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¿Traición a la patria? / A Estribor

¿Traición a la patria? / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

Un grupo de desconocidos personajes presentó una denuncia contra el periodista Pedro Ferriz por los supuestos delitos de traición a la patria y sedición. Esto por la filtración -o quizás hackeo – de una conversación que Ferriz tuvo con cuatro empresarios  dada a conocer hace unas semanas. En ella no dice más de lo que no haya dicho en sus programas de radio. Lo acusan de querer derrocar al presidente. Más ridiculez no se puede. No hay nada que no se encuadre dentro del derecho que tenemos como mexicanos a manifestarnos y actuar políticamente dentro del marco de la ley aunque los seguidores fanatizados del presidente no lo vean así. No ayudan en nada al presidente. Por el contrario fomentan aun más el clima de animadversión. Que exista oposición es normal en una democracia y deben acostumbrarse. Ahora que enfrentamos la peor crisis sanitaria y económica, el país debería permanecer unido dentro de sus diferencias y con pleno respeto a la pluralidad.

Viene a la memoria un pasaje poco conocido de la lucha entre los conservadores y liberales en 1860. No es como la ficticia recreación ideológica que se quiere hacer ahora resucitando el pasado. Escribo consciente de que Juárez es visto como un héroe inmaculado. Me considero un liberal acorde con la separación Iglesia-Estado y la conformación del estado laico. Por eso los conservadores nombraron presidente a al joven General Miguel Miramón. Don Benito Juárez asumió al mismo tiempo la presidencia siendo presidente de la Corte y apelando a la constitución de 1857 en substitución de Ignacio Comonfort por la revuelta originada por las leyes de reforma. Se trasladó a Veracruz para controlar los impuestos de la aduana. Miramón adquirió dos fragatas que partieron de Cuba con armamento para sitiar por mar el puerto mientras su ejercito atacaba por el frente.

Y aquí viene la historia. De común acuerdo con los liberales, fragatas norteamericanas atacaron a los marines mexicanos en Antón Lizardo, muy cerca de Veracruz. Sin más, una intervención militar extranjera directa que consumó la derrota de Miramón quien tuvo que exiliarse fuera del país. Juárez materializó la desamortización de bienes en manos de la iglesia. Propiamente hablando se trató de una expropiación. Pero no se crea que repartió las tierras entre los más pobres como hubiera hecho Zapata. Las vendió a precio de ganga con comerciantes y terratenientes que a la postre se convirtieron en los grandes hacendados despojados años después durante la revolución. Decretó también la moratoria de pagos de la deuda externa provocando la invasión europea en México. Por ello Francia impuso a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México. De nueva cuenta Juárez recibió el apoyo del gobierno norteamericano refugiándose en la ciudad fronteriza que ahora lleva su nombre. A cambio del reconocimiento de su gobierno y apoyo económico para sostener la guerra firmó con ellos el Tratado Mc Clean-Ocampo que les cedía soberanía territorial a perpetuidad en el Itsmo de Tehuantepec.

Don Justo Sierra, escritor liberal, diría: “No es defendible… porque representó la constitución de una servidumbre interminable”. José Vasconcelos escribió: …Juárez, en Veracruz, no estaba solo. Su metrópoli estaba en Washington, y hasta allí fue a dar un obsequio que los juaristas ofrecían a la gran República del Norte a cambio de su apoyo cada vez más urgente. Consta este obsequio en el Tratado McLane-Ocampo que, dice el mismo Justo Sierra, apologista de la Reforma que, “otorgaba franquicias sobre el Istmo de Tehuantepec y parte de la frontera, que equivalían a un condominio”.

La traición a la patria de acuerdo a la constitución es que aquella que pone en riesgo la soberanía del país. Eso fue lo que hicieron los liberales. No pudieron los norteamericanos evitar la invasión francesa porque se enfrascaron en la guerra civil de secesión.  Para fortuna nuestra fue el propio congreso norteamericano quien finalmente desautorizó tal oprobio. Los franceses retiraron su ejercito y con ello Juárez  recuperó el poder que luego no quiso soltar hasta que una angina de pecho lo llevó a la muerte.

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