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Palos chuecos / La Feria

Palos chuecos / La Feria
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Sr. López

 

Tía Elisa era de las más guapas entre las del lado paterno-autleco (y no es poco decir, que las había de provocar motines); además de simpática, bailaba como Ginger Rogers y cocinaba como Vatel y nunca se casó. Este menda la conoció ya cincuentona. Alguna vez la abuela Elena explicó el caso: -Quería encontrar un hombre mezcla de Jesucristo y Tarzán… y esperando, esperando, se fue quedando hasta que se quedó -¡vaya!

 

No es esta Feria una oda al conformismo ni a la resignación cívica: de ninguna manera, que no se puede tapar el Sol con un dedo, ni con cataratas de propaganda instándonos a hablar de las cosas buenas, se disimulan los barros, granos y costras con pus que afean un poquitín el rostro de la administración pública. Aceptado.

 

Tampoco se trata de desacreditar a los medios de comunicación que destacan las pifias, metidas de pata, omisiones, complicidades y crímenes de algunos no tan pocos de los que integran la estructura gubernamental. No, que gracias al marcaje personal y de zona (acoso le llaman algunos), al que los someten, es que las cosas mejoran a querer o no, aunque algo más despacio de lo deseable. Y con todas las no escasas imprecisiones y hasta calumnias, que emite cualquiera que porte teléfono celular (o sea, millones de ciudadanos), ya pisan menos fuerte los antes intocables, de altos funcionarios a judiciales y “madrinas”.

 

Pero sí parece prudente recapacitar en qué tan cierto es que estamos al borde del estallido social, en la orillita del despeñadero, ya fatalmente condenados a escoger entre el sartén de aceite hirviendo o las brasas, como aparentan algunos de los más rumbosos integrantes de la comentocracia que conforman un ente extraño que suma facultades de investigación y juicio inapelables.

 

Fuera bueno que se aprendiera en cabeza ajena. Ahora mismo en Cataluña se ha creado artificialmente una crisis que no parece tener una solución tersa (por lo pronto y para abrir apetito, ayer fueron encarcelados sin derecho a fianza dos de los principales líderes del movimiento independentista, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, porque, como usted comprenderá, es delito andar tratando de sacar un pedazo de territorio de un país); todo ese embarradero, gracias al intenso activismo de unos que no son mayoría, ante la indiferencia de otros que permitieron ser tratados como minoría y que no reaccionaron sino hasta que sintieron la lumbre en los aparejos, manifestándose en las calles contra la independencia y cambiando masivamente el domicilio social de sus empresas a territorio español (ya se les fueron más de 500, algunas muy importantes). Y encima, también ayer, un tal Jean Claude Junker, que trabaja de presidente de la Comisión Europea, les repitió que no, que no sean necios, que si se separan de España vayan buscando a qué continente quieren pertenecer, porque la Unión Europea no los va a reconocer, ni aceptar, ni apoyar, ni nada, ¡fuchi! (el señor Junker lo dijo bonito, pero eso les dijo).

 

Sí, fuera bueno no tentar a Dios de paciencia: en Venezuela por andar indultando el bobo del presidente Rafael Caldera a Hugo Chávez en 1994 (por el intento de golpe de estado de febrero de 1992, que costó entre 15 y 50 muertos, no se sabe), ya ve en las que ahora están; eso junto con una oligarquía que no entendió que no era posible vivir por siempre, cómodamente asentados sobre los hombros de una inmensa mayoría de pobres, que masivamente votó por Chávez y lo hicieron presidente en 1998, año desde el cual ese país va dando tumbos, hasta llegar a la situación límite en que ahora están (12% de caída del PIB en lo que va de este año con el 652% de inflación… nomás imagínese).

 

Sí, pongamos las barbas en remojo: mire nada más los líos gratuitos en que andan los yanquis por darle la presidencia de su país a una sabandija como el Trump. Se ha polarizado la sociedad de los EUA, ha renacido el odio racial, la Casa Blanca parece un manicomio, apesta a guerra el Salón Oval y los republicanos ya salen diario a la calle con una bolsa de papel en la cabeza, muertos de la vergüenza.

 

Dirá usted que mal de muchos, consuelo de tontitos… sí, es cierto. Pero no se lo comento para que organice la ola gritando ¡viva Peña Nieto!, no, sino para que sepa y no olvide que hay peor y nuestro país, con todos los no pocos problemas serios que tiene, está muy lejos de la orilla de ningún precipicio… ahora que, si le seguimos a esto de debilitar las instituciones y al fomento del desaliento colectivo, en un descuido vamos a despertar con dificultades que no imaginamos, pero que si son posibles en Venezuela, primerísima potencia petrolera del mundo, con 300 billones de barriles de reservas probadas, un 300 y doce ceros (frente a los 10 billones de nosotros); si le pasa a la España con 1,400 años de experiencia y el abolengo de ser europea; si le pasa a la primera potencia mundial… mejor vámonos serenando:

 

Ni nuestra economía está patas arriba, ni somos un país de pena ajena. El asunto es que todos asumamos que lo que no nos gusta y ha de corregirse, en alguna proporción, es responsabilidad de todos. ¿Odiamos la corrupción?… pues que ya nadie dé nunca mordida. ¿Detestamos la delincuencia organizada?… pues que nadie ande de tapadera y que los funcionarios sepan que serán denunciados siempre que hagan “arreglos”, porque es imposible la inmensa industria de lo ilegal sin la complicidad de autoridades: imposible.

 

Y ante todo: dejar de creer en que la solución depende de una persona, soñar en que lo único que necesitamos es un Presidente que sea honesto como Ruiz Cortines, duro como Porfirio Díaz, patriota como Morelos, inteligente como Juárez, estadista como Calles, justo como Ávila Camacho… no, de eso no hay. Todos los tenochcas (o la mayoría), le cumplimos a la vida, sí, pero también hay que pagar completos los impuestos, trabajar bien y completas nuestras jornadas y jamás rendir culto al dinero, especialmente al mal habido.

 

No son ilusiones. La ilusión es creer que saldrán reglas de palos chuecos.

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