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¡México vive! / La Feria

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Sr. López

Tío Marcelo era un simpático gordito, chaparrín, rico como Creso y egoísta como gato. No era mala persona pero para él, todo giraba en torno a su gordezuela persona. Su esposa, tía Marga vivía callada y con cara de purga (el impresentable primo Pepe le endilgó el mote de tía ‘Amarga’), y sus siete hijas (¡siete!), le daban en todo por su lado y le sacaban lo que querían. Cada año para su cumpleaños, tío Marcelo se organizaba a sí mismo fiestas épicas de 300 y más invitados (era muy rico), y había cachetadas por asistir porque siempre se presentaban artistas de moda y grandes conjuntos musicales, para que tenga una idea: una vez trajo de Las Vegas, a Frank Sinatra (con todo y orquesta, de ese calibre). Tres excepciones hubo: el año que murió su mamá no hubo fiesta; ni en el que una de sus hijas perdió un bebé; ni mucho menos cuando falleció su suegra a la que quiso mucho. Se adoraba así mismo, pero respetaba.

 Agencia Éjele.-

México,

Septiembre 16 de 2020.

 Preciosa ceremonia del tradicional ‘Grito de la Independencia’ en México.

 El gobierno federal coordinado con el de la CdMx, mostró su gran capacidad logística y determinación para celebrar adecuadamente la tradicional ceremonia.

 Los 46 mil 80 metros cuadrados de la plaza del Zócalo, fueron ocupados por ocho mil asistentes, a comparación de los más de 130 mil que habitualmente la abarrotan en celebraciones normales, pero en esta ocasión, dada la pandemia de Covid-19, solo se permitió el arribo de ocho mil personas, que se comportaron con todo orden y disciplina, arribando en los horarios exactos en que se les indicó, accediendo a la plancha en filas dirigidas por elementos del ejército, hasta el sitio preciso para cada uno, señalado en el piso, manteniendo en todo momento la sana distancia. Fue especial el momento en que apareció el Presidente de la república en el balcón central de Palacio, y todos a una, se despojaron del cubre bocas para corear las arengas patrias.

 Como se informó, el gobierno convocó con la debida anticipación a las centrales obreras para que seleccionaran cuatro mil de los asistentes de todo el país, mitad mujeres y mitad hombres, quienes días antes y en patios propios de los sindicatos, recibieron de parte de oficiales de las Fuerzas Armadas, las instrucciones a seguir. Los otros cuatro mil asistentes, fueron ciudadanos que para asistir acudieron a inscribirse a las alcaldías de la CdMx, en las que de la misma manera fueron instruidos, igual la mitad mujeres y la mitad hombres. La motivación de todos fue la misma: estas fiestas patrias no debían verse deslucidas. Se comprobó que contra consejas, el pueblo sabe ordenarse y ser disciplinado.

 Los medios de comunicación destacan que tal vez se trate de la mejor, más ordenada y verdaderamente entusiasta fiesta del Grito de la Independencia.

 El Presidente de la república sorprendió a los ahí presentes y al país entero, al anunciar una vez terminadas las arengas y el canto del Himno Nacional, que México está de luto por lo que no habría fuegos artificiales ni música festiva, y pidió tres minutos de silencio, acompañados por una monumental banda militar interpretando el ‘Toque de Silencio’, que estremeció a todos los presentes; especialmente conmovedor fue ver llorando en el balcón central de Palacio, al Presidente, su señora esposa e hijos, firmes, saludando a la bandera.

 Al término de ese imponente reconocimiento a fallecidos, familiares y cuerpo médico, se escuchó atronadora la voz quebrada por la emoción de nuestro Presidente: -¡México vive! -exclamó tres veces, haciendo que los ocho mil presentes estallaran en un atronador coro seguido por un sincero aplauso ante el balcón vacío, pues el Ejecutivo y sus acompañantes lo abandonaron de inmediato.

 Los comentaristas de televisión, informaron de último momento que no habría ninguna celebración en los patios de Palacio Nacional, donde esperaban al Presidente los miembros de su gabinete, del cuerpo diplomático e invitados especiales: -“México está de luto, no es momento de fiesta” –alcanzó a decir el Presidente mientras se retiraba a sus aposentos.

 Fin de la nota de ‘Éjele’. Derechos reservados.

 … bueno, soñar no cuesta nada y en un descuido, algún historiador despistado, dentro de un par de siglos se la traga.

 Nada se le ocurrió al gobierno federal para adecuar la ceremonia del grito según las exigencias de una pandemia que está asolando al país, por más que nos diga el Presidente que ya vamos saliendo… bueno, sí, hemos de ir saliendo pero la gente siente que sigue entrando.

 Y si a algunos de sus colaboradores se les ocurrió algo, ni el pico abrieron: todo lo decide el señor-Presidente: todo -pero todo- debe sumar al elogio perpetuo a sí mismo, a la aprobación anticipada de su sacra palabra, a la aceptación ciega de sus decisiones, salga como salga, no vaya a ser que les sugieran irse del país.

 Tiempos raros estos. Este Presidente, si solo hubiera afrontado la pandemia con realismo, sincera preocupación por el bienestar y vida de la gente, y la elemental generosidad de cancelar o al menos diferir su proyecto político sexenal, para redirigir los recursos de erario a la emergencia sanitaria y económica, pudo ser el héroe que él se cree que es desde que ganó las elecciones. Oportunidad perdida y en política nunca hay segundas oportunidades. Él se ha arrinconado a fuerza de hablar sin parar de todo y en todo teniendo la primera y última palabra.

 Y es importante repetir algo que es una verdad indiscutible: cuando en 2024 termine esta administración, haya hecho lo que haya hecho y deshecho cuanto haya podido, México seguirá aquí. No hay manera de hacer prevalecer a una persona ni a un grupo sobre 130 millones. México ha sobrevivido a canallas auténticos, cuantimás a maloras de pueblo; México ha superado verdaderas crisis sociales, guerras civiles y una religiosa; México se insertó en el desarrollo mundial en el siglo pasado y se pudo decir sin mentir lo del “milagro mexicano”… y por lo que usted quiera, ¡México vive!

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