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Razón sin derecho / Artículo Único

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Angel Mario Ksheratto

 

Desde hace unos meses, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ha vuelto al escenario político, reactivando su discurso antigobiernista y convocando a movilizaciones masivas contra la 4T, a la que acusan de seguir los mismos pasos de las administraciones pasadas y de mantener la estrategia de exterminio de los pueblos indígenas del país.

Los señalamientos, por desgracia, son ciertos; y no son nuevos, ni exclusivos del EZLN y sus dirigentes. En lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, los asesinatos de defensores de los Derechos Humanos, defensores del Medio Ambiente, periodistas, activistas sociales y líderes comunitarios, se han incrementado de manera alarmante, sin que exista un mínimo de voluntad oficial para castigar a los responsables, normalmente ligados a grupos de poder político y económico.

La razón está del lado de los zapatistas… pero su postura reaviva las sospechas y suspicacias en torno a ellos, luego del silencio guardado durante los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Durante ésos 18 años (más los últimos tres de Ernesto Zedillo), nada dijeron cuando se cometieron atrocidades contra miles de indígenas en comunidades de Oaxaca, Guerrero y Chiapas.

En ese lapso, cerraron ojos, oídos y boca, frente a la corrupción, el saqueo y los excesos de los gobernantes y desaparecieron mientras campesinos e indígenas, luchaban por el derecho a tener una vida digna.

Reaparecer ahora con la pretensión de monopolizar la voz de los marginados y reconstituirse en la élite única de los indígenas engañados por la demagogia de una falsa izquierda que gobierna, solo los coloca en el terreno de los oportunistas, aun cuando tengan razón de sobra en cuanto a sus cuestionamientos. El derecho a reclamar, lo perdieron con su silencio cómplice en el pasado inmediato.

Esto último arrastró a esa organización, al descrédito y la desconfianza. Incluso, al olvido, toda vez que se autolimitó a breves conmemoraciones sobre su aparición y discursos alejados de una lucha consistente en favor de los indígenas. No va a ser posible, por tanto, reconciliarse con la sociedad mexicana que desde el año 2000, ha sido engañada por políticos demagogos, mediocres y claramente corruptos; han ofrecido un cambio que nunca ha llegado y ahí, los ezetaelenistas, no han estado para protestar.

Cierto es que la necedad del presidente López para construir una obra de relumbrón que solo beneficiará a su rancho en Palenque, es un capricho personal inadmisible. Verdad es también que la 4T ha traicionado a los mexicanos, perdonando el saqueo a los exgobernantes de Chiapas. Nadie estaría en condiciones de desmentir al EZLN.

Pero eso no le da derecho a irrumpir con chantajes que solo a su disminuida dirigencia favorece. Para recuperar la credibilidad, deben, los zapatistas, actuar coherentemente y presentar un plan de acción que no sea su tradicional amenaza de desestabilizar al país y menos, amenazar con otro levantamiento armado.

México, pero principalmente Chiapas, no necesita más “mesías” autoritarios y ambiciosos; tenemos suficiente con el actual presidente, cuyo único gran logro ha sido polarizar a la sociedad. No más odio propagado por falsos redentores, ni más divisiones que solo benefician a políticos y “líderes” inescrupulosos. No debemos saltar de las brasas a las llamas.

Cuando hagan propuestas serias, realizables, inteligentes e incluyentes, quizá se les voltee a ver de nuevo. Mientras, bueno será dejarles lamer sus heridas a solas.

 

Transitorio

Al final de la ilegal intervención de una parte de la familia Salazar en el IESCH (más conocido como “la Salazar”), los Emilios informaron que la ley y la justicia les favorecieron, devolviéndoles la rectoría absoluta de ese centro de estudios. Fue, dicen, una larga pelea legal que dejó abierta la posibilidad de demandar a quienes intentaron quedarse con la institución particular, toda vez que tras las auditorías, se detectó que se robaron nada menos y nada más que 50 millones de pesos.

Con ello se reanudan los beneficios que fueron vetados por los invasores, como el transporte gratis y las becas, además de garantizar servicios de mayor importancia que tienen que ver con la titulación. Bien por la educación.

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