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Se van volando / La Feria

Se van volando / La Feria
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Sr. López

 

Números son números, sí, pero las encuestas en esta nuestra risueña patria son tan confiables como palabra de vendedor callejero de coches usados. Ahora resulta que debemos creer que la popularidad del Presidente va en picada (a fines de noviembre, casi 9% abajo respecto del día de la elección, según datos de  un periódico de circulación nacional). Está por verse.

 

La única encuesta dura es la elección realizada el 1 de julio pasado: AMLO, 53.19% de los votos… luego, el más cercano a él, un chamaquito echador y bravero (de apellido Anaya… sí, no lo recuerda, nadie lo recuerda), sacó el 22.27%… y al candidato del PRI lo aplastó el demérito del partido que lo postuló y lo abandonó (quedó 36.79% debajo de Súper AMLO, recargado, vitaminado, pasteurizado e inmune a la ‘PRIctonita’).

 

Esta es la sólida verdad: AMLO arrolló… sí, pero esa no es la realidad. No hay que confundir, que la prima Guille sí era la más guapa de su escuela y eso no le quitaba lo feíta que siempre fue… pero era la única mujer de la escuela (vivió dos años en un pueblito dejado de la mano de Dios, en que iban a la escuela nomás los hombres; otros tiempos).

 

¿Cuál es la realidad en este interesante caso? La realidad es que votaron por AMLO más de 30 millones de entusiasmados tenochcas (30’113,483 perdone, olvidaba que es usted “el preciso”)… pero el padrón electoral es de 89’332,031 personas (para no poner “electoras y electores”); o sea: es enorme la cifra de los que no votaron por AMLO: 59’218,548 integrantes de la ciudadanía con credencial para votar.    

 

No votaron por él, unos, sin justificación alguna, por grave inflamación de gónadas (por… bueno, ya sabe cómo les decimos a los muy flojos); o por indiferencia cívica crónica (irresponsables triple X, sin derecho ni a quejarse de nada); otros, con toda la justificación del mundo, por ejemplo, porque estaban en el quirófano (anestesiados o zurciendo un cliente); por no haber encontrado la sede de la embajada de México en Burundi, para emitir su voto; o los que no acudieron a hacer fila en la casilla y ponerse la asoleada del mes, por estar bajo los severos efectos de una cruda de 12 grados en la escala Richter (estos únicos son el no-votantes sagrados… el crudo es sagrado, explica el gran don Ramón: al crudo ni la puerta se le toca, se rasca, quedito). Como sea: lo cierto es que poco más de 30 millones votaron por AMLO, y la realidad es que casi el doble, no lo escogieron para el cargo.

 

¿Disminuye eso en algo su legalidad como Presidente de todos?… no, nada. Mientras usted no confunda legalidad con legitimidad, todo está en orden, porque en política es muy recomendable tener presente que se puede ser muy legal y al mismo tiempo ilegítimo: la chamba la tiene legalito, pero si la ejerce a lo puro maje, ante la gente será ilegítimo, por sus actos.

 

Otra parte de la realidad es que AMLO ha generado expectativas y esperanzas, como casi ningún otro ocupante de La Silla. En serio. Cerca de la tercera parte del electorado es menor de 30 años de edad, de Salinas para acá… y como que de Salinas para acá no hemos tenido presidentes de extrañar ni de aplaudirles: Zedillo, anticlimático y gris; Fox, decepcionante como señor de 90 años en su noche de bodas… con una jovencita de 18; Calderón, el desastre; y Peña Nieto, la perpetua campaña de desprestigio (merecido o no).

 

¿Cómo ven a un señor como López Obrador, esos casi 30 millones de alegres connacionales?… como los judíos a Moisés, como los apóstoles a Jesús Resucitado… y más: por AMLO hay gente dispuesta a todo, literalmente.

 

Y eso importa, porque cuando se llega a la punta del cerro, ya no hay más arriba, todo lo que se camine es pura bajada. La máxima aspiración de un político que sabe ha llegado a la cumbre, es mantenerse en ella… y ejerciendo de Presidente de la república, de esta república, eso es muy difícil.

 

La gente espera que en serio se acabe la corrupción, al menos la masiva y todos sabemos que eso no se consigue pronto y cuando se consigue, se nota después de mucho; y en nada ayuda al Presidente que esté dice y dice que no va a tocar con el pétalo de una revisadita a ningún gargantón de antes; eso le puede costar la pérdida de algunos seguidores.

 

Otra cosa en la que el común de las personas está conteniendo el aliento, con el alma retacada de esperanza, es que se restablezca la seguridad pública… y también es asunto de mediano plazo en el mejor caso; y en nada ayuda al Presidente que su Secretario de Seguridad diga que en tres años se verán resultados, porque el tenochca simplex es desconfiado y eso le suena a vacilada  (con no decir nada, ¡caramba!).

 

También sería aconsejable dejar de decir que no van a endeudar al país. La ley de ingresos que le autorizaron a AMLO dice clarito en su artículo 2: “Se autoriza al Ejecutivo Federal (…) para contratar y ejercer créditos, empréstitos y otras formas del ejercicio del crédito público (…)” y le autorizan contratar deuda hasta por suma 485 mil 345 millones y pico de pesos  (“Endeudamiento interno del Gobierno Federal”), más 36 mil 30 millones de “diferimiento de pagos”, para un gran total de poco más de 539 mil 871 millones de pesos de deuda que se va a contratar… y los partidos de oposición y la prensa (fifí o no fifí), tarde que temprano le van a restregar que se cansó de decir que le alcanzaba para hacer todo lo que comprometió en su campaña, nomás sin corrupción y con austeridad, pero resulta que no, que en el Decreto de Egresos son 922 mil 678 millones de pesos para realizar sus promesas de campaña, y los recortes presupuestales resultaron en la escuálida cantidad de poco menos de 17 mil millones (16 mil 756 millones 759 mil 635 pesos).

 

Pero… bueno… hay que esperar a que dé buenos resultados en otras cosas, no todo es dinero, hemos dicho antes, pero que le apure, pues (inexplicablemente), sigue con la cantaleta de que a medio sexenio va a someterse a una votación para saber si el pueblo quiere revocarle el mandato. Y menos de tres años se van volando.

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