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Hoy por hoy / La Feria

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Sr. López

 

Tía Josefina tuvo un solo defecto (sin contar que era la mamá de Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda), era morbosa… no de cosas relacionadas con la reproducción de nuestra especie ni ninguna (que era decentísima), sino que si había un atropellado, ella se metía entre la gente hasta verlo en “close up”; si alguien tenía herida una mano, se ponía necia en cambiar la venda, para mironear la carne cortada. Su manía por lo desagradable a nadie hacía daño, pero virtud, tampoco era. El tío Armando (sobrino nieto de ella), decía: -Tía Pepa está enferma –bueno, tal vez.

 

Si no cambió nada en el último momento, ayer fue ejecutado un mexicano en Texas (no anoto su nombre a propósito, digo, ¿para qué?), que hace veinte años fue sentenciado por violar y asesinar a una prima suya de 16 años de edad, según su confesión, aunque después dijo que la firmó sin saber qué firmaba, aunque después dijo que no había planeado cometer semejante crimen, sino que estaba drogado. Como se vea: es tragedia (de la señorita, de esa familia… y de él). Y como se vea, es difícil sostener que lo condenaron haciendo trampa (que se haya retardado 20 años el cumplimiento de la sentencia permite creer que se le concedieron todas las apelaciones a que tenía derecho).

 

Matar a un asesino (si lo es), no arregla nada ni disuade a nadie, es simple venganza legal, de acuerdo, pero si es la ley de un país, ya sabe a qué se atiene el que lo hace. En Singapur está prohibido mascar chicle y si lo pescan tirando uno en la calle, le cuesta cerca de 300 dólares de multa; punto; si va, no masque chicle, no sea necio (y si masca, trágueselo); no es cosa de defender el derecho humano al uso inútil de las mandíbulas, es cosa de tener la cabeza en su sitio. En Arabia Saudita, está prohibido beber alcohol, la pena son 360 azotes, es una barbaridad, de acuerdo, pero si va allá, vaya sabiéndolo y no se queje si lo pescan con su pachita de Siete Leguas (le van a dejar el trasero hecho una desgracia). Justo o injusto, correcto o no: lo sabe el que infringe la ley y mal harían las autoridades en no aplicar sus propias leyes.

 

Como cada vez que pasa esto, nuestra prensa le dedicó amplios reportajes que llegaron al límite de lo morboso (fotos de la cárcel, fotos de la cámara de ejecución, fotos de él tras un cristal con el teléfono en la mano)… perdone usted, pero eso linda con lo enfermizo. Claro: ¿quién es uno para opinar? Y por supuesto mueve a conmiseración ver la foto de un señor que está a punto de ser ejecutado… ¿pero y las fotos de la víctima? (sin referirse este junta palabras al caso concreto de ayer).

 

Nuestras autoridades, casi por obligación con el respetable, intercedieron por ese infeliz (que no es insulto, es un infeliz), a sabiendas de que las autoridades yanquis se abanican con esas peticiones. Bueno, hasta el gobierno de Guanajuato pidió clemencia. Está bien, pero los jueces de los EUA están en su país y aplican sus leyes, nomás faltaba que no.

 

La CNDH, pero-por-supuesto, también le entró al asunto de moda y emitió el respectivo comunicado, en que dijo que rechaza absolutamente la pena de muerte y solicitó a las autoridades de Texas respetar el contenido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, y la Declaración sobre la Protección de todas las Personas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, “que protegen el derecho a la vida”… nada más que ninguno de esos papelotes prohíbe la pena de muerte, cada país ha ido legislando como mejor le ha parecido sobre esto y no se crea que es tan fácil.

 

Es tema de candentes discusiones en las que no poca gente, muestra su más vivo acuerdo con que se ejecute a los que cometan ciertos delitos de esos que ponen los pelos de punta.

 

Las tres grandes religiones (las “religiones del Libro”: judaísmo, mahometanismo y cristianismo), aceptan la pena capital. Ninguna de las tres es de tomarse a broma. No pocos países la tienen en sus leyes y la aplican, por lo pronto China, Rusia, Japón, los EUA y los países árabes.

 

Condenar a muerte a una persona, es algo terrible, pero tampoco se puede sostener que las tres religiones más seriecitas del planeta y tantos países, están todos locos. Sin negar la rotunda validez de algunos argumentos en contra de la pena capital, se deben aceptar algunos a favor de ella, por espantosa que sea. El del teclado está muy en contra de la ejecución de reos en México, con un sistema de impartición de justicia como el nuestro; pero al mismo tiempo, está en desacuerdo con el alegato guango de quienes se oponen a la pena capital por “motivos humanitarios” (caso teórico, de fantasía: si hubieran fusilado a Hitler en 1923, cuando su fallido golpe de Estado, el mundo se hubiera ahorrado unos 60 millones de muertes absurdas… digo, eche cuentas).

 

A ver, por un momento no piense en justicia sino en merecimiento: ¿qué merecían los que exterminaron millones de personas en los campos de concentración nazis? Por supuesto no los colgaron para remediar nada, ni para amedrentar a nadie: fue venganza, sí, pero a veces la venganza es justa (por eso los griegos se inventaron a la diosa Némesis, diosa de la justa venganza).

 

No es esto la apología del sistema judicial yanqui (que tiene sus absurdos y ha ejecutado a no pocos inocentes), pero tampoco es de creerse el súbito interés de nuestras autoridades; y que la prensa presente al convicto como víctima es, por decir lo menos, sospechoso (delito no tipificado de obtención ventajosa de lectores).

 

Y, por cierto, una condena de 1,013 años de prisión… ¿será humana?; porque el 1º de este mes en Cuautitlán, eso le recetó un juez a un asesino y ladrón. En 1,013 años lo van a “readaptar socialmente” (broma cruel de nuestro código: las cárceles mexicanas son  castigo crudelísimo).

 

Es tentadora la imagen idílica de un mundo sin criminales ni castigo, pero… hoy por hoy.

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