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Monstruosos / La Feria

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Sr. López

 

A fuerza de observar durante décadas el nebuloso ambiente político nacional y como resultado de lecturas y relecturas de los análisis de los que se supone saben, llega uno al punto en que se resigna a no entender nunca qué mueve qué, quién anda en qué, qué explica el equilibrio perpetuo de este castillo de naipes que llamamos gobierno en México, cuando de repente, ya a punto de darse por vencido, le saca uno un gajo a la dura realidad (¡bingo!). No es gran cosa, pero algo es algo: nuestros gobiernos son aparentes.

 

Sí, aparentan que gobiernan, que les interesan las cosas que apuran al tenochca estándar y que respetan-temen a la ley. Pura apariencia. Allá en las alturas del Olimpo del Poder todos son lo mismo y una sola cosa; nada los preocupa ni conmueve.

 

No todos los políticos pero sí muchos de los que llegan al palo de hasta arriba del gallinero saben cómo es esto y se limpian con todo, siempre orondos, perpetuamente impunes.

 

Son la cara visible de un sistema que se estabiliza por la combinación de intereses y por eso se les retribuye generosamente, se les protege más que tolerarlos y se les garantiza la más plena exención de la aplicación de las leyes que espantan el sueño a la gente común, con una única excepción: romper las reglas, pecado imperdonable para los que han gozado de las canonjías del poder de arribotota; a esos les rompen la cabeza (por eso la estrepitosa caída de Salinas, que quiso quedarse con lo que nomás era prestado: el poder).

 

Parte de ese juego de artificios, son los gabinetes de gobierno. Oficialmente tenemos un gabinete federal (legal y ampliado) y otro en cada estado, y se supone que los ejecutivos ejercen sus facultades a través de los secretarios de despacho. La verdad es que hay otro gabinete, el no oficial pero sí real.

 

Esa estructura no oficial no tiene ni nombres, no existe en el papel, pero en la realidad es la que manda. A veces se han descuidado los hombres del poder y se les escapa hablar de un “primer círculo”, del “círculo rojo”, del “equipo compacto”. Como sea, esos son los que tocan el pandero. Así es como funcionan las cosas, en lo federal y estatal.

 

Por eso vemos que fuera del gabinete legal, siempre hay alguien que es “el de la maleta”, el que mangonea el dinero, por más que oficialmente haya un responsable de las finanzas públicas (aunque a veces puede ser la misma persona, pero no es siempre ni forzoso).

 

También hay una especie de Jefe de Componendas, “el hombre” de cada sexenio, el que arregla, compone, zurce, pacta y en pocas palabras, se encarga de la grilla, de la política  (Gamboa con De la Madrid; Córdova Montoya con Salinas: Liébano Sáenz con Zedillo; la Martita con Fox -así de mal andaba el pobre hombre-; con Calderón nadie -no confiaba ni en él mismo-; hoy con Peña Nieto hay dos, pero como no hay columnista que trague lumbre, no les digo quiénes, no vaya a ser… y para lo que queda de sexenio).

 

En esa estructura no oficial, siempre hay un importantísimo Departamento de Negocios, que determina todo ejercicio jugoso del erario. El día que Pemex nos explique la operación de sus filiales en el extranjero; la CFE sus mega contratos internacionales; Salud, la Cofepris; o cuando se revise el Fobaproa, hoy IPAB (que no se le olvide, sigue ordeñando masivamente las finanzas nacionales), negaremos la existencia de este Departamento.

 

Cuando pase algo de lo anterior o se revise el cierre de operaciones de Fertimex que se vendió en 1992 a siete grupos privados que antes de decir “muchas gracias” ya se estaban asociando con extranjeros, lo que nos hizo a partir del año 2000, importadores de fertilizantes. O que nos expliquen la desaparición de la CONASUPO (antes CEIMSA), que era el gran sistema de abasto de los productos de la canasta básica, la comidita de nosotros los modestos integrantes del peladaje, que garantizaba la compra a los productores sin intermediarios (coyotes) y la regulación de precios para proteger a productores y consumidores… y nomás la desaparecieron en 1999, sin aclarar los pestilentes negocios de don Raúl Salinas de Gortari, activamente apoyado por los panistas de entonces que criticaban el subsidio al maíz que llegó a ser de 8 mil millones al año  (compare por favor con lo que los banqueros ahora, se llevan cada año por el IPAB, más o menos 60 mil millones según Bancomer… y según ellos, que son banqueros); a cambio nos dejaron la anémica Diconsa, sin subsidio… ¡ah! pero ya hay Cruzada Contra el Hambre (¿o ya no hay?… luego las Cruzadas terminan sin previo aviso); pero, hubo, nomás para veamos ¡cómo nos quieren!

 

Lo que importa es entender que esa gente no anda en negocios de criadas, esos se los dejan a sus gatos: la comisión por el bacheo o repintar la rayita de las carreteras, les importa poco, o la mordida del que vende la papelería o renta copiadoras, ¡vaya! ni los multimillonarios presupuestos sindicales les interesan: las telecomunicaciones, la electricidad, el petróleo, la banca, la comida, las medicinas de todo el país, de sus 126 millones de clientes cautivos, eso les interesa (y el narco de altos vuelos, pero-por-supuesto).

 

También pasa, porque cada cabeza es un mundo, que en algunos sexenios federales y locales, cuenten con Departamento de Esparcimiento, con personajes-alimaña que se vuelven muy influyentes, responsables de mantener el flujo de líquidos y polvos (en el mejor caso artistas y vedetes), que mejoran el ánimo y aligeran la carga de los patrones; y también se da el caso de quienes obtienen poder suministrando no mujeres sino chamacos que la Corte ya no permite se les llame por su nombre (rima con canutos).

 

Muy recientemente también se estila contar con Departamento de Moda e Imagen, importantísimo para los incapaces dedicados a la política, porque cada vez son más eso, pura imagen: desconocen sus deberes hasta para lo malo, pues sabe usted, les pasó igual que con los perritos, por dejar que se estén cruzando entre ellos, empezaron a salir cada vez más enfermizos y a veces, monstruosos.

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