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Tomen asiento / La Feria

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Sr. López

 

Informo a usted que se teclea esto sin saber en qué acabó el proceso de “consulta popular” (así le dicen) sobre lo del nuevo aeropuerto. Pero, igual, sepa que el resultado de la “consulta popular” será exactamente, el predeterminado por el ya casi Presidente de la república. La “consulta” solo le sirve para legitimar lo que sea que haya decidido hacer y para escurrir el bulto si sale mal, pues si sale bien, el mérito será de él, solo de él.

 

Lo que sorprendió a su texto servidor, es el reducido número de tenochcas simplex que verdaderamente forman parte de las huestes de Los Testigos de AMLO.

 

La inmensa aprobación popular que goza el Presidente electo, hizo suponer a este ingenuo junta palabras, que el primer día se iba a agotar el millón de “boletas” (hay que decirles de alguna manera), y que los tres días restantes el problema iba a ser el suministro urgente de papeletas extra para las muchedumbres enfebrecidas, ansiosas de manifestar su apoyo total a los mandamientos de la Ley de AMLO. Pero no, el primer día de la “consulta” acudieron a las “urnas” (de alguna manera hay que decirles), menos de 185 mil ciudadanos (de alguna manera nos iban de decir), lo que equivale al 18.5% de los convocados, aunque si fuera a votar el millón completito, seguirá siendo el 1.1% del padrón electoral (89’332,031 personas con credencial del INE), y aun siendo unánime el voto a favor de una u otra propuesta, seguiría siendo una decisión tomada por el 1.1% del electorado (¡oooh, sí!, aunque usted no lo crea, con la pena, el 1.1%… la aritmética es más necia que las urgencias renales), en un asunto que afecta al país entero.

 

A la par sorprende el irrefutable hecho de que haya gente, por poca que sea, que sí se cree el cuentazo ese de que durante la próxima administración federal, serán habituales las consultas al pueblo y que el gobierno se plegará a la voluntad de nosotros los del peladaje, seguramente porque le han contado que cuando Jefe de Gobierno del entonces D.F. (hoy CdMx), hizo cinco “consultas populares”:

 

La de febrero de 2001, para decidir el Horario de Verano (participó el 4.9% del electorado de la capital del país, 318,304 personas); la de noviembre de 2001, para decidir el aumento del precio del boleto del Metro de 1.50 a 2 pesos (aprobado por 45,670 tenochcas del altiplano, que bastaron para subir el precio a millones de usuarios); la tercera, en septiembre de 2002, para la construcción del segundo piso del periférico, aprobado por el 6.2% de los electores (6.2%). La cuarta y más interesante, para que el pueblo bueno de allá le dijera si quería que siguiera de Jefe de Gobierno; se celebró en dos días, el 7 y 8 de diciembre de 2002; arrasó el “sí te queremos, condenadote”, con el 95.28% de votos a su favor (informó el gobierno del D.F., su gobierno, que participaron 691,619 personas; a favor: 658,995… o sea, el 10.1% de aprobación del total de los ciudadanos bastó, ni modo que no). La quinta también para saber si seguía en el cargo de Jefe de Gobierno, en diciembre de 2004, y salió que sí, por favor, por favorcito, por la inmensa mayoría de 556,727 participantes… (y haga usted el favor de no tener presente que el padrón del entonces D.F. era de 6 millones 524 mil 291 electores).

 

Dirá usted que es gente muy decente, tirando a ingenuo, ya en los linderos de otra cosa que se ve muy fea por escrito, que eso, consultar a pocos o muchos, es mejor que no consultar a nadie y puede tener razón, solo se le recuerda (todo se le olvida), que todas esas “consultas” fueron telefónicas, sin ningún modo de saber qué tan ciertas fueron las cifras reportadas, pero mueve a sospecha que su mejor mentira fuera tan menguada: del 4.9% al 10.1% del padrón. Y suponiendo ciertas las cifras, nomás piense que la cuarta consulta (la del 7 y 8 de diciembre de 2002), implica que durante dos días, de noche y madrugada también, estuvo llamando por teléfono el típico capitalino tan cívico él de siempre, lo que da 14,408 telefonazos aprobatorios por hora… y nadie marcó dos veces, ni tres, ni puso la computadora a marcar de un hilo: el pueblo no es así (ni nuestros políticos). La verdad es que a la fecha no se ha detectado un chilango confeso de haber participado en esas consultas, porque (no se ofenda; tome algo, no le vaya  a hacer mal): nunca se celebraron.

 

Pero, por otro lado, debe usted tener presente que el estilo de gobernar de AMLO, tiende a lo opuesto: le purga que le lleven la contra. Impone su autoridad y eso está muy bien (en serio), que para eso lo eligió la gente (de algún modo nos han de decir), porque nuestra democracia (hay que decirle de algún modo), no es directa, ni obliga a andar haciendo consultas: elegimos y el elegido asume el mando y la responsabilidad (y hay una ley de consultas muy precisa que permite dos consultas populares por sexenio, hechas por el INE, revisadas por la Suprema Corte, no es de enchílame otra).

 

Si duda usted que tiende a imponer sus decisiones, considere que prometió consultar sobre el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, legalizar la marihuana… y nunca las hizo. No hace lo que no quiere, ni lo consulta. Vuelve a estar bien, en serio, pues nada obliga al titular de un Poder Ejecutivo a actuar en contra sus convicciones: si no le gusta a la gente, ya que luego elijan a otro que les dé su gusto.

 

Si sigue dudando, recuerde que uno de sus primeros actos de gobierno en la capital del país fue el Decreto del Bando 2, que cambió los usos de suelo de la ciudad y propició un enorme desarrollo inmobiliario, a pesar de la advertencia de que no había abasto de agua suficiente… ¿no?… pues, igual ahí va el Decreto, sin consulta ni pasar por la Asamblea del D.F.

 

Y está bien, sin sorna ni ironía: está bien. Eso es gobernar: tomar el mando, ejercerlo, asumir responsabilidades. Y ya tendremos democracia participativa y hasta directa, tan rara en el planeta por impráctica e ilusoria, cuando seamos una ciudadanía responsable y bien informada. Tomen asiento.

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