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Ingresos y suficiencia presupuestal. Hay tela de dónde cortar / A Estribor

Ingresos y suficiencia presupuestal. Hay tela de dónde cortar / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

Resulta plausible la intención de Andrés Manuel López Obrador de gobernar con el ejemplo proponiendo reducir su propio  salario como presidente de la República a un 50%. El enojo social manifestado en las urnas aprecia como necesario el hecho de que a la alta burocracia se le reduzcan los altos salarios en un país con enormes desigualdades como lo es México. No hay argumento que valga, ni comparación o contraste que modifique esa percepción. Se trata de un clamor popular por imponer un castigo ejemplar a la élite política y burocrática, al establishment.

En la revolución rusa asesinaron al Zar Nicolás II y su familia. En la revolución Francesa  murieron guillotinados varios nobles, aristócratas, políticos y pensadores comenzando por el rey Luis XVI y la reina María Antonieta. La revolución mexicana arrancó con el autoexilio de Porfirio Díaz. En la llamada primavera árabe durante el 2010, fueron derrocados el mandatario tunecino Ben Ali y los gobiernos de Egipto y Libia.

Para el gobierno entrante significa, más que un castigo, la necesidad de conseguir ahorros presupuestales para reorientar el gasto público en políticas de beneficio social. Se trata de apretar el cinturón y no gravar con más impuestos a los ciudadanos.

Según una nota del periódico El Universal el recorte salarial de unos 276 mil trabajadores, equivalente a un 70% del personal de confianza, significaría un ahorro de 38 mil millones de pesos. A menos de que se implemente por etapas, este ahorro resultaría insuficiente para cumplir con el ofrecimiento de nuevas políticas públicas.

Lo importante de que se discutan abiertamente estas propuestas es proporcionar elementos que permitan buscar alternativas inteligentes que solventen las necesidades del ejercicio presupuestal, si lo que se quiere es que le vaya bien al Presidente. Se deben analizar otras medidas que pueden representar mucho mayores ingresos incluso por la vía de impuestos que no necesariamente resulten impopulares sino hasta necesarios. En específico al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) que se paga por la producción, venta o importación –en específico- de alcoholes, cerveza, refrescos y tabacos.

El 14 por ciento de los adultos en México tiene diabetes. Esta es la principal causa de muerte y se estima que podrían ser hasta 80,000 por año. Según la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), la tasa de mortalidad en México por el consumo de tabaco es de casi 50 mil personas al año. En 2016 se calculaban unos 14.9 millones de fumadores. Mientras que se destinan unos 75 mil millones de pesos anuales para atender este padecimiento.

En 2014 el Senador chiapaneco Zoé Robledo fue un impulsor al impuesto a los refrescos (un peso por litro). Se implementó con el objetivo de desincentivar el consumo de este producto y combatir la diabetes y la obesidad a nivel nacional. Dicha medida fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud que la incluyó entre sus recomendaciones como una de las acciones efectivas para disminuir el consumo de bebidas azucaradas.

En 2014 se recaudaron 18 mil millones de pesos por este impuesto y en 2015 se recaudaron 15 mil millones de pesos. Para 2016 el cálculo fue de 17 mil millones. Para 2017 el fisco recaudó un total de 151,335 millones por impuestos al cigarro, el alcohol y los juegos de apuestas.

En México una lata de Coca Cola (333 ml) cuesta alrededor de $10.50 pesos mientras en Noruega la misma lata cuesta $67.50 pesos. En Costa Rica cuesta $26. Mientras una caja de cigarrillos cuesta 111 pesos en España y hasta 250 pesos en los países nórdicos, en México las cajetillas de cigarros cuestan unos 55 pesos.
Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2016 los costos sociales de la diabetes asociada al sobrepeso y la obesidad en el país ascendieron a más de 85,000 millones de pesos al año. Las enfermedades atribuibles al consumo del tabaco en México tienen un costo estimado en unos 81,132 millones de pesos y solo se obtiene una recaudación por concepto del IEPS de 39,123 millones de pesos.
En nuestro estado el consumo de refrescos, particularmente de Coca Cola en los altos de Chiapas, está causando un gravísimo problema de salud para la población más vulnerable. La Secretaría de Salud tiene unos 19 mil trabajadores, sin embargo una queja recurrente es la deficiencia en los servicios hospitalarios. La enfermedad más cara es precisamente la diabetes. Chiapas ocupa el primer lugar a nivel nacional en muertes por esta causa.

Como vamos no habrá dinero que alcance. El crecimiento demográfico es exponencial. Pasamos de 4.7 millones en 2010 a 5.2 en 2015. De nada sirve el impuesto de 1 peso por litro cuando la Coca Cola cuesta hasta 4 pesos menos en los municipios indígenas de los altos. Múltiples estudios y reportajes lo han denunciado y documentado. El más reciente en el New York Times el 14 de julio pasado.

Está comprobado que el aumento al impuesto a los refrescos disminuyó su consumo a partir de su implementación en 2014 en más de 5%. Si contrastamos el ahorro al recorte de salarios y personal de confianza con lo que ingresa por los impuestos al refresco y el Tabaco, la diferencia en los ingresos es abismal.

Dicho lo anterior la gran pregunta es: ¿No es acaso razonable bajar si, los salarios y también analizar otras opciones como las aquí expuestas para aumentar considerablemente las finanzas públicas?

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