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Se llama crisis / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

 

Llámenlo como quieran. Desaceleración, estanflación, recesión, pero en mi pueblo le llaman crisis. A toda costa se quiere evitar reconocer que no vamos tan “requetebien” como dice el presidente. La prisa por cumplir las promesas de campaña que muchos consideraron incosteables provocaron una restricción del gasto público que puso en hambruna a muchas dependencias y en riesgo de desaparecer a otras tantas. 

 

El corolario de esas decisiones fue la renuncia de Carlos Urzúa que ya no encontraba cobija de donde jalar sin afectar el funcionamiento del gobierno. Han ido de bandazo en bandazo, demostrando un enorme desconocimiento  del funcionamiento del gobierno. La renuncia de varios funcionarios, entre ellos la Secretaria del Medioambiente y el Director del IMSS tuvieron que ver con los recortes que estrangularon su funcionamiento.

 

No hay dependencia donde no haya pasado la tijera franciscana. Se puede afirmar que los funcionarios cumplen con su trabajo en condiciones precarias. Miles han sido despedidos y toda esa carga de trabajo la desempeñan los sobrevivientes al recorte. El objetivo trazado es financiar los megaproyectos del presidente y repartir a discreción el presupuesto en programas sociales hechos con las patas y sin reglas de operación. Ahí la ventana a una incipiente corrupción y a la vez la reconstrucción de un clientelismo electoral como en los peores tiempos del PRI. Bueno para ellos, malo para el país. Los siervos de la nación, huestes militantes de Morena, reciben sueldo para empadronar a discreción a beneficiarios que presuntamente tienen la obligación de colaborar en empresas para eventualmente incorporarse a un trabajo formal. Los errores superan a la prisa y es la hora que dichos recursos no acaban de aterrizar.

 

De pronto hay dinero para pagar a las empresas que trabajaron en NAIM. Más de 12 mil mdd tirados a la basura por supuestos actos de corrupción que nunca conoceremos. En tanto se invierten recursos frescos para construir en la base aérea de Santa Lucia dos pistas sin posibilidades para albergar el crecimiento exponencial que venía incrementándose en los últimos años. Eso quedará atrás porque en contraste otros destinos aprovecharan las oportunidades que México tenía para crecer en este sector. Otra carretada de dinero para Dos Bocas, que contra todos los pronósticos construye Pemex.

 

Y mientras veían de donde juntar dinero, la economía se vino a pique. Se incrementó drásticamente el desempleo y no se invirtió hasta ahora nada en materia de infraestructura. Los datos del presidente no coinciden con la apreciación de las calificadoras. Los datos del presidente, el secreto mejor guardado de México, no coinciden con los de su propia Secretaria de Hacienda y el Banco de México.

 

Antes de que le estallara a Urzúa la recesión, optó por la graciosa huida. Herrera con cara de resignación toma la batuta. Ahora informa una inversión de 481 mil millones de pesos para reactivar la economía. Es un reconocimiento implícito de las cosas no van bien. Intentan culpar a factores internacionales, pero la economía de Canadá y Estados Unidos, nuestros principales socios comerciales, va viento en popa.

 

Ojalá que el presidente por fin haga caso y tome las decisiones correctas para endereza la economía. No todo es un tema de dinero. La confianza de los inversionistas a los que tanto desdeña, es necesaria para que gasten en México. En sus manos esta. Es hora de decidir como quiere trascender en la historia, ese tema que tanto la preocupa. Juárez  decretó la suspensión de pagos de la deuda. La medida gozó efímeramente de popularidad. De ahí devino el asecho de Inglaterra, España y Francia. Luego la invasión ordenada por Napoleón III y el Imperio de Maximiliano. Apenas la libramos gracias a la injerencia norteamericana y el retiro final de las tropas francesas.

 

Las decisiones tiene un precio. México enfrenta la disyuntiva de repetir los errores del pasado y emular a los países latinoamericanos sumidos en la pobreza. Se dejaron llevar por el canto de las sirenas populistas. México no debe seguir esa ruta. 

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