RODULFO REYES
Cada que tenía oportunidad de platicar con periodistas, a Arturo Núñez Jiménez le gustaba poner como tema el papel de la prensa durante su campaña para gobernador, y fanfarroneaba que había ganado a pesar de tener en contra a una televisora nacional y a un importante medio escrito.
Cuando aludía ese episodio, se le reflejaba en el rostro adusto, sin matices, un semblante de satisfacción.
Eso –decir que logró la gubernatura solo por él– fue un error de cálculo. En su análisis nunca tomó en cuenta que en 2012 por primera vez las elecciones locales se hicieron concurrentes con las federales y la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, si bien no obtuvo la Presidencia, hizo que todos los candidatos de la izquierda, aglutinados entonces en el PRD, se impusieron en forma autómata.
En 2015 que como mandatario tuvo su primera diferencia con el de Tepetitán, Octavio Romero Oropeza le recordó en la radio que había vencido al priísta Jesús Alí de la Torre gracias a aquel.
Hoy les pasa lo mismo a los hombres de Morena que llegaron al poder el 1 de julio, sin reparar en que se repitió el efecto.
En síntesis, en 2012 y en 2018 la victoria en Tabasco –y en todo el país– se le debe al de Macuspana.
Volviendo a Núñez, a pesar de su descomunal conocimiento de política e historia, creyó que los medios no generan opinión. No supo verse en el espejo del expresidente Vicente Fox Quesada, cuya imagen fue destrozada desde el momento mismo que ninguneó a la prensa escrita por preferir a la televisión.
Ayer, en su Franja Sur, el columnista René Alberto López contó una faceta poco conocida del exmandatario, y que se dio cuando fue excluido del Revolucionario Institucional y los medios tradicionales le cerraron sus espacios.
Periodista de izquierda, el colega oriundo de Cárdenas fue director de un diario que en su momento fue impulsado por López Obrador, al que Núñez llegaba a mendingar que lo entrevistaran.
Apenas se sentó en Plaza de Armas, el perredista se olvidó de los favores recibidos y empezó a perseguir a quienes, cuando no era nada, le abrieron sus páginas.
En términos estrictos, como él dice, ¿se impuso en la jornada electoral a pesar de que una televisora nacional con repetidora en Tabasco y un periódico local de corte popular lo criticaron en forma áspera durante la campaña?
Esa tesis no se puede sostener en virtud de que el efecto AMLO predominó sobre cualquier otro elemento.
Si Núñez considera que la prensa tabasqueña no genera opinión, ¿entonces por qué terminó con un rechazo del 90 por ciento, lo que significa que nueve de cada diez ciudadanos lo reprueban?
Ese número quizá no diga nada, pero si le agregamos que el expresidente Enrique Peña Nieto salió con un 80 por ciento de repudio, esto explicará que la imagen de Núñez se encuentra hecha añicos.
Que Peña se haya ido con 10 por ciento más de aprobación que Núñez muestra el tamaño de la maldición mediática que persigue al exgobernador, quien jamás podrá volver a poner un pie en su solar de origen.
PARA SU INFORMACIÓN…
LA AGRESIÓN QUE sufrió el lunes por la noche el doctor Humberto Azuara Forcelledo mereció el repudio de diversos sectores tabasqueños. El exdirector del Hospital Juan Graham fue asaltado en su consultorio del centro de la ciudad por sujetos armados; atendido en el ISSET, del que es responsable médico, el mismo titular de la institución, Fernando Mayans Canabal, se puso la bata para suturar la herida que produjo el cachazo de pistola. El Colegio Médico de Tabasco, en voz de su presidente, Francisco Javier Custodio Gómez, pidió a los responsables de la seguridad ciudadana redoblar esfuerzos para proteger a la población.
