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Represión gubernamental / Código Nucú

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César Trujillo

El de Chiapas es un gobierno ciego y sordo cuando de atender las demandas sociales se trata. Primero, creó los conflictos que hoy le están reventando en las manos. Luego, dejó que crecieran y fueran esa vorágine que vemos hoy descontrolada, rebotando de un lado a otro. Por último, ante la nula capacidad de resolución y la ingobernabilidad que impera, se da paso a la violencia. Aplicación del Estado de Derecho le llamarán algunos para justificar que, ante la inoperancia, aparece la Ley del Garrote, esa que usan a modo como bandera de la paz social que hace mucho no existe y que implementan como instrumento negociador para liberar a quienes “sean detenidos” (acto premeditado) y así poder controlar, en una negociación atropellada que no soluciona nunca nada, a esa turba que está sedienta y cansada de tanta estulticia.

Cierto, los habitantes de Chenalhó llegaron con una actitud beligerante, intimidatoria, lanzando consignas y decididos, como siempre ha sido, a jugarse el todo por el todo. Son aguerridos: lo sabemos y han dado ya episodios de combates (que terminan siendo baños de sangre) en la zona centro. Sin embargo, esto no pasaría si el gobierno de Chiapas cumpliera sus promesas, si les otorgara los apoyos que les dijo les darían y si ministraran, en tiempo y forma, el recurso que le corresponde al municipio, y que los voceros de la misma alcaldesa Rosa Pérez señalan como no entregados.

La manifestación se dio porque no les pagan la gratificación a agentes municipales, y aún hay pendientes de salarios y aguinaldos caídos de extrabajadores del mismo Ayuntamiento. Como cereza del pastel, existe también un fuerte adeudo a proveedores, porque el gobierno de Manuel Velasco no ha liberado el recurso que por ley les toca. No es para menos la molestia, digo yo. Es justificada y provocada. Desde octubre del año pasado les han hecho promesas en tinta y papel (sí, las minutas), y la resolución termina siendo la misma de siempre: mentiras.

Sin embargo, esta vez se equivocaron de nueva cuenta y lo que pudo ser una salida diplomática, cuando impera la agudeza, se convirtió en una irrupción abrupta de los manifestantes al Palacio de Gobierno, en el riesgo puesto sobre quienes ahí laboran y que no son culpables del pésimo trabajo gubernamental. Los jaloneos, los insultos, los gritos que derivaron de la euforia: un todo liberado para dejar, como un sello de rebeldía más, la inconformidad que es la de miles de chiapanecos que están hartos de este sexenio, aparecieron y todo se les salió de control.

Creyeron desde el gobierno, quizá, que todo iba a terminar en una marcha más y que ignorándolos (fórmula élite deste gobierno), los inconformes tomarían sus unidades y partirían a casa. Pero no fue así. Al final, alguien ordenó desalojarlos, a garrotazos y con ganas, detener a algunos que serán liberados en unas horas, y nada más. No hay una resolución aunque el secretario general de Gobierno, Juan Carlos Gómez Aranda, salga a pronunciarse y emitir el mismo discurso trillado de años anteriores y que nos lo han puesto como un hombre tibio y sin capacidad en ese puesto.

Las buenas voluntades y los tratos inteligentes entre el gobierno y los pueblos originarios se fracturaron desde hace rato ya. Y terminaron siendo un jaloneo de conveniencias desde que en el 2015 el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) quiso pintar cada municipio, cada paraje, cada ejido, del color del tucán. ¡Grosso error! Desconociendo la historia de cómo se había fincado “la democracia” en esas zonas, hoy los problemas no han mostrado mejoría y la efervescencia no se ha detenido, por el contrario.

¿Cómo se dialoga, entonces, con un gobierno ciego, sordo y mudo como el de Chiapas?, ¿cómo se pide que cumplan con las minutas de trabajo y los compromisos fincados, si a cada rato saltan las marchas de inconformidad aludiendo a la falta de pago de salarios de profesores idóneos, la de empresarios, trabajadores del Icheja, proveedores, entre otros?, ¿cómo pueden creer los alcaldes en la palabra de un gobernador que acusa a todos de su mala suerte y no es capaz de ver que el narcicismo le puesto más trabas que los topes en el tramo Ocosingo-Palenque?

Manuel Velasco cree que comprando espacios y pagando por el silencio, o peor aún, imponiendo un discurso acrítico, a modo, va a callar todo y las cosas pintarán del color que ve dentro de la burbuja en la que vive inmerso. Se equivoca rotundamente. La corrupción en este sexenio les ha impedido cumplir con los compromisos que tienen y les ha carcomido los cimientos.

A Chiapas le urge probidad en el gobierno para poder empezar a trabajar en la reingeniería que ayude a sacarlo de este impasse en el que está metido. Manuel ya se va y quien llegue recibirá una papa muy caliente, a punto de ebullición. Tiempo al tiempo.

Manjar

Si el proyecto de ser el candidato rumbo a la gubernatura por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en Chiapas no se le da al diputado Eduardo Ramírez Aguilar, y no ve que otros colores cobijen su vuelo y aspiraciones, podría quedarse sentadito en la Junta de Coordinación Política del Congreso de Chiapas un rato más. Sabe perfectamente que los muertos en política no existen y los que hay, tarde o temprano, reviven o se guardan en formol para lo que pueda venir. #EstrategiaPura // La recomendación de hoy es el libro Donde nace la noche de Alejandro Aldana y el disco Ziggy Stardust de David Bowie. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

Contacto directo al 961-167-8136

Twitter: @C_T1

Mail: palabrasdeotro@gmail.com

César Trujillo

Poeta y periodista

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