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Privada inicitiva privada / A Estribor

Privada inicitiva privada / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor
Si alguien va lamentar no haber levantado enérgicamente la voz en este proceso electoral, va ser la iniciativa privada. Los timoratos pronunciamientos que han esgrimido para defender al sector productivo del país, no han surtido efecto en un electorado que no los ve como generadores de empleos sino como parte de la mafia del poder, explotadora y proclive a la corrupción,  que se resiste al cambio que México necesita.
Bastó con usar de parapeto a Alfonso Romo, desaparecido ahora del espectro político, como un Titino que regresa a su baúl, después de hacer el papel de convencer a los empresarios de que Amlo no ese espantapájaros que alejará las inversiones del país y pondrá en riesgo a la macroeconomía. Y lo aflictivo de este reality show es que se tragaron completito el cuento.
Claro que desde su nominación y luego en la Convención Nacional Bancaria celebrada en marzo pasado en Acapulco, el favorito del sector y más aplaudido fue José Antonio Meade, de todos ellos conocido. Después, Ricardo Anaya que tampoco les representa ninguna amenaza y aunque con variantes en el discurso, tampoco les desapetece pudiera heredar las riendas del País.
A quien recibieron con sonrisas entre dientes fue a López Obrador, quien asistió para convencerlos de que no se va meter con ellos como si se tratara de una concesión graciosa y no una garantía que protege nuestro marco legal. El asunto es que nadie lo increpó. Lo Trataron con algodones. Temerosos quizás. Convenencieros, seguro. Fueron tan modositos y políticamente correctos, que desaprovecharon quizás la única oportunidad de cuestionar objetivamente como le va hacer para que le cuadren las cifras si a diestra y siniestra parte y reparte el presupuesto en políticas paternalistas. Si amenaza con echar abajo las reformas educativa y energética. Si va parar la construcción del aeropuerto de la Ciudad de México o va revisar todas las licitaciones del sector petrolero. SI va aumentar el salario mínimo de trancazo o pretende equiparlo como sugiere Trump para que los mexicanos dejen de migrar a los Estados Unidos. Si va congelar por tres años los precios de la gasolina. Si le va alcanzar el dinero para todo lo que propone sin aumentar impuestos o detonar la inflación. Si va construir 3 nuevas refinerías cuando el uso de los combustibles fósiles, substituido por los autos eléctricos, quedará en desuso en mucho menos tiempo de lo que imaginamos. Si va respetar la libertad de expresión o los disensos en su gobierno sin señalar a sus críticos como títeres de la mafia del poder. En fin, muchísimas preguntas que quedaran sin respuestas.
De nada sirve que después, ejecutivos de Bancomer, se mandaran mensajes por wattsapp aterrorizados por la gran posibilidad de que Amlo llegue al poder. Desaprovecharon su oportunidad y lo siguen haciendo. Si desde ahora ya le tienen miedo espérense lo que les falta ya sentado el señor en la silla del águila. Lástima por ellos y lástima por sus empleados. Los capitales volarán. “Ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”, López Portillo dixit.
¿Cuándo se van a unir todos los organismos empresariales del país para pedirle que no detenga la construcción del nuevo aeropuerto? Cuándo explicarle que no es Slim, sino la economía del país, la que no va resistir estos embates contra los principales proyectos de infraestructura.
La tarea no es sólo de Anaya, Meade, Margarita o el Bronco. Enfrentar al populismo defendiendo a los empresarios no deja buenos dividendos. Al fin que sus votos no pesan pero los del Pueblo indignado si.
Los únicos que han levantado la voz, casi en solitario en un país que mayoritariamente no lee y vota con las vísceras, son los intelectuales. Krauze, Drésser, Castañeda, Reyes Heroles, Aguilar Camín, Martin Moreno, Leo Zuckerman, Silva Herzog y muchos más, contra una ínfima minoría de la izquierda orgánica que es activista en Morena. Vargas Llosa que desde su “Llamada de la Tribu” advierte sobre los peligros del populismo y apela a la sensatez de los mexicanos.
Pero nada parece alterar los indicadores de las encuestas de los Amlo-votantes infestados de odio, enojo y resentimiento social. En su estado catatónico invulnerable a todo razonamiento lógico, creen devotamente en la Yihad Morenista. En la vida después de la vida. En la aureola luminosa de su redentor y su justicia divina. En su reino del perdón para los conversos y confesos. En el castigo a los infieles. Alabado sea. Palabra del señor…
LA APUESTA POR LOS DEBATES
Ante la imposibilidad de un intercambio de ideas entre los candidatos y sólo participar en los debates organizados por el INE, la apuesta de Anaya y la ilusión de Meade es que se puedan mover las preferencias que hasta ahora parecen intocables. Veremos que pasa después del primer ensayo, si algo se mueve o sólo esperaremos a que el destino nos alcance.

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