Vinicio Portela Hernández (Agencia 55)
En Tuxtla Gutiérrez, como seguramente en varias otras ciudades del sureste mexicano, la figura de Rómulo Farrera y el grupo de empresas de su propiedad, ha sido sinónimo de poderío económico e influencia en las decisiones tomadas por y para el sector económico y productivo.
Entre agencias automotrices, hoteles, restaurantes y negocios de otros rubros, Farrera Escudero ha hecho crecer el emporio heredado de su padre, Ciro Farrera Escobar y ha extendido su alcance hasta ocupar buena parte de la región.
Por ello, cuando a mediados del 2015, anunció, a manera de amago, que tendría intenciones de lanzarse a una virtual candidatura independiente para la gubernatura de Chiapas u otro cargo de elección popular en 2018, hubo quien no vio con malos ojos su involucramiento en un juego de la polaca al que, todo indica, no está acostumbrado a jugar y en el que pretende imponer un estilo poco apegado a los valores que requiere un cambio como el que pregona encabezar.
Muestras de estas malas “maneras”, se han dado precisamente en el sector en el que se ha desempeñado durante toda su vida: el empresarial, en donde, se sabe, durante el año pasado, tomó control de la Coparmex Chiapas a través de una serie de violaciones a estatutos y con la venia del grupo dirigente de la actual Confederación Patronal en el Estado.
Usando estrategias similares, durante las recientes elecciones internas de Canaco en Tuxtla, pretendió impulsar el triunfo de un Presidente y Comité Ejecutivo afín a sus intereses y que intentó soportar con el voto masivo de las empresas de su grupo , cuyos gerentes, apersonados como representantes legales o viceversa, llegaron a emitir un voto que de poco les valió.
Hoy, y tras poco más de mes y medio de que ese proceso le fue adverso, se hace público que dichas empresas se retiran de la Cámara Nacional de Comercio de la capital chiapaneca, revelando, en principio, que don Rómulo tiene la mecha muy corta y busca salirse siempre con la suya, lo cual seguramente le ha funcionado muy bien en los negocios pero no es propio de un empresario que se pretende vender como una opción para dirigir los destinos de un estado como Chiapas.
Esta repentina decisión de las empresas de Grupo Farrera de separarse de Canaco, parece obedecer a una decisión visceral, de quien, a pesar de ya no fungir como presidente del consorcio, sigue siendo el mandamás y quien decide qué se hace ahí, como pareciera busca hacer también con los organismos empresariales, los que, al sentir que se le “rebelan”, provocan su enojo o su berrinche.
Terminé
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