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No se les quita

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Sr. López

 

A ver, a ver, ¡a ver!… vamos aclarando paradas: ya salieron algunos políticos (no todos pero sí varios de los afamados), a vernos otra vez la cara de sus babosos, echando a la basura -de pasada-, la adecuada reacción que en general tuvieron nuestros gobernantes ante los terremotos recientes.

 

En primer lugar: los desastres no los causan los terremotos, esos ocurren y seguirán ocurriendo; los desastres los causa -aparte de la pobreza y la ignorancia-, la irresponsabilidad de las autoridades, las de ahora, las de antes, que tuvieron y tienen todos los recursos, legales, técnicos y económicos, para evitar que cada terremoto se vuelva tragedia.

 

Es igual con los huracanes. Hay y habrá huracanes, siempre. Cómo es posible que sigan construyéndose barrios enteros en zonas de riesgo, cómo es posible que cada urbanización no esté diseñada para drenar las aguas… cueste lo que cueste.

 

¿Qué no se puede?… no, sí se puede, pero no es negocio ni rinde frutos políticos evitar tragedias futuras, cuyo mérito queda en el olvido (como ahora pasa desapercibido que no haya epidemias de sarampión, paludismo o poliomielitis… y ni quien se acuerde de quiénes hicieron lo que se tenía que hacer y obligar al que tuvieron que obligar… y la raza tan campante, sin conciencia de que es gracias a algunos que sí cumplieron -y cumplen- con su deber).

 

En segundo lugar: en el caso de la Ciudad de México no hay duda de que su  gobierno -este y los anteriores-, es el principal responsable de las catástrofes que sufre por los terremotos. Es el caso más estudiado. Se sabe todo del tema. Si alguna edificación colapsa es porque no cumple con las especificaciones del Reglamento, por omisiones o negligencia de los funcionarios responsables de la revisión y aprobación de los diseños estructurales, la falta de supervisión de su correcta ejecución y la inexistencia de un sistema de inspección de su adecuado mantenimiento… cuando no por corrupción y colusión con criminales disfrazados de constructores.

 

Ayer publicó el diario Reforma una entrevista a Robert Glasser, representante Especial del Secretario General de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres, quien dijo entre otras cosas: “Los desastres no son naturales (…) Si un edificio fue construido para resistir terremotos, de acuerdo con las estándares apropiados, entonces cuando pega (el movimiento telúrico) no se convierte en un desastre”. No es una verdad universal, claro, pues ante un sismo de magnitud nunca vista o que dure tres horas, sin duda habrá un tragedión, pero será, claramente, por algo inusitado, imprevisible, que no es el caso del sismo de 7.1 grados del 19 de septiembre pasado.

 

Por eso es tan indignante el tonto acto de Miguel Ángel Mancera, el jefecito de Gobierno de la CdMx, quien ayer convocó a la prensa nacional para que lo vieran estampar una firmota -grande, grandota-, sobre un cartón que decía:

 

“Decreto por el que se instruye la elaboración del programa y se crea el órgano de apoyo administrativo a las actividades del Jefe de Gobierno denominado Comisión para la reconstrucción, recuperación y transformación de la Ciudad de México en una CdMx cada vez más resiliente” (todo en sic, redacción del hombre de Tepepan).

 

¿Qué tal?… seguro los habitantes de la CdMx sienten la inmensa tranquilidad de que ya llegó el Llanero Solitario a salvarlos, a hacerlos más resilientes, porque eso dice el decreto, que es para transformar a la Ciudad de México en una CdMx (o sea, de Ciudad de México en una Ciudad de México: ¡padre!), cada vez más resiliente.

 

¿Sabrá el Mancerita lo que es resiliencia?… quién sabe, pero se oye bonito una ciudad cada vez más resiliente, o sea como que más “chida”, para decirlo en chilango.

 

Resiliencia significa tener mayor capacidad para enfrentar adversidades, cuando uno hubiera creído que se trata de que no haya adversidades. El término se usa en psicología (que es lo que necesita la CdMx, psicología, mucha psicología), aceptando que hay personas resilientes que se sobreponen a la adversidad negativamente, con “reacciones violentas de supervivencia, comportamientos de alto riesgo y abandono social y emocional” (dice la doctora en Psicología Emily Hunter, profesora en la Universidad de Baylor). Muy bien, don Mancerita, muy bien.

 

Y al mismo tiempo, mientras preparaban el acto de la firmota, para recuperar y transformar la imagen política del resiliente Mancera (y no para otra cosa), seguía “caído” el Sistema de Información Geográfica, de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), que muestra ubicación, uso de suelo y normatividad de cada predio, donde se puede revisar si los edificios cumplen con la normatividad de la zona… ¡ah! y tampoco hay acceso al sitio en que está la lista de Directores Responsables de Obra. ¡Lástima!

 

Un por cierto: con qué cara dura informó el titular de la SEP, el Nuño artillero, aspirante a Presidente de la república, que hay “un saldo preliminar de 2,224 escuelas con daños en su estructura”, para agregar después que “contando los saldos de los sismos del 7 y del 19 de septiembre, casi 5,000 escuelas han sufrido daños en las últimas semanas”… ¡ah, qué bueno que contó los saldos! ¿No acababan de hacer un censo nacional de escuelas?… ¿no estaban realizando el programa “Escuelas al Cien”, con 50 mil millones de inversión? Sin perdón: don Nuño, es usted un cínico.

 

En tercer lugar: los partidos políticos, si aprueba la Cámara de Diputados la cancelación total de su financiamiento, no están dando nada, están dejando de recibir dinero ajeno, nuestro dinero. Ni un peso han sacado de sus bolsas (bueno, sí, los diputados federales donaron un día de dietas y los senadores están evaluando dar una quincena… lo están viendo, no hay prisa). Por lo pronto, en el PRI están que no caben de gozo: paran en seco al Pejehová: sin dinero su Morena se desmorona.

 

Y ya después tendremos los correspondientes escándalos de cómo se financian los partidos y las campañas, no lo dude, la maña no se les quita.

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