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¡Qué preocupación! / La Feria

¡Qué preocupación! / La Feria
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Sr. López


En aquellos días (ayer), dijo el Pejesús a sus discípulos que él (perdón, Él), no veía mal que el obispo de Chilapa se hubiera reunido con capos del narcotráfico en la montaña de Guerrero: “(…) que bien que él se atrevió a hacer eso, que se esté exhortando para que no haya violencia, que no le quiten la vida a nadie ni a candidatos ni a los ciudadanos. Vamos a buscar diálogo con todos los mexicanos. Vamos a privilegiar el diálogo, siempre, bajo cualquier circunstancia vamos a poner por delante el diálogo, la reconciliación. Que quede claro, diálogo, reconciliación, amor y paz”. Palabra de Peje. ¡Amén! Pueden sentarse:

 

El viernes 30 de marzo pasado, Salvador Rangel Mendoza, obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, se reunió con capos de la delincuencia organizada de la sierra de Guerrero. Muy su gusto.

 

Ayer, en entrevista con Pascal Beltrán del Río de Imagen Radio, don Chava declaró que “se debe dialogar con los capos de la droga y acercarse a ellos en una amnistía” y añadió muy orondo que su reunión con los narcotraficantes fue para “poner una semillita en la conciencia de estas personas, una semillita de buena voluntad en su corazón” (¡santo señor!), y que “(…) ellos me prometieron que dejarían desarrollar las elecciones libremente, por lo menos en una zona (¡alabado sea el Altísimo!). Don Pascal le mencionó que sobre eso, el Secretario de Gobernación había declarado que la ley no se puede negociar y el señor Obispo respondió que él respeta, pero que cada quién tiene su forma de “matar pulgas” (¡aleluya, aleluya!).

 

El respetado diario Excelsior pidió opinión a un especialista en temas religiosos (Bernardo Barranco), quien afirmó que el prelado no cometió ningún delito, según reza el artículo 24 Constitucional, que garantiza la libertad religiosa (lo cual, don Barranco, es confundir las asentaderas con las témporas, que son ciclos litúrgicos y nada tienen que ver con la parte baja de la espalda… de verdad, ya es epidemia).

 

Que ese pastor religioso haga lo que mejor le parezca en beneficio de su grey. Correcto. Pero de que es delito, es delito, a menos que haya una ley penal secreta y especial para la jerarquía religiosa, porque clarito dice el Código Penal Federal que comete el delito de encubrimiento (artículo 400, fracción 3), el que “Oculte o favorezca el ocultamiento del responsable de un delito (…)” y que se le aplicará prisión de tres meses a tres años y de quince a sesenta días de multa.

 

Peor se pone el asunto con lo que ordena la fracción 4, donde se estipula que comete también ese delito, quien: “Requerido por las autoridades, no dé auxilio para la investigación de los delitos o para la persecución de los delincuentes;”… o sea, si la Procu le manda preguntar cómo, dónde o quién lo llevó a echar cotorro con los capos, el jerarca, tendría obligación de soltar la sopa. Nada de eso pasará. No se preocupe.

 

Lo que ya está más de pensarse (calienta), es que un señor que desea la presidencia de México, opine que eso está muy bien, cuando está muy mal (como el famoso caso de Prigione tomando té en la Nunciatura, el 13 de diciembre de 1993, con uno de los Arellano Félix, capo del cartel de Tijuana… pero él si fue a avisarle a la autoridad, en Los Pinos, al mero Presidente y al Procurador Carpizo y… bueno, pues nada… sorpresas que da la vida).

 

Repite el del teclado: que el Obispo se la juegue como quiera para ayudar a la gente pero sería muy recomendable que mantuviera la boca cerrada, eso sí, porque la autoridad hace un papelón al no proceder penalmente (porque no se puede, porque México es México).

 

Si alguien nos hiciera la caridad (“Feria” evangélica), de explicarle al Pejecutivo Legítimo, que el Presidente del país lo único que jura al asumir el cargo es CUMPLIR Y HACER CUMPLIR la ley… nada de que a él “no ve mal” que un Obispo ande en reuniones clandestinas con perseguidos por la justicia y si lo ve bien (que se vale, porque son inimaginables las circunstancias en algunas regiones del país, que parecen dejadas de la mano de Dios), entonces se repite la receta: cierre la boca don Pejesús, cierre la boca. Los jefes de Estado no raramente hacen cosas ilegales, por razones no siempre malas y a veces, muy necesarias… pero ¡calladitos!

 

Pero eso es un imposible. Lo suyo, su mero mole, es decir cosas, muchas cosas, y ahora, predicar,  el “diálogo, la reconciliación, amor y paz”, como corresponde al dirigente moral y dueño de su partido político de él (perdón, otra vez: Él), que va adquiriendo poco a poco carácter de culto: “Iglesia Morena de los Santos del Séptimo Partido”… o “Testigos del Pejehová”, también podría ser (son ideas, que haga lo que quiera).

 

El Pejemplar, muy fresco, dice refiriéndose a esa reunión de un Obispo con narcos, que: “Vamos (nótese el plural mayestático) a buscar diálogo con todos los mexicanos. Vamos a privilegiar el diálogo, siempre, bajo cualquier circunstancia”. Los malandrines nacionales y extranjeros, ya la hicieron, si se trepa a La Silla: a platicar, siempre, bajo cualquier circunstancia (no se alarme: no lo dice en serio… esperemos).

 

Aprovechó el Pejengañador nacional para aclarar un par de cosas: ¡fuchi al estado Mayor Presidencial!, en llegando a Palacio, los va a desaparecer, integrándolos a la Secretaría de la Defensa… facilito, es cosa de derogar unas cuantas leyes y luego aguantarles la jeta a unos cuantos oficiales, nada que lo espante a Él (para que vea, ya aprendió su texto servidor: Él).

 

Y también repitió la pejentecatez de que va a vender la flota de aviones y helicópteros del gobierno federal: “(…) ya mandé a hacer el inventario, tienen 54 jets y 154 helicópteros para traslado de los funcionarios”. Y nos daremos el gustazo de hacer cola junto con el Presidente (“Pasajeros de las filas 19 a 33, con su pase de abordar en la mano… el Presidente de la república y su comitiva, abordarán al final”). Y nomás está calentando brazo. ¿No es maravilloso?

 

De veras, ojalá esté mintiendo, porque si lo dice en serio… ¡qué preocupación!

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