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Los desgraciados / La Feria

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Sr. López

 

El testamento de tío Güicho (Luis), fue muy comentado en la familia materno-toluqueña. Rico hasta el asco, tuvo tres hijos, una mujer y dos hombres. Quería mucho a dos, porque al menor de los varones no le habló los últimos 20 largos años de su vida, sin decir por qué ninguno de los dos: nomás no se trataban. Fallecido que fue el tío, el Notario informó a la viuda (tía Cachita, porque nadie se atrevía a decirle por su nombre: Nicasia), que toda la enorme fortuna de su fiambre, quedaba en un fideicomiso y que a la muerte de ella, pasaría a manos… del hijo menor, ese, precisamente al que no hablaba ni quería verlo, porque según decía la carta que les leyó el fedatario: -A mi niña (Elenita), que la mantenga su marido, que se casó por interés y no le voy a dar gusto (se divorció de ella antes del año); a mi hijo mayor (Luis también), como siempre me dijo que a él le bastaba con mi cariño, eso le dejo, todo mi cariño, para que se le quite lo hipócrita; y al menor, Lito (de Aurelio llegó a eso, no se sabe cómo), le dejo todo porque es el único que se ha mantenido con su trabajo y tuvo los pantalones de mandarme al carajo -bueno, así eran los modos del tío.  

 

De risa loca la repuesta en escena de la vieja y desgastada obra de teatro: ‘El destape’ con varios de los actores de cuadro de siempre, aunque ya en la cuarta edad.

 

De veras, de pena ajena ver a priistas resucitando su vocación matraquera  más entusiasta a favor de su próximo candidato a la presidencia de la república, José Antonio Meade Kuribreña, sin acordarse (pelillos a la mar), que su partido desapareció en marzo de 2013 cuando en su 21 Asamblea Nacional modificaron los documentos básicos del partido (votación a mano alzada y por unanimidad, como mandan los cánones de la democracia cuando es sincera), fundando sin decirlo, otro partido con estatutos opuestos a los suyos, apenas dos meses después de que tomó La Silla don Peña Nieto que así vino a ser el candidato que ganó por un partido con unos principios, para abjurar de ellos a los dos meses (lo hemos comentado antes: no es ilegal, pero fue una majadera falta de ética).

 

Los otrora tres sectores: obrero (CTM), campesino (CNC), y popular (CNOP), con el mismo entusiasmo de siempre, mostraron su más rendido y entusiasta apoyo al que ya desde ayer se sabe (se ve, se siente), va a ser su candidato a La Grande y seguro sucesor de don Peña Nieto. Impúdicamente, con el confeti reciclado, con la sonrisa de cirujano plástico de siempre (¡que se oiga esa banda!), aclamaron hasta la ignominia a un señor que de eso no sabe (y se le nota que hasta pena le da).

 

Se hizo presente la legendaria disciplina de partido (así le dicen a su organización los del PRI de Peña Nieto): a tuitazos o como se pudo, manifestaron el gustazo que les dio, el Nuño Artillero, el doctor Narro, Ochoa Reza… Osorio Chong (quien ayer, en lugar de estar recibiendo felicitaciones y oyendo porras de apoyo a su candidatura presidencial, inauguró en la Unidad de Congresos del Centro Médico Siglo XXI, la muy trascendental conferencia de la Asociación Latinoamericana de Archivos, asunto clave para el futuro de la patria… ¡qué dura es la política!).

 

También hubo novedades. La primera: no hubo destape porque se destapó el mismo Meade, al anunciar en Palacio Nacional, ante colaboradores suyos de Hacienda y colados de Pemex, que renunciaba para inscribirse como precandidato a la presidencia del país (y estalló un atronador aplauso… se repite lo de los sonrojos de señor sin costumbre de esas muestras de amor del bueno tan explosivas). La segunda: no será candidato priista, sino del PRI, que es MUY diferente, porque el señor no es priista, no pertenece a ese partido ni a ninguno. El PRI, este PRI de Peña Nieto & Cía., viene a ser para el señor Meade como un taxi de Sitio: -Lléveme a Palacio Nacional, por favor, por donde crea que haya menos tráfico –a todo dar.

 

En buen castilla: este sí es el verdadero fin del PRI. Si ganan (que van a ganar, pero-por-supuesto-que-sí), van a tener un Presidente de la república que no es de su partido, ni será, lo que se traduce en que si el PRI gana, no gana el PRI y vaya usted a saber quiénes sean nombrados miembros del gabinete o de qué manera se decidirán candidaturas a gobernadores, diputados, senadores. Juego nuevo señores: nada para nadie.

 

No podía ser de otra manera: el neoPRI peñanietista llega a estas fechas con el prestigio más abollado que el de la Tumbahombres y la Rompecatres. No tenía a quien poner de candidato de entre sus cercanos: todos con su historia, todos con sus historias. Sexenio agobiado a periodicazos, muchos injustos, muchos muy merecidos.

 

No es por gusto de don Peña Nieto (las ojeras de diarrea que portaba al anunciar la renuncia de Meade, así lo ratifican, a menos que ande durmiendo mal), pero, como sea, se va hospedar en Los Pinos un señor decente y eso es como kriptonita para unos cuantos de los poderosos de hoy: los debilita de inmediato y puede ser letal. Meade no gastará un minuto de su tiempo, ni un miligramo de su fuerza política en hacer arreglos en lo oscurito; además: de esas cochinadas, diría la abuela Virgen (la de los siete embarazos), la gente decente no sabe. Él es de esos (claro que forzosamente deberá poner en los puestos clave del albañal a gente experta… hay).

 

Ahora esperemos pacientemente a ver quiénes son los otros candidatos. El Pejehová no cuenta (es candidato siempre y ni ganando -otra vez-, lo dejan ganar), aparte de que ya se le añejó el discurso (a estas alturas, hablar de Salinas de Gortari es como obsesión de viejito).

 

No hay señales de que pueda pasar nada distinto a que Meade sea el presidente, a menos que piense usted que el C.Anaya le pudiera ganar, o Mancera, o el Bronco, que ya dijo que se lo va a amolar (él dijo una peladez, claro).

 

Si Meade nomás trabaja como siempre ha hecho, créame, va a mejorar este país. Y tal vez, por primera vez nos toque ver que los que se la comieron la paguen: ¡qué pasen los desgraciados!

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