Héctor Estrada
El reciente rumor, regado como pólvora, sobre la supuesta llegada del ex gobernador chiapaneco Manuel Velasco Coello a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) cayó como “balde de agua helada” a miles de chiapanecos para quienes la historia de corrupción, saqueo y abusos protagonizada por el gobierno verde aún se encuentra muy fresca en la memoria.
Velasco Coello no requiere mayor referencia que su turbio legado. Su insistencia para intentar incrustarse dentro del gabinete federal se ha convertido en un repetida estrategia de autopostulación, bastante nociva para la credibilidad de la cuarta transformación, que el propio Andrés Manuel López Obrador ha solapado y propiciado.
Y es que, las postulaciones del senador con licencia no han sido gratuitas. Desde la conformación del nuevo gabinete federal –a finales del año pasado- su nombre ha deambulado de manera insistente entre las posibles titularidades. Sus aliados y promotores más cercanos al ahora presidente de la república, como Ricardo Monreal, se han encargado de eso.
Con el desastre financiero dejado en Chiapas y los duros señalamientos de corrupción ya conocidos a nivel nacional, Manuel Velasco decidió replegarse y alejarse de la actividad pública, sin embargo nunca ha quitado el dedo del renglón. Aunque los acuerdos con Obrador siempre tuvieron como centro de negociación las garantías de inmunidad e impunidad, el ex gobernador chiapaneco nunca ha perdido de vista el objetivo de reavivar su proyecto político.
Él mismo se ha encargado de promover su nombre mediante aliados dentro del equipo cercano a Obrador, e incluso, hay quienes aseguran, también ha sido el responsable de propagar los rumores a través de operaciones mediáticas. Vaya usted a saber, pero si estás aseveraciones resultan ciertas el “tiro le ha salido por la culata” o, de plano, hay gente que lo está saboteando desde dentro.
El sólo rumor o posibilidad de su ingreso al gabinete federal significa veneno puro para la llamada cuarta transformación. Llevarlo a los hechos se convertiría en un suicidio francamente innecesario. Pero Velasco no se va a quedar tranquilo. La desesperación y la presión de su grupo cercano para regresar al juego de “poder gubernamental” y reavivar el proyecto político es combustible suficiente para no cesar en los intentos de reactivación, a costa de lo que sea.
El ex gobernador chiapaneco se ha convertido en un lastre cada vez más pesado para Andrés Manuel. El costo de la impunidad dada a Velasco va a perseguir a Obrador hasta el último día del sexenio. Las consecuencias nocivas contra la credibilidad de su gobierno son responsabilidad absoluta del ahora presidente de la república, por solapar, encubrir y no deslindarse de un personaje que contradice todos los principios de su supuesta transformación nacional.
Por acuerdos o hasta temor a complicidades comprometedoras, ha sido Andrés Manuel quien –conscientemente- ha provocado tanto perjuicio a los intereses de su propio movimiento. Ha permitido que personajes como Velasco Coello sigan moviendo sus hilos de operación política sin ponerles un alto definitivo. No sólo ha solapado su impunidad, sino también su grosera aparición constante en la escena pública como figuras “dignas” de postulaciones o designaciones a cargos públicos.
No señor presidente, mientras siga teniendo dentro de sus funcionarios o aliados cercanos a personajes como Manuel Velasco, sus promesas de erradicación a las “mafias del poder” y combate a la corrupción seguirán siendo palabras huecas. El ex gobernador chiapaneco debería estar sujeto a procesos de investigación y no en la silla de espera para que las “condiciones propicias” permitan su regreso a la función pública… así las cosas.
