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Las tristes cuentas de los hombres alegres / A Estribor

Las tristes cuentas de los hombres alegres / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor
A diferencia de Ricardo Anaya, que permanece en el ostracismo y apenas ha emitido unos 6 mensajes por twitter desde su derrota el 1 de julio, José Antonio Meade se ha mantenido en contacto con sus seguidores en la red social. Además de ser el primero en reconocer el triunfo del entonces candidato de Morena, sostuvo después un cordial encuentro con López Obrador, donde desde su casa, el entonces futuro presidente lo reconoció como un hombre valioso y decente. Meade agradeció la deferencia y le deseó éxito en su gestión. Propios y extraños vieron un gesto de civilidad que honra tanto al que gana como al que pierde en una gesta electoral.
Un mes después el gobierno de los Países Bajos invitó a Meade para colaborar como miembro de la Comisión Global de Adaptación sobre Cambio Climático. En Octubre publicó fotografías de su asistencia a la consulta para definir el futuro del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México defendiendo su postura a favor de la conclusión en Texcoco. Lo mismo hicimos más de 300 mil personas que creímos en ese mecanismo de participación y además en que nuestra opinión sería considerada digna de respeto. El Presidente electo convocó a debatir pros y contras. Manifestó imparcialidad aunque el final para sus seguidores bastó tan sólo un guiño que inclinó la balanza con 70% a favor de la opción en Santa Lucia. Todos los organismos empresariales, expertos, así como autoridades internacionales en materia de aeronáutica, emitieron un veredicto a favor de la conclusión del NAIM en Texcoco. Algunos ambientalistas y aguerridos texcocanos se manifestaron en contra.
Aunque el tema se consideró un caso cerrado después de la consulta, faltaba el paso legal y las consecuencias económicas de la cancelación de los contratos. De ahí que asomó el problema de pagar a los tenedores de los bonos con los que se financiaron 6 mil millones de dólares. Por supuesto que a estos inversionistas en la bolsa de Nueva York, no les interesó la opción redirigir sus fondos para Santa Lucía. Hasta el día de hoy no se conoce un proyecto que esté avalado por autoridades en la materia. De lo poco que se sabe es que en el área que dispone el aeropuerto militar, la actual pista de 3 km de longitud no es apta para grandes aviones en vuelos internacionales. No caben más de dos pistas que se harían de 4 km, como requieren los estándares internacionales. En contraste la opción de Texcoco crecería de 4 a 6 pistas pensadas para los próximos 50 años.
Pese a múltiples argumentos y a todos los costos que implica, el tema se ha vuelto manzana de la discordia política y no caben razones ni el más elemental sentido común. Recién José Antonio Meade en unos cuantos y sencillos mensajes en twitter cuantificó en 145 mil millones de dólares las pérdidas por la cancelación del proyecto. Está en todo su derecho de opinar como ciudadano, porque conoce calificadamente el tema y participó en la consulta.
Lo lamentable fue la respuesta del ahora titular de la SCT Jiménez Espriú que, sin más argumentos, se concretó a decir que son “cuentas alegres de un hombre triste”. A la crítica se sumó después Miguel Torruco el nuevo titular de la Secretaria de Turismo que lo acusó de no ver los desvíos millonarios en la Sedesol y la Secretaria de Hacienda.
Así las diatribas de estos funcionarios y alegres corifeos huyendo por la tangente. Así el tiradero a la basura de dinero público con un gobierno que sufre por financiar sus ofertas de campaña y cumplir con sus programas sociales. Así la austeridad franciscana de cuyos ahorros el resultado es desempleo o salarios mediocres que tarde que temprano resarcirán con corrupción. Así los grandes proyectos necesarios como el transísmico o importantes como el tren maya que no encuentran con certidumbre, el cómo financiarse. Los dos funcionarios lo saben. También Ursúa, que ya no sabe que manga estirar. Son las tristes cuentas de los hombres alegres con mucho poder y opaco criterio.

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