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UNACH, SPAUNACH, crisis universitaria

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Por Antonio Cruz Coutiño

 

Recién conocí por así decir, a Carlos Natarén Nandayapa, actual rector de la UNACH, al ver a través de las llamadas “redes sociales”, una videograbación en la que él, personalmente, expresa la postura institucional de la Universidad respecto del SPAUNACH. Ello en cuanto a los planteamientos iniciales de la negociación del nuevo Contrato Colectivo de Trabajo con el sindicato académico.

 

Soy profesor de esta Universidad a tiempo completo exclusivo desde 2003. Hago tutoría, dirijo y reviso tesis, preparo materiales didácticos, hago investigación, publico artículos y libros especializados. Doy clases en la Licenciatura en Comunicación, en la Maestría en Estudios Culturales y en el Doctorado en Estudios Regionales. Salvo el doctorado, todos mis estudios (licenciatura, maestría y diplomados) han sido sufragados en familia y… cosas de la vida, aún no obtengo la mejor categoría del tabulador.

 

De modo que me considero libre de ataduras y compromisos mezquinos. Libre para expresar mis ideas sobre el diferendo inicial de la Universidad con mi sindicato. Mío, pues formo parte del Spaunach desde 1995, cuando inicio labores como profesor de asignatura; diferendo respecto de la negociación aludida.

 

Así que el asunto es de nuestro interés pues, como nunca antes, con la administración rectoral del fugaz Vals Esponda (2010-2014), la Universidad es llevada a la quiebra financiera, situación desafortunadamente empeorada durante la tibia gestión del médico Ruiz Hernández (2014-2018). Aunque, como bien sabemos los universitarios, por negligencia, impericia y malos manejos, en la debacle estructural intervienen los anteriores rectores: Estrada Arévalo (2006-2010), Ordóñez Ruiz (2002-2006) y Lescieur Talavera (1998-2002), con la excepción, creemos, de Bodegas Valera (1995-1998), para referirnos exclusivamente a los últimos 24 años.

 

Hoy a la Universidad le faltan entre 1600 y 1900 millones de pesos para pagar a todos y no deberle a nadie. Está entre las diez universidades más endeudadas del país, y es la tercera con deudas impagables y pasivos enormes. La bancarrota en la que se encuentra sumida, su inviabilidad financiera ya, en el corto plazo, la evaluación financiera-administrativa-académica a la que es sometida hoy por la SEP y la ANUIES, nuestra corresponsabilidad como universitarios y, la sincera intención de transformar la vida pública nacional por parte del gobierno federal… Estas cinco razones deberían espolear, excitar a todos, dentro y fuera de la Universidad, para eliminar sus lastres y reorientar profunda, radical, definitivamente a la Universidad.

 

Y me estoy refiriendo a todos; a quienes formamos parte de la comunidad universitaria: alumnos, intendentes, administradores, académicos, oficiales, consejeros universitarios, sindicalizados, sindicatos, directores de facultades y demás dependencias, colegio de directores, Junta de Gobierno, Comité Permanente de Finanzas, y muy en especial al rector, a los secretarios y “altos” ejecutivos. Todos quienes debemos poner nuestra parte, para impulsar la transformación de la Universidad, tomando como divisa sus funciones substanciales, su Ley Orgánica, su Estatuto General y marco jurídico adjunto, su conversión en tanto que ente crítico de la sociedad, el Estado y sus instituciones, y su transformación ética y social.

 

De donde deriva que hoy, con total independencia de nuestras demandas laborales típicas (salarios, servicios, insumos, ambiente laboral adecuado, etcétera), propias del sindicalismo universitario, el SPAUNACH, nuestra organización sindical, debería poner en el centro del debate público y de la negociación del Contrato Colectivo de Trabajo, no cuestiones privativas ni patrimonialistas, sino al menos las siguientes doce asignaturas centrales, estructuradoras de la vida universitaria:

 

  1. Aviadores y aviadurías.
    2. Nepotismo en todos los niveles.
    3. Contratación de hijos, nietos, yernos, nueras, sobrinos y ahijados.
    4. Compadrazgo y tráfico de influencias.
    5. Guachicol en viáticos, gastos y rentas exageradas en inmuebles.
  2. Subcontratación de servicios, entre ellos: limpieza y seguridad.
    7. Herencia y venta simulada de plazas administrativas y de intendencia.
    8. Sueldos irregulares, sobresueldos y nominas confidenciales.
    9. Recategorizaciones fraudulentas. No basadas en capacidad, trabajo y méritos.
    10. Contratación de recomendados y gente indigna, exentos de exámenes de oposición y…

 

Por sobre todas las cosas, desde la perspectiva de los simples asalariados que somos, dos cuestiones que en verdad afectan nuestro patrimonio:

  1. Fraude en los enteros a nuestras aportaciones a Fovissste y Afores, y
    12. Atraso permanente en los enteros de nuestro Ahorro Solidario.

Y ya, para nada es nuestra intención recordar esas tonterías absolutamente incongruentes, no desde lo sindical sino desde la auténtica planificación universitaria: coches, camionetas, autobuses, estancias infantiles, ciudades universitarias, proliferación de “centros”, jubilaciones en suspenso ante posibilidad de riesgos, licenciaturas sin demanda y un largo etcétera. Cierro esta reflexión con la necesidad de revalorar desde la dirigencia sindical, la conveniencia u oportunidad de permitir la incorporación de nuevos miembros al sindicato, considerando entre ellos a los profesores contratados provisional, temporal o irregularmente.

 

Retroalimentación porfas. cruzcoutino@gmail.com

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