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Nuevos partidos / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

 

Es revelador ver como se incita desde las redes la descalificación por la creación de nuevos partidos. Ciertamente son muchos los solicitantes y es muy probable que la mayoría no cumpla los requisitos. La gente ya no quiere rémoras viviendo del presupuesto, pero eso no quiere decir que se cancelen las vías de participación en la toma de decisiones, además de ser un derecho que garantiza nuestra constitución.   

 

En el caso del partido que organiza Felipe Calderón la causa me parece válida. Quisieran restarle importancia pero lo visto les preocupa más de lo que pudiera pensarse. Es una fundada preocupación para quienes quieren anular la disidencia e instalar un partido de estado propietario de la razón y la verdad histórica. Fueron los mismos promotores de la devaluación del PRIAN y el movimiento que desfondó a la izquierda mexicana representada en el PRD.

 

Se antoja releer a George Orwell y su novela futurista 1984. Ahí se describe a la perfección la manipulación política de las masas  Por ahora han logrado su propósito. La historia se vuelve cíclica. Regresa por sus fueros un nacionalismo rancio que ignora vivimos en un mundo globalizado del que nadie puede sustraerse. No solo es el comercio internacional sino la aldea global que no reconoce fronteras y encuentra causas comunes.

 

La tecnología y con ello el uso de las redes sociales intercomunican a los seres humanos sin distingo de raza, credo o religión. El uso de algoritmos, se convierte en una herramienta para incubar hábitos de consumo e inducción política contra las estructuras tradicionales.

 

Se ha universalizado la protección de los derechos humanos lo que se hace de manifiesto en movimientos y expresiones plurales. Por eso carece de sentido que se pretendan proscribir esos derechos como hoy sucede en nuestro país. En uso de sus libertades, expresiones no necesariamente mayoritarias, defienden derechos como sucede con las causas feministas, la comunidad LGTB, los defensores del medio ambiente o la lucha de los pueblos originarios.       

 

Por eso hoy se hace necesaria en México la creación de nuevas instituciones acordes con diversas expresiones que reflejan una realidad más compleja y no monolítica. Un país plural que tiene que encontrar mecanismos de expresión en la representación política. La turbamulta se envalentona por el hecho de ser mayoría. No quiere respetar a quienes no comparten su visión maniquea. En ella no hay medias distintas, se es o no se es, lo cual es inherente al estado autoritario. Ese tigre que anda suelto es un depredador contra todo lo que se oponga al sonsonete de un cambio profundo que dista mucho de serlo cuando utiliza la misma materia prima o improvisa soluciones que se traducen en nuevos y mayores problemas.

 

Quienes proponen crear nuevos partidos están un su derecho porque las leyes lo permiten. Nadie puede ni por viral aclamación proscribirlos. Yo que he militado durante 20 años en un mismo partido político convencido por sus ideales y principios, observo con tristeza su decadencia. También la prostitución de otras instituciones que en aras de su permanencia reciclan a políticos sin más congruencia que su afinidad al poder.

 

Hacen falta nuevos aires y nuevos bríos. La sociedad ya no quiere ser apática porque ha pagado el precio de serlo. Las nuevas generaciones tienen que encontrar cabida y encauzar sus ideales para aportar con su capacidad creativa a la construcción de un mejor país. Lo que vimos en los últimos procesos electorales fueron arranques emocionales jugando al error y acierto. La curva de aprendizaje es cara. Hay países en los que ha sacrificado a una o varias generaciones como sucede en Cuba o Venezuela. El canto de las sirenas adormila. El ofertismo se convierte en publicidad engañosa. Pero el que paga el pato somos todos.

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