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Enemiga en casa / Código Nucú

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César Trujillo

 

Janette Ovando Reazola es diputada plurinominal por el Partido Acción Nacional (PAN) en la entidad. También preside, lamentablemente, la Comisión de Igualdad de Género en el Congreso de Chiapas. Desde su papel como legisladora se ha declarado en contra de los derechos de las mujeres, o al menos, sí, en contra de la lucha por el derecho a que las mujeres decidan sobre su propio cuerpo.

En un post de la red social Facebook, en donde sale acompañada de la senadora Sasil De León del Partido Encuentro Social (PES), y de las diputadas Carolina Elizabeth Sohlé Gómez de Morena, Dulce María Rodríguez Ovando del PVEM y Eduardo Verástegui, la diputada panista dice pronunciarse “a favor de la vida” e invita al estreno de la película Inesperado, dando argumentos que, confieso, caen por sí solos.

Si esa opinión e invitación la hiciera desde su papel de fe, el que ya le conocemos bastante bien, en su iglesia o bajo la batuta de su pastor, podría ser un asunto de particular forma y fondo. Sí, quizá sería de ese modo. Sin embargo, lo hace como “Legisladora de Chiapas” (ahí está en el post) y eso cambia totalmente el panorama, porque ese rol es de representación popular. O al menos, cada curul debería ser concebida así.

Quizá siga sin entender que no puede fijar posturas como legisladora en donde deje de manifiesta sus creencias personales (que son muy respetables aunque no se compartan) y en donde vulnera el Estado laico. O peor aún, que no se dé cuenta que violenta los derechos de otras personas.

Lo lamentable es que siga mostrándose como promotora de la desigualdad y discriminación. Que siga hablando bajo un rol de legisladora como una afrenta a los grupos que están buscando concientizar en un tema que su Comisión debería tener como tema toral. A estas alturas y que se sigan usando esos espacios como el Legislativo (que deben ser para el análisis y la discusión, que deben fungir como contrapeso para vigilar y regular las políticas públicas), en donde ella no ha hecho nada a favor de las mujeres, es sumamente penoso este tipo de posturas.

Ojo: ese trabajo no es una medalla o una bandera para fines particulares. Como diputada, y lo sabe bastante bien, Janette Ovando tiene como responsabilidad ser un vehículo que permita amplificar la voz de los ciudadanos. Repito: a-m-p-l-i-f-i-c-a-r. El término es sencillo en sí, pero su carga semántica es ingente e incluye a todos los ciudadanos sin distingo alguno (y vaya que ella sabe de elitismo).

Su labor es recolectar el sentir de la gente y defender los derechos sociales. Janette Ovando no es diputada de una iglesia ni de un grupo social ni de un sector. Es una representante popular. No es tan difícil que entiendan, los diputados en sí, que se deben a la gente, al pueblo y no a intereses particulares o personales para quedar bien.

Si ese es su fin, puede dedicarse a ser oradora en algún templo, buscar la preparación que le permita llevar su discurso a los espacios en donde éste tenga cabida y dejar la curul para alguien que entienda la importancia de legislar, de proponer y aprobar leyes que nos permitan a todos vivir en armonía.

Su comportamiento debería estar apegado a la búsqueda por defender el esfuerzo de las mujeres que luchan para que todas tengan oportunidad de ocupar espacios en los puestos de elección popular, en los espacios de toma de decisiones, en las instituciones, en los ayuntamientos en donde vulneran los derechos laborales de regidoras y síndicas, y ella guarda un sepulcral silencio.

Tal parece que la experiencia anterior en el Legislativo no le sirvió de mucho. Porque sigue mostrándose como paladín del servilismo y promotora de actitudes retrógradas. Es más, en varios problemas que otras diputadas han denunciado y que atañen temas de género, ella, siendo presidenta de la Comisión de Igualdad de Género en el Congreso, no ha hecho nada.

Resulta lamentable que una legisladora, en un Congreso que tiene como mayoría a mujeres, prefiera el blof a enfocar su trabajo en apoyo a los ciudadanos o a los sectores de la sociedad, y no los ayude ni siquiera a canalizar sus problemas.

Tan simple es que si le queda grande el saco, lo entregue a otra diputada a la que sí le interese la Comisión, a la que sí le importe la igualdad de género, a la que sí le interesen los derechos de todos y a la que sí le importe legislar sin intereses aviesos. Y no que sirva de ancla para frenar el trabajo de decenas de mujeres que exigen algo justo: que las chiapanecas decidan sobre sus propios cuerpos.

 

#Manjar Varias son las voces de desencanto en Morena tras las internas que se vivieron el día sábado. Los señalamientos de esas prácticas que tanto ha condenado el presidente Andrés Manuel López Obrador parecen brotar y manchar el cambio prometido, saltan y salpican todo a su paso. Siguen algunos vicios arraigados, clavados como espinas en los costados y causando el daño que siempre le han hecho a las buenas voluntades. O, al menos, a lo que buscan en materia de cambio. El discurso y la realidad son diferentes. Cambian muchas cosas. Y a Morena lo persiguen hoy los actos de otros, de aquellos que mudaron de piel, de los que se filtraron y fueron herencia maldita que contamina todo, de los que se llevaron esas prácticas consigo y los comportamientos que han ya contaminado todo mostrando el desencanto que avanza y debería ocupar a los dirigentes. En política no todas las sumas son buenas. Algunas restan y eso se aprende de la manera más dura. #LaTeníaEraSuyaYLaDejóIr // “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Albert Einstein. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro Los condenados de la tierra de Frantz Fanon y el disco de Blood Sugar Sex Magik de Red Hot Chili Peppers. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

 

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.

 

* Delegado en Chiapas del Sindicato Nacional de Redactores  de la Prensa.

 

Contacto directo al 961-167-8136

 

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