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Melón o sandía / La Feria

Melón o sandía / La Feria
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Sr. López

 

Consejos, Comisiones, Confederaciones, Cámaras, Asociaciones, Colegios, Organismos Autónomos, Organizaciones No Gubernamentales, Centrales Obreras, Sindicatos, Asociaciones vecinales (organizaciones todas de patrones,  empresarios, de trabajadores, intelectuales, profesionales y vividores varios);  y pero-por-supuesto: partidos políticos… siete nacionales (Morena, PRI, PAN, PRD, Verde, del Trabajo, Movimiento Ciudadano), más 38 partidos estatales (y 104 calentando brazo, tratando de obtener registro ante el INE).

 

Aparte, pero-por-supuesto también, tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), en cada una de las 32 entidades federativas (96 poderes), junto con el del Congreso de la Unión (con su Cámara de Diputados y Senadores); cada congreso local y el federal, también, con su órgano de fiscalización; a lo que debe sumar el Poder Judicial federal, El Consejo de la Judicatura; la Suprema Corte de Justicia de la Nación y su correspondiente en cada estado; juzgados de primera instancia, unitarios y colegiados, federales y locales; juntas de trabajo locales y federales; juzgados administrativos; y la rutilante presidencia de la república, Poder Ejecutivo Federal.

 

Todo, sin contar 2,458 alcaldes (presidentes municipales), con sus 2,458 cabildos, uno por municipio o alcaldía como le parezca mejor decirles.

 

No se le pase contar los 32 cuerpos policiacos estatales, las 2,458 instituciones policíacas de los municipios (aunque la verdad hay algunos que ni policía tienen); y la Policía Federal, el Cisen, 192 agencias del Ministerio Público Federal y 3,989 del fuero estatal. Agentes migratorios y aduanales; inspectores de todo, de vía pública, sanidad y mercados, agentes de tránsito tras cada poste…

 

A la vista de un noruego residente en Oslo, México está más organizado que la NASA. Pero acá, los sonrientes tenochcas simplex sabemos que no es cierto, que casi nada cumple a cabalidad con las funciones que justificaron su creación, que si no todo, si mucho, son solo palabras en papel mojado… ¿o cómo es posible el despelote nacional?

 

Tal vez sea precisamente por eso que vivimos como en un carnaval perpetuo (en la noche más loca del Sambódromo de Rio de Janeiro… sin ritmo): son tantas piezas las que tiene esta maquinita llamada México, que cuando no falla una, se descompone otra, se desajusta aquella o se cae alguna. El caso es que en los últimos 200 años no hemos logrado que esto funcione como se supone que debe funcionar. Cuando no es una cosa es otra, pero nunca va todo siguiendo un único metrónomo. México es una orquesta de epilépticos en ataque crítico perpetuo y nadie suelta su instrumento, toca y toca, necio en que va bien.

 

Tal vez por eso nuestra tendencia a hacer responsable de todo a quien porta la Banda Presidencial, con el inconveniente de que sin “poderes metaconstitucionales”, los presidentes que han hecho que todo mundo fuera a paso redoblado (hemos tenido de esos, pero no son de feliz memoria), han sido todos violadores del “orden constitucional” (no se ría, no sea así).

 

Nuestro prócer de cartón piedra, Benito Juárez, no pedía ni el salero sin citar alguna ley; pero la verdad, con ella se limpiaba el extremo inferior de su sistema digestivo (ahí nomás averigüe las que hizo para reelegirse Presidente). Santa Anna, que en sus tiempos fue más popular y querido que Pedro Infante, liaba sus cigarrillos de tabaco picado con hojas de la ley; don Porfirio Díaz, con descaro de trotacalles, estableció la costumbre que no nos hemos quitado a la fecha, de que la ley es sagrada mientras no se pretenda aplicarla: intocable en el papel, incomodísima para gobernar.

 

Por eso es que a este junta palabras llama tanto la atención lo modositos que están en el Congreso de Unión con lo de aprobar o no la Guardia Nacional.

 

En buen plan y advirtiendo a sus mercedes que de ley sabe este López, menos que de termodinámica (disciplina de la que ignora todo), que alguien nos haga favor de explicar a los del peladaje estándar la diferencia entre tener a los mandos y la tropa del Ejército y la Marina Armada, en la calle cuidándonos el occipucio, así como ahora está, por los puros chones presidenciales; a que se les dote de un marco legal que cuando menos impedirá en el futuro que algún loco intente enjuiciar a nuestros militares por violado nuestros sacros derechos humanos ni por haber violado el orden legal de México (carcajadas del respetable…. ¿el qué?… ¿el orden qué…?).

 

Se entiende sin necesidad de ejemplos con manzanitas el temor a que se “militarice” el país… ¿pero que no están ya las fuerzas armadas en la calle?… ¿o que de veras piensa alguien que si nuestros generales quisieran tomar el poder les costaría mucho trabajo?… ¿qué necesitan hacer nuestros soldados para que les tengamos confianza?

 

En fin. Los que legislan sabrán, seguro que saben, pero lo que no se vale es admirar a nuestras fuerzas armadas, desconfiando de su lealtad.

 

Sería bueno que los altos mandos del Ejército y la Marina Armada, elevaran a la Suprema Corte una atenta solicitud: ¿podemos seguir en la calle sustituyendo policías, así como estamos?… y como les iban a decir que no, porque la Constitución no los faculta, que se regresaran a sus cuarteles… y entonces sí, a ver qué hacemos. Tacos de aire, tortas de migajón.

 

Lo que quieren los civiles que se dedican a la política no se puede, no se vale: tratar de apretar al Presidente. Que en el fondo esa es la intención. Ha llegado la hora, confiar o no confiar: melón o sandía.

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