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Primero y antes que nada / La Feria

Primero y antes que nada / La Feria
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Sr. López

 

Tía Chela (Marcela), era del lado paterno-autleco, casada con tío Poncho (Alfonso), que le salió travieso y tenía amoríos por ahí. Todo le aguantaba tía Chela. Tenían cinco hijos varones, en escalerita, y no eran ricos pero no les faltaba nada. Tío Poncho se enamoró de una jovencita de Guadalajara y se fue con ella. Tía Chela no dijo ni pío. Así pasaron unas semanas hasta que no le mandó el gasto de la quincena. Tía Chela, sin decir nada, averiguó dónde era el nidito de amor y una noche se le apareció a tío Poncho con los cinco hijos y unas petacas. No hubo escenita, gritos ni sombrerazos: le dejó a los hijos. Al otro día estaban de regreso los hijos y tío Poncho. La tía aclaró paradas: -Tú a esta casa no entras; das el gasto, te cuido a los hijos; no das el gasto, te los cuida tu querida -y dio siempre el gasto y la querida tampoco lo recibió. La vida es dura.

 

Hay una generación de mexicanos, la actual, que no se explica cómo fue posible que ese partido hoy inexistente (PRI, me parece recordar se llamaba), haya podido hacerse con el control absoluto del país. Los primeros 40 ó poco más años, todo era de ese partido, la división de poderes era una broma para bobos, los gobernadores eran empleados del Presidente, los alcaldes, sus mandaderos, y los partidos de ‘oposición’, unos le decían patrón al Secretario de Gobernación de turno y otro (creo que se llamaba… PAN o algo así), se resignaba a perder siempre, con el dulce consuelo inútil de pintar su raya y conservar la honra (y sí, tenían).

 

Esa generación tal vez piense (qué va uno a saber), que todos los tenochcas de entonces eran unos calzonazos, cobardones, agachones, acomodaticios en el mejor caso, pero resulta que no, que esos mexicanos que tanto aguantaron el régimen de partido único, daban mucha lata y de entre ellos aparecieron líderes que le sacaban canas verdes al ‘sistema’ (así lo llamaban), como el maestro Othón Salazar, Valentín Campa, Demetrio Vallejo, por nombrar unos pocos; y resulta que en ese México de ‘dejados’, hubo guerrillas con toda la barba, como el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP); el Partido de los Pobres (PDLP; Lucio Cabañas, Genaro Vázquez Rojas); el  Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (Gloria Arenas Agis, la “Coronela Aurora”); y muchos más, tantos que se habla de que hubo una ‘guerra sucia’, que duró casi una década (de 1970 a 1980), verdadero enfrentamiento armado del ejército contra diversos grupos violentos muy levantiscos. No fue guerra sucia porque no hay guerras limpias, todas dan asco, pero el que busca encuentra y el que reta, responde; y muchos mexicanos murieron, de ambos lados. Buenos mexicanos, de ambos lados.

 

Supone uno que a esa generación, le debe sorprender enterarse que en el México de hoy, tan ensartado por el gran capital, resulta que sigue habiendo gente de esa que no le preocupa dejarse la vida en el intento de cambiar las cosas, ya de perdida, tirar al gobierno, como el Ejército Popular Revolucionario (EPR), que no hay que tomarse a broma, es más poderoso que el EZLN (que también es cosa seria, muy seria), el primero con penetración en 19 estados y el segundo en nueve (todos los datos honorablemente obtenidos del Centro de Documentación de Movimientos Armados, CEDEMA); y aparte están otros, ninguno en plan de cachondeo:

 

El Comando Revolucionario Indígena Campesino de Liberación Nacional (CRIC-LN);  las Milicias Magonistas; el Movimiento Armado Revolucionario Rubén Jaramillo; el Ejército Popular de Liberación José María Morelos (EPLMM); las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP); el Ejército de Defensa de los Campesinos (EDC) surgido en 1998; y El Ejército Revolucionario Insurgente Popular (ERIP).

 

Según el coordinador de CEDEMA, Jorge Lofredo: “Las organizaciones político militares se encuentran en una etapa de acumulación de fuerzas en silencio. Eso quiere decir que no se dan a conocer, evitan todo enfrentamiento si no es de autodefensa” (‘México, país con guerrillas’; BBC Mundo, 18 enero 2013).

 

Como sea, algunos mexicanos de ciudad, nacidos en los años 90, consumidores contumaces de hamburguesas, coleccionistas de ‘likes’, que sin celular les da un ataque de ansiedad, podrían pensar si les interesara el tema (… mmm), que siempre se impuso el ‘sistema’ y que la gente aguantó por falta de hormonas o neuronas… y fíjense que no: el ‘sistema’, daba resultados y una inmensa masa de ciudadanos aguantaba a cambio de eso: resultados y por eso se ganó el apoyo o tolerancia de lo que algunos llaman ‘burguesía’, pero era una amplia clase media, también obrera y campesina, que veía la vida con esperanza fundada de poder vivir mejor que sus padres y les espantaban las historias de sus abuelos… ¡ah!, por cierto: también se ganó la confianza de empresarios e inversionistas.

 

El México de 1929, cuando se fundó lo que acabó llamándose PRI, era un país desecho, de miseria real, profunda, general, de analfabetas, sin servicios educativos ni de salud (ni buenos ni malos), y una esperanza de vida de 34 años, frente a la actual de 75.

 

La cosa no cambió en el país gracias a las ‘profundas convicciones políticas’ del tenochca simplex, sino a que el ‘sistema’ dejó de dar resultados generales y la gente empezó a acumular malestar.

 

Ya sabemos todos la clase de bárbaros que AMLO nos quitó de encima, ya se celebró y aplaudió suficiente, ahora tiene que hacerlo cuando menos igual de mal (o bien), que esos infames que nos extirpó él, ¡alabado sea el Señor!

 

No le entregó esa inmensa mayoría el poder por el gusto de verlo en Palacio, sino para obtener resultados… ¿en qué?… en sus carteras, sin entender qué es el crecimiento del producto ni su diferencia con ‘desarrollo’: sus carteras.

 

La economía está deteriorándose, más que antes, por culpa de quien sea (prensa incluida), pero a la gente, eso le importa poco. Sí, qué feo pero con y sin democracia, con y sin seguridad, con y sin buenos servicios, la economía primero y antes que nada.

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