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Vencido el ánimo / La Feria

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Sr. López

 

De sobra sabe usted que los abuelos materno toluqueños de este menda, fueron don Armando y doña Virginia (a quien luego de siete embarazos les dio en decirle ‘Virgen’… cosas de la gente). También ya sabe que ese matrimonio duró 57 años, hasta que don Armando dio su espíritu (quiero decir que se murió, como Cervantes aclaró sobre el mismo trance del Quijote); de joven la abuela fue guapa, pero guapa de paralizar el desfile de la Independencia, de plancharse sola la ropa. La vez que este menda preguntó al abuelo cómo la conquistó, solo dijo que lo difícil fue que les dieran permiso de ponerse de novios, pues ‘in illo tempore’ (principios del siglo XX), para eso se pedía permiso, y que ‘lo demás’ fue fácil (no aclaró qué era ‘lo demás’, pero este López ya sabía de las abejitas y las flores). Otro día preguntó lo mismo a don Víctor su progenitor, respecto de la matriarca Yolita y respondió que nunca pidió permiso (era hombre de acción). Ya grandecito, el del teclado preguntó a la prima Silvia si su embarazo previo a las formalidades religiosas y civiles, fue ya de novia ‘con permiso’; y la prima, cuya foto del día de la boda (de blanco, claro), fue de cintura para arriba, para no dejar constancia gráfica de su muy prominente vientre, dijo que ‘no fuera tonto’, que no se pedía permiso ‘para esas cosas’. Ahora, en estos tiempos, las chamacas bien educadas avisan cuándo regresan de sus vacaciones con un ‘amigo’ y no hay soponcios. ¡O tempora, o mores!

 

Algunos de los que con caridad cristiana, llamamos políticos, están al borde de un infarto por la majadería del Presidente (nuestro Presidente) quien tuvo la osadía de “rendir un informe al pueblo de México, a todas, a todos los mexicanos” (dijo así porque ‘pueblo y puebla’, suena mal), a las 11:07 am del domingo 1 de septiembre (habló una hora y 37 minutos), y hasta pasaditas las cinco de la tarde del mismo día, mandó a doña Sánchez a entregarlo al Congreso (a la Cámara de Diputados).

 

¡Qué desafuero!; ¡qué horror!; ¡qué afrenta!… primero habló y luego entregó el Informe. El afamado petardista y vicecoordinador del Partido del Trabajo (PT), Gerardo Fernández Noroña (a) El Clavadista, como se le conoce en el ambiente arrabalero, tuiteó que  “(…) el Primer Mandatario le está faltando el respeto al Congreso y viola el artículo 69 Constitucional, al adelantar datos del informe, sin haberlo enviado a los legisladores, en los términos que marca la ley”.

 

La reforma del 10 de febrero de 2014 del artículo 69 de nuestra Constitución, manda: “En la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer Periodo de cada año de ejercicio del Congreso, el Presidente de la República presentará un informe por escrito, en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país (…)”

 

O sea, puede hablar antes, después o no hablar (¡ya parece!); manda su escrito al Congreso a la hora que le pegue la gana y se acabó, ya cumplió.

 

Sorprende que critiquen cosa tan insulsa algunos de nuestros respetables tribunos y tribunas (se exigen pruebas sobre esos ‘algunos’, que también hay de los otros, muy decentitos). También sorprende que a nuestros medios de comunicación no se les agote la capacidad de asombro, ni el interés en algo que de tan rutinario (e inútil), no da ni para nota en el Aviso Oportuno.

 

Las casi mil páginas del Informe (más sus anexos, supone uno), ya están en poder del Congreso, que procederá a digerirlo como todos los otros muchos informes que han pasado por ahí, con el mismo resultado de todo proceso digestivo, como prueba su  fiscalización, que revisar la cuenta pública sigue siendo (seguirá siendo), materia pendiente en este país.

 

Diarios de circulación nacional destacaron como nota titular (en ‘La Jornada’ y  ‘Ovaciones’), atribuida al Presidente, que los ‘conservadores están moralmente derrotados’. Órale.

 

A reserva de leer la versión oficial (parece que dijo ‘opositores’ o ‘reaccionarios’, no ‘conservadores’), sí sabemos que nuestro Presidente machaca de un hilo a los ‘conservadores’… cosa curiosa lo que él entiende por ‘conservadores’ y más curiosa que se identifique con los ‘liberales’.

 

Se refiere a ambas cosas en el sentido que él supone tenían en el siglo XIX. Parece que no le contaron bien la historia de México, al menos esa parte: los liberales eran los que proponían la doctrina política que defiende la libertad individual, social y económica, fomentando la competencia entre el empresariado, con la menor intervención posible del gobierno (Estado como ahora le decimos inapropiadamente); los liberales de ese México eran un tallo recién implantado de la masonería yorkina y copiaban todo a los yanquis: del sistema presidencialista, a la división de poderes, la república como federación de estados libres y soberanos y el mismo nombre del país (Estados Unidos Mexicanos). En tanto que los conservadores eran los que defendian a capa y espada, lo opuesto, pretendiendo el mayor control posible y los monopolios del gobierno (por ejemplo Pemex y la CFE como atinadamente apuntó Sergio Sarmiento en su ‘Jaque Mate’ del 21 de marzo de este año).

 

Los liberales aparte de laicos, eran ‘comecuras’, declarados enemigos de todo lo que tuviera que ver con la iglesia católica y opuestos a cualquier trato diferenciado y benefioso a los indígenas (por eso les quitaron las tierras comunales). Los conservadores eran al revés y planteaban darle al indígena trato diferenciado y preferencial.

 

Sin torcer las cosas, en rigor, nuestro Presidente es tal vez retoño del nacionalismo revolucionario de tiempos de Echeverría o republicano puro, pero de liberal no tiene nada: por eso le interesa la concentración de poder en el gobierno, el control de la economía, los monopolios del Estado  y  jamás se pronuncia en temas como el aborto, el matrimonio homosexual o el feminismo.

 

Y sí, tiene razón: los conservadores que él encabeza, sí están ‘moralmente derrotados’, pero  derrotados en la segunda acepción del diccionario: deprimidos, vencido el ánimo.

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