molina no puede seguir los mismos pasos de Ciro Sales, quien durante su gestión se distanció de las bases y se dedicó a negociar con intereses turbios, haciendo de su paso por la dirigencia una época gris y de rupturas. El joven morenista tiene una nueva oportunidad que va más allá de poder negociar y repartir candidaturas. 

Molina Velasco tiene además la responsabilidad de llevar al partido en Chiapas hacia su primer gran reto electoral, ya sin López Obrador en las boletas electorales y el descontento de una buena parte del electorado para quienes, en varias entidades del país, las cosas no han marchado como quisieran y las votaciones masivas por la 4T tampoco están aseguradas… así las cosas.

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