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Estiró la pata / La Feria

Estiró la pata / La Feria
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Sr. López

Ignora este López si sea común, pero su progenitor dedicaba buena parte de su tiempo libre a resolver problemas de ajedrez. Sí. Tenía un libro en el que aparecían dibujados el tablero y las piezas acomodadas de alguna partida famosa; a continuación los datos de la misma (Carl Jaenisch, blancas; Ilya Shumov, negras; San Petersburgo, Rusia, 1849, juega blancas, ganan en cinco movidas; o Adolf Anderssen, blancas; Johannes Zukertort, negras; Berlín, Alemania, 1871; juegan blancas, ganan negras en tres movidas)… pero el librito no tenía la solución de las partidas, ese era el chiste. Para López Sr. la estrategia de peones colgantes (o la de peón de flanco y alfil de color encontrado… preciosa), era tan importante como la escuela a que iban sus hijos, que su esposa (la subcomandanta Yolanda) tuviera siete días de no hablarle o la construcción del Muro de Berlín (1961), y ¡ay! del que interrumpiera sus cavilaciones. Un día este menda comentó con la abuela Elena -su mamá de él-, su admiración por tan sesuda afición de su progenitor y contestó muy fresca: -Como no puede con tu mamá, mejor ocupa la cabeza en juegos de ajedrez de hace un siglo -¡zacapún!, era cierto.

 

De la manera más atenta y sin ánimo beligerante, se solicita a usted (ahí cuando tenga un rato), elaborar una lista de los cinco principales problemas que tenga en su vida personal (incluye familia), y aparte, de los cinco principales problemas que considere tiene el país.

 

Este su texto servidor, apuesta los dos brazos, a que no pondrá entre sus problemas personales, la termoeléctrica en Huesca, Morelos; el huachicol; la refinería en Dos Bocas, Tabasco; el combate al “outsourcing”; ni los negocios que hacen líderes y políticos de esos que sí hay (¡oh, sí!, lamento desalentarlo); ¡vaya! ni el aeropuerto cancelado en Texcoco; no son problemas personales de ninguno aunque de manera indirecta nos puedan afectar y nos afectan. Y esto no es porque seamos un pueblo de tarugos, pero lo que preocupa a nosotros, los tenochcas estándar, pelos parados, chancla pata de gallo, caguama sabatina, son otras cosas: tener chamba, que alcance el sueldo, que la suegra no se vuelva a enfermar, que sus hijos no le vayan a llegar con un tatuaje de los maras en la cara y que la esposa no se vaya a enterar del asunto aquél con la comadre (asunto de usted con la comadre de ella).

 

Del mismo modo (ya sin apostar), parece que muchos de nosotros, alegres integrantes del peladaje nacional, opinamos que los problemas nacionales son: inseguridad, salud, educación, desempleo, alza de precios, corrupción y algunas otras cosas así, gruesas, de brocha gorda. ¡Vaya!, ni la vaquita marina nos quita el sueño; digo, ojalá la salven, pero así como que nos corte la digestión, no, para nada.

 

Lo seguro es que no hay mil tenochcas que traigan agruras por la conquista de España de los territorios de lo que hoy llamamos México, que ni se llama así (y somos por ahí de 130 millones). Hay unos cuántos que sí, por ejemplo la señora esposa de ciudadano Presidente de la república, pero es que es su tema, se entiende.

 

También puede atreverse este temerario tecladista a asegurar que no se juntan otros mil (se vale repetir de la lista anterior), que tengan insomnio pensando en el mal trato que reciben vacas, puercas y burras… sí, doña Jesusa, lo siento, pero la “lucha feminista antiespecista”, nos viene guanga a 129 millones 999 mil 990 connacionales (y se le dejan 10 por si de veras tiene seguidores su gesta heroica en defensa de vacas, puercas y burras). Y tampoco se nos atraganta uno de maciza con cuerito porque usted doña Jesusita, nos haya aclarado que comer un taco de carnitas es “celebrar” la caída de la Gran Tenochtitlán, porque los españoles trajeron el puerco y los indios pusieron la tortilla, que si a esas vamos, tampoco deberíamos consumir carne de res, ni tortas, que el trigo y las vacas, también las trajeron los conquistadores.

 

Ayer, nuestro Presidente se comprometió a conformar una comisión que investigue la instalación de una planta cervecera de la compañía Constellation Brands en Mexicali, Baja California. Váyalo anotando en su lista de preocupaciones personales o nacionales.

 

No es que uno piense que esos temas carecen de importancia, la tienen, mayor, regular, menor, mínima o despreciable, pero la tienen. El asunto es qué tan importantes son para que se ocupe de ellos personalmente, nuestro Presidente.

 

Por cierto, me recuerda Sergio el Magnífico, que el tema de las disculpas que el Presidente solicitó al rey de España, se liquidó definitivamente desde el 28 de diciembre de 1836, con la firma del “Tratado definitivo de paz y amistad entre la República Mexicana y S.M.C. la Reina Gobernadora de España” (S.M.C., Su Majestad Cristianísima, la reina viuda Doña Maria Cristina de Borbón, porque la reina de a devis, Isabel II, su hija, era niñita, y mami gobernaba mientras), y que el Tratado dice en su artículo II:

 

“Habrá total olvido de lo pasado, y una amnistía general y completa para todos los mexicanos y españoles, sin excepción alguna (…) en prueba del deseo que la anima (a la reina mami) de que se cimente sobre principios de justicia y beneficencia la estrecha amistad, paz y unión que desde ahora en adelante, y para siempre, han de conservarse entre sus súbditos y los ciudadanos de la república mexicana”…

 

Total olvido, amnistía general, amistad, paz y unión… no contaban con que 183 años después un nieto de español se las iba a hacer cansada. Bueno, no importa. Y segundo por cierto: el Tratado se consiguió porque antes (el 29 de noviembre de 1836), la Santa Sede ya había reconocido la independencia de México y en esos tiempos, el Vaticano era como la Casa Blanca mundial.

 

Lo que nos regresa al asunto: ¿a poco de veras usted ya va a poder dormir tranquilo sabiendo que en 1836 hicimos las paces con España?…

 

Si no es a propósito, sí parece que están entreteniendo a los niños con la tele, para que no se den cuenta que en la recámara el abuelo estiró la pata.

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