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Nunca pasa nada / La Feria

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Sr. López

 

Las dos personas a cuya lúdica gimnasia en pareja debe este menda haber nacido -la comandante Yolanda y don Víctor-, eran una pareja… peculiar. Él, grandote, fuerte como mulo, bravo como chile toreado, jalisquillo, macho como de película ranchera (de la época de oro del cine nacional… y cantaba rebonito), la adoraba con pasión de ensayo psiquiátrico. Ella, chiquita (1.50 de estatura), una pieza de orfebrería de bonita, toluqueña, intachable ama de casa, dulce como un sargento de la Legión Extranjera -con hemorroides-, brava como chile toreado, lo quería a su modo. De esa relación aparte de hijos, hubo pleitos que hubiera querido promover Don King y de ellos, once (contados), terminaron en mudanza, porque a la comandante Yolanda le daba por irse pero con todo y muebles, excepto camas, refrigerador e hijos (boba no era). Sobra decir que regresaba siempre. Sus pleitos eran muy educados porque jamás se injuriaron, pero el que los hubiera visto, pensaría: estos, se matan…  pero siempre volvían, cosa que acabó por aburrir a la prole y ser motivo de bromas en la familia.

 

Tal vez sea por eso que al del teclado no le mueven el copete las reversas, cambios de opinión, echadas para atrás, encarcelaciones, excarcelaciones y escándalos misceláneos que se estilan en este nuestro risueño país. Por supuesto no es una estrategia perversamente diseñada por nuestras autoridades, para anestesiar nuestra capacidad de indignación y reacción, pero el resultado es el mismo: el mexicano tiene ya oídos de artillero y a fuerza de constantes petardos de prensa, es más flemático que un lord británico.

 

Por si duda, se le recuerdan algunos grandes escándalos que supuestamente hicieron retemblar en sus centros la Tierra: en los primeros meses de 2013, se nos informó que la empresa Oceanografía, la del Amado Yáñez Osuna, había defraudado 500 millones de dólares a Banamex (o sea, al Citigroup de Nueva York), mediante documentación falsa de estimaciones en trámite de cobranza ante Pemex; el gobierno federal, siempre atento al estado que guarda el himen patrio, intervino la empresa, la puso en proceso de quiebra, la multó con 24 millones de pesos y suspendió sus tratos con Pemex el 10 de febrero del 2014…

 

¿Y?, pues nada, después, los altos funcionarios de la PGR, tan frescos, nos hicieron saber que el señor Yáñez estuvo “arraigado” en su casa en Acapulco (sufriendo); que Pemex nunca presentó querella, que el Tribunal no pudo determinar si había o no quebranto, ni de cuánto, y que sus activos y bienes (20 de junio de este año), fueron descongelados, por lo que Oceanografía regresó como contratista de servicios petroleros con Pemex y con quien quiera. Todos contentos.

 

Y si es muy incrédulo, consulte la edición del 21 de julio de 2015 del Diario Oficial de la Federación: “(…) en estricto cumplimiento a lo ordenado en la sentencia de fecha cuatro de noviembre de dos mil catorce (…) en el juicio de amparo 211/2014-III, promovido por la empresa Oceanografía, S.A. de C.V., se dejó insubsistente la resolución de fecha diez de febrero de dos mil catorce”… ¿hubo fraude?… ¿nadie en Pemex estuvo involucrado?… ¿y Banamex…?… ¿y…? ¡Y nada!, vamos pa’lante, ¡qué feo es el chisme!

 

¿Más?… bueno, porque usted lo pidió: ¿se acuerda del escandalazo del subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, Noé Ramírez Mandujano, encarcelado en noviembre de 2008?, ¿sí?, entonces también se acuerda que en abril de 2013 fue absuelto, se ordenó su inmediata libertad y que la PGR actuara “(…) contra los servidores públicos que recabaron pruebas falsas en su contra (sic)”. ¿Sí…?, pues nada pasó y los tres ex Procuradores de don Calderón: Eduardo Medina, Arturo Chávez y Marisela Morales, y los testigos falsos, todos tan campantes.

 

Tampoco olvide los casos del general Tomás Ángeles Dauahare (preso de mayo de 2012, acusado por testigos falsos de proteger narcos, liberado en abril de 2013 porque la fiscalía no pudo armar el caso en su contra); y del general José Francisco Gallardo, hecho preso en noviembre de 1993, acusado en falso de 27 delitos, encarcelado nueve años, aunque la Suprema Corte le otorgó 37 amparos (con los que la autoridad se limpió el extremo inferior de su sistema digestivo), y nada valió, hasta que en 2002, quedó libre, así nomás, porque ya aburría el asunto. Infamia.

 

Así es México: ora Raúl Salinas es el enemigo público número uno y lo enchiqueran 10 años, ora es inocente de todo y el juez ordena que se le regresen dinero y propiedades; no pasa nada (¡que no decaiga ese ánimo doña Elba Esther!). Ora el petróleo es la parte más delicada de la anatomía nacional, ora está a subasta pública. No se agita la hoja del árbol.

 

Así es acá la cosa, un día las autodefensas en Michoacán son valerosos defensores de la ciudadanía; al siguiente, delincuentes; luego están con la autoridad en la mesa de negociaciones, pasan a “Cuerpo de Rurales”, pero los encarcelan, unos salen libres y otros no. Sensacional.

 

Un día la Línea 12 del Metro en el D.F., es “la línea dorada”, apoteosis del gobierno capitalino y luego, vergüenza nacional, megafraude; y don Marcelotzin Ebrard pasa de ser “el mejor alcalde del mundo” a virtual prófugo, lo que no demerita su calidad de desvergonzado.

 

No vale la pena insistir con más ejemplos: así es esto desde que superamos el sistema del viejo PRI con su férrea disciplina y su manía de mantener todo en secreto… salimos ganando, ¿no?, ¡transitamos a la democracia! (en nuestro caso, decir eso es de peor gusto que contar un chiste de proctólogos): ya seremos estado de derecho, mientras, estado de cinismo colectivo.

 

Por eso lo mejor que puede hacer Emilio Lozoya es no tomarse las cosas tan a  pecho: al rato sale limpio de todo, más limpio que un pañalito del Niño Jesús, como siempre, como todos. Además, si no le gusta la lumbre no se hubiera metido a la cocina.

 

Y los procesos electorales no se salvan: unos impecables, otros regularcitos, algunos de pena ajena… y nunca pasa nada.

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