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Zapatismo: asignatura pendiente / Galimatías

Zapatismo: asignatura pendiente / Galimatías
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Ernesto Gómez Pananá, para Intersticios Radio

El gobierno que hoy encabeza Andrés Manuel López Obrador se ha caracterizado por desterrar todo aquello que entiende como símbolos del pasado, para incorporar los propios, desde lo trivial y hasta lo profundamente trascendente. La historia la escriben los que ganan. Hoy, se escriben nuevos capítulos con tinta de tonalidades guinda.

En esta nueva narrativa ayer, el presidente se refirió a un actor cuya contribución ha sido -al menos en opinión de quien firma- fundamental. Me refiero al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, los invitó a “no pelear”.

El largo camino para construir la democracia en México inicia -tal vez- en Tlaltelolco en 1968 y veinte años después, toma más altura con la aparición del Frente Democrático Nacional que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas, pero sin duda la aportación del Ejército Zapatista en este andar fue y sigue siendo prioritaria:

La democracia mexicana no sería hoy lo que es, sin el levantamiento zapatista de 1994.

A su manera, consistentes en sus métodos y en sus preferencias y fobias, los zapatistas se han mantenido en su papel y han podido transformar sus realidades locales. Para ello tuvieron que salir a gritar que querían cambiar el mundo e involucrarse en el escenario electoral proponiendo incluso su propia candidatura a la presidencia cuando para muchos la alternativa obvia era respaldar las candidaturas de Morena. Su aportación no es numérica sino simbólica, es más cualitativa que cuantitativa, es más de observador crítico que de aliado que en la coyuntura se alinea. Es su papel, lo ha hecho bien y le sigue haciendo bien al país. Es una suerte de voz crítica inflexible en un escenario en el que quienes hoy gobiernan puedan asumirse infalibles: ante la debacle en que se encuentran los liderazgos panístas y perredístas, la voz del zapatismo es necesaria y es necesario también que desde el gobierno se le reconozca y se construyan puentes para el diálogo sin pedirles sumisión.

Oximoronas.

Se estrenó la semana pasada Chicuarotes, dirigida y producida por Gael García Bernal.

Fuerte, cruda, podría decirse que hasta dolorosa. Descarnadamente real.

Buenas actuaciones de Benny Emmanuel, Leidi Gutiérrez y Gabriel Carbajal,

Los conceptos de Chicuarotes, Moloteco y Cagalera tienen un peso específico tan fuerte como el que hace 20 años tuvo el de charolastras.

Lo más plausible: Un filme rodado y situado en la Ciudad de México pero no en la Colonia Roma o la Condesa. Altamente recomendable.

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