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La democracia a prueba del sismo populista

La democracia a prueba del sismo populista
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Juan Carlos Cal y Mayor

Finalmente lo que comenzó como un mensaje en wattsapp, en las redes sociales, tomó tal fuerza que en medio de la desgracia ocurrida por los terremotos, todos los partidos e incluyendo al INE, terminaron por ceder, conceder, no aceptar o donar sus prerrogativas para los gastos de campaña en el 2018, a los damnificados por dicho siniestro.

El desastre se convirtió en una área de oportunidad para capitalizar y sacar el mejor provecho entre el ánimo que permea en estos momentos en nuestro país. Y entonces todos tiraron su resto y desde el 20% propuesto pasaron a proponer el 100%.

Independientemente del provecho que puedan obtener según perciba la opinión pública en este acto de presunta generosidad, el hecho es que aún no se alcanza a cuantificar el daño en términos materiales  que ha provocado el sismo. Y aunque la cifra del dinero de los partidos suene considerable, no alcanza para reponer las perdidas reales que implican reconstruir miles de casas destruidas, así como hospitales, escuelas, carreteras, además de monumentos históricos. Es un hecho inédito que supera las previsiones presupuestales del FONDEN.

Imaginemos por un momento que la iniciativa de usar las prerrogativas surgiera del Presidente de la República; seguramente se le habría acusado de atentar con la democracia. En medio del descredito y la tirria contra la clase política, el populismo saca las uñas y muestra su verdadero rostro. Amlo asume la autoría de la iniciativa y todo los demás se van con la finta. No cabe duda que sabe más el diablo por viejo que por diablo. Amlo  formará un fideicomiso integrado por ciudadanos afines a la causa  morenista para entregar sin intermediarios los apoyos adquiridos con esos recursos. En síntesis utilizara los recursos de manera directa y con el consecuente beneficio que le reportara en términos electorales… Cayeron todos en el garlito.

Mal que bien, las democracias liberales como la nuestra, con una Constitución garantista de los derechos y las libertades, un sistema de división y contrapeso de poderes, con órganos electorales independientes y partidos políticos, son un modelo que atraviesa por una grave crisis a nivel mundial. Después de que Francis Fukuyama predijera lo que llamó el Fin de la Historia, es decir la derrota del socialismo y el fin de la guerra fría; entraron en vigor cada vez más las instituciones democráticas liberales y el libre mercado aunado a la globalización, las nuevas tecnologías y el internet.

En México después de una hegemonía de varías décadas del PRI como partido en el poder; Don Jesús Reyes Heroles impulsó en 1977 una reforma política que integrara a los partidos políticos. Fue hasta la famosa  “caída del sistema” en la elección de Carlos Salinas que el gobierno dejó de organizar las elecciones y se dio paso a órganos electorales independientes. El financiamiento político a los partidos en  fue una parte importante en el fortalecimiento de la democracia y la vida política del país.

Esas reformas desencadenaron en la primera alternancia en la Presidencia de la República con el triunfo del PAN con Vicente Fox a la cabeza. Se creyó entonces que la democracia y en el caso de México, la alternancia en el poder, resolvería los aletargados problemas del país. Pero el tema se tornó mas complejo por los contrapesos que ejercicio un congreso plural y sin mayorías partidistas para avanzar en las llamadas reformas estructurales que detonaran la economía y pusieran a México en condiciones de mas competitividad. Aun con desequilibrios regionales la economía mexicana gracias al TLC creció a pasos agigantados. La cuestión es que en un país tan grande la distribución de la riqueza es mas compleja.

La democracia liberal y el libre mercado no van a acabar con la pobreza, pero es un hecho estadísticamente comprobado que han mejorado la calidad de vida en muchos países y los últimos años ha surgido como consecuencia una nueva clase media con expectativas aún más altas y por ende insatisfechas.

En ese contexto ha surgido una nueva amenaza mundial que se ha vuelto viral llamada Populismo. Un camino a ninguna parte pero con gran capacidad de exacerbación que utiliza las filias y fobias, la superstición, la ignorancia y sobre todo la manipulación de las emociones a través de los medios masivos principalmente y las redes sociales. Nada se escapa a ello y por eso los fabricantes de odio y el mal humor social se encargan de armar y viralizar las fakenews o noticias falsas. ¿Se ha puesto a pensar que no es espontanea la cantidad de informaciones erróneas que recibimos día a día?  Se trata de minar la base del poder desde sus cimientos alentado una falta absoluta de respeto a las autoridades y las instituciones culpándolas de todos los males que acosan a la sociedad. El populismo de hoy recurre a la fabrica de mentiras y a través de los llamados “Memes” ridiculiza el poder en forma sistemática.
Se trata de preparar el caldo de cultivo propicio para el redentorismo generalmente encarnado en una persona que asume el papel de médium con esa entelequia denominada pueblo.  El populismo como cáncer tumoral en grado de metástasis, se propaga lo mismo en países desarrollados, en vías de desarrollo y el tercer mundo. Por eso ganó Trump al encargarse de hacer mofa del establishment, es decir, la clase política de su país. Hoy se están viviendo las consecuencias y el mundo vive a la expectativa de las ocurrencias que hoy pululan en la Casa Blanca y el twitter de @POTUS.
“El populismo es una degeneración de la democracia que puede acabar con ella desde dentro” Nos dice Vargas Llosa, mientras que el historiador y escritor belga David Van Reybrouck plantea que: “La democracia electoral está completamente agotada, que la prueba de que ha llegado a su fin está en el crecimiento en todo el mundo de los populismos y que, si no se renueva, dará paso a regímenes autoritarios.”
Mauricio Merino por su parte dice que “si prospera la idea de cancelar el financiamiento a los partidos en vez de reducirlos y transparentar sus ingresos y egresos, se dará pie a la plutocracia”. La participación electoral quedará reducida y ha merced de quienes tengan dinero fomentando la rapiña, la corrupción con los intereses coludidos, el uso del dinero gubernamental o del narcotráfico.
La democracia cuesta pero es preferible a cederle el paso a la plutocracia y peor aún al populismo autoritario…

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