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Vivir la muerte… / De Primera Mano

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RODULFO REYES

 

Las escenas son aterradoras: enfermeros envueltos en trajes que parecen de astronautas sacan de sus hogares en camillas envueltas en burbujas transparentes de plástico a personas desfallecidas, y luego las suben a sus ambulancias y parten con la sirena encendida y a motor batiente.

El mensaje que llega por todos lados viene acompañado de la aclaración de que eso sucedió en tal o cual lugar. Las más de las veces se trata de imágenes de hechos acontecidos en otras partes del país, pero que se asegura que pasaron aquí.

Hasta el momento solo se ha confirmado un caso que sucedió en un poblado de Nacajuca, a donde acudió una ambulancia por una persona que estaba afectada por el COVID-19.

También abundan los textos que dan hasta los nombres de los supuestos afectados. Ayer, por ejemplo, circuló y su circuló una lista, que divulgaron hasta periodistas, con nombre y cargo de presuntos contagiados en el Tribunal de Conciliación y Arbitraje, lo cual ya fue desmentido.

El miedo natural que causa la posibilidad de morir frente a una enfermedad que está diezmando incluso a naciones del primer mundo se potencia con la difusión de mensajes creados para multiplicar el horror.

En posible que muchos ciudadanos reenvíen los escritos falsos porque prefieren compartir  “por si las dudas” antes que investigar y cortar de tajo la difusión de las mentiras.

Desde el 18 de marzo que se confirmó el primer caso de coronavirus en Tabasco, la gente que confecciona noticias falsas ya ha “matado” a funcionarios, los ha “hospitalizado” y, sobretodo, los ha expuesto al escarnio público al asegurar que son portadores de la enfermedad.

En esta emergencia en el Edén, como en ‘Macondo’ de ‘Cien años de soledad’, las cosas se saben desde antes que sucedan.

Hoy es posible afirmar sin necesidad de tener un estudio sobre la mesa que el 90 por ciento de lo que deambula en las herramientas de internet es falso, y del otro 10 por ciento hay que dudar.

Aunque son tiempos de guardar, hay mentes que pasan su encierro planeando como incendiar la pradera, poniendo su talento y dedicación a lograr que el miedo crezca cada día más y más.

En 21 días que lleva la contingencia, al corte del martes a las 14:00 horas, había 108 casos positivos y ocho decesos, lo que equivale a cinco contagios por día y a un fallecido casi cada tercer día.

Los números apuntan a consecuencias de proporciones bíblicas, pero aun así hay un sector que insiste en seguir anidando el pánico en los tabasqueños.

Todos los días y a todas horas se comparten imágenes de terror, con eventos reales pero ocurridos en otros lados y en otros tiempos, maquillados para que parezcan actuales.

¿Qué va a pasar si, como aseguran los pronósticos más conservadores, el resguardo en casa se mantiene hasta el fin de año?

Por lo pronto, la Policía Cibernética se ha visto lenta para descubrir los sitios desde donde se elaboran en forma artesanal las noticias falsas que le están quitando el sueño a miles de tabasqueños.

 

ESTRICTAMENTE PERSONAL…

 

POR VACACIONES DE Semana Santa, esta columna volverá a publicarse hasta el martes 14 de abril.

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