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Meter la pata / La Feria

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Sr. López

Algo sabe usted de Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda. Lo que no sabe es que siendo el gandalla en grado de doctorado que es (vive), siempre ha sido fama que su palabra vale, y tener prestigio de veraz llevando vida de malandrín puede parecer imposible, pero él mismo se lo explicó a que este menda -siete años menor que él y su primo favorito-, para que conservara en buen estado orejas, patillas y sistema nalgar: -Tú di todas las mentiras que sea necesario, pero solo si no perjudicas a nadie, porque ese te echa de cabeza, y solo si es imposible que te “cachen” -en la muy mexicana acepción del verbo cachar-, si no, dices la verdad y te aguantas –bueno…

 

Un problema de nuestros gobernantes (no todos pero más de lo aceptable), es que mienten por compulsión, por instinto, por conveniencia, por lo que sea, pero mienten y cuando dicen la verdad, es increíble.

 

Es necesario aclarar antes de que esto parezca la “Carta de López a los gentiles”, que la mentira es parte indispensable del herramental político. Por supuesto.

 

Nomás imagine que un Jefe de Estado, dijera la verdad en una guerra: -Nos quedan balas para dos días, Dios nos asista –no señor: se miente, como cuando Churchill después la derrota de sus tropas en Europa y su evacuación casi milagrosa por Dunkerque, vaticinó el triunfo final sobre las tropas de la Alemania nazi si invadían la Gran Bretaña (“…defenderemos nuestra isla a cualquier precio. Combatiremos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; combatiremos en las montañas; no nos rendiremos jamás…” -discurso del 4 de junio de 1940 ante el Parlamento, sabiendo que no tenían ni armamento ni dinero para resistir la invasión nazi pero mintió tan patriótica y convincentemente, que Hitler se lo creyó, le tembló la mano -el calzón-… y no invadió).

 

No debe mentir el político solo en situaciones de guerra: si nuestras autoridades en 1985, hubieran soltado la verdad sobre el volumen de edificaciones colapsadas y el número de fallecidos en la capital del país por los terremotos de aquél septiembre, nadie se hubiera beneficiado y sí era real el peligro de causar un trauma psicológico colectivo, innecesario y tal vez irreparable.

 

Es estrategia oposicionista exigir siempre la verdad, a diferencia del opositor verdadero que entiende que hay ocasiones de excepción en las que la información oficial no puede, no debe ser verdadera. Situaciones de excepción, nada más, como el propio Churchill aclaraba: el hombre de Estado enfrenta situaciones en las que la virtud debe aplazarse, sí, pero solo en bien del país, nunca en beneficio personal ni de partido (no es cita, pero por ahí anda en sus Memorias esa idea).

 

Nuestro actual gobierno capacitado por el primo Pepe, no se hubiera manejado tan a lo bobo, por ejemplo con lo de la blanca casa aquella. Bastaba con no decir nada (o ya puestos a engañar: ordenar desde las alturas de su inmenso poder doméstico, la desaparición de toda la documentación real -digo, nos escamotean la abundantísima documentación electoral, no podrán con eso-, hacer un simple contrato de compra-venta diferente y que apareciera en la tele don Pepe Pérez Peluquero, diciendo: es mi casa y dejen de andar de metiches). O mejor aún: que en lugar de la señora, hubiera aparecido su marido a dar la cara por ella: -No permito se ponga en duda la honestidad de mi esposa, esa propiedad es producto de su trabajo –y tan tan, a ver quién es el macho que le brinca a un marido enchilado (Presidente de la república). Aparte de que en un régimen de derecho la decencia no da explicaciones: el que acusa tiene que probar, no al revés.

 

Y así se les han enredado otras cosas (lo de Ayotzinapa, estelarmente, que de asunto estatal-municipal, pasó a mancha federal de esas que no podemos todos en la vida llevar).

 

Ahora han dado a luz otro escándalo, gratuito, pueril: la destitución de Santiago Nieto, fiscal especial para delitos electorales (FEPADE), precisamente cuando empieza a fluir información sobre el caso Odebrecht, sin considerar que los profesionales de la duda metódica, iban a relacionar ambas cosas.

 

Si las delaciones del ex director de Odebrecht, Carlos Fadigas, corresponden con la realidad es algo que primero tendría que pasar por el tamiz de la PGR y luego, pudiera ser que mereciera la intervención de la FEPADE.

 

Hoy lo que tenemos es la versión del periódico Reforma que dice haber tenido a la vista la transcripción de la confesión de Fadigas ante las autoridades brasileñas, quien dijo, según ese diario: -“(…) acompañamos de tiempo completo toda la campaña del PRI, del partido PRI, y del actual Presidente Enrique Peña Nieto (…) No sólo de él, sino también de su equipo (…) ya hemos tenido conversaciones con el gobierno de México, no sólo con el presidente Enrique Peña Nieto, también con Emilio Lozoya, actual presidente de Pemex, y me parece que la dirección en la que quieren ir es muy coherente con la campaña”. O sea: ¿qué?… sí, ¿qué?… nada.

 

Y agrega el diario: “… la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (como si fuera el Espíritu Santo) obtuvo nuevos documentos que revelaron que Braskem intervino durante la campaña de Peña Nieto con tres transferencias por 1.5 millones de dólares, transferidos a Latin America Asia Capital”. Perdone el cinismo, pero, otra vez: ¿y?… eso dice una ONG, está bien… ¿y?

 

Falta probar que acompañar sea delito y que la Latin America Asia Capital, dio dinero a la campaña de Peña Nieto. Puede ser cierto, lo que es más: seguro que es cierto… pero jurídicamente, no; para la ley (para la justicia), falta probarlo. Con la pena.

 

Además: vendría a ser necesario el despido de Santiago Nieto para que no ventilara lo de Odebrecht si y solo si fuera el primer funcionario federal en 200 años que no se plegara a las órdenes del Presidente de la república, cosa, esta sí, increíble.

 

No sabemos (ni sabremos), por qué lo despidieron, pero queda claro que en este gobierno dominan el arte del meter la pata.

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