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El gozo al pozo / La Feria

El gozo al pozo / La Feria
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Sr. López

 

Tío Emilio era un sapo y su esposa, la tía Elena, una beldad como de la época de oro del cine nacional, pero la naturaleza a veces sí se equivoca (contra las enseñanzas del maestro Marcelino en tercero de Primaria): tuvieron dos hijos que salieron al revés: ella, Elenita, vivo retrato de su papá; Emilito, a su mamá (predestinado, aunque lo llevaba con discreción, eran otros tiempos). Elenita, siempre que llegaba la elección de la reina de la kermés anual de la escuela, se ponía triste de hacer llorar un sauce, hasta que tío Emilio, ya la nena en tercero de Secundaria, fue a la Dirección del colegio y compró de un golpe todos los boletos de la kermés (la que vendía más era la reina, sin discusión). Fuimos todos los de la familia, para aplaudir y echar porras a Elenita que se veía resplandeciente de alegría, con su corona y cetro de diamantina y su vestido de tul y encaje, sonriendo entre las porras sinceras de nosotros y las de burla de sus compañeros. La pobrecita. 

 

El viernes pasado terminó la XXII Asamblea General del PRI, entre gritos de ¡arriba nosotros! y el obligado ¡siquitibún… a la bin, bom a la bao¡… ¡Nosotros, nosotros, ra ra ra!

 

¡Ay!, ¡qué bonito es lo bonito!, vamos a juntarnos, dijeron los tricolores y nos aplaudimos mucho, sí, y nos echamos porras… sí… y nos decimos que vamos a ganar. Sí, ¡sí!, ¡viva!, ¡viva!

 

Y los 10 mil ocupantes del Palacio de los Deportes , testigos ellos de no sabían qué (para eso están los dirigentes), mostraron su inagotable capacidad de entusiasmarse por lo que sea: ¡se ve, se siente, estamos aquí presentes!

 

Luego, ese huracán de orador que es Enrique Ochoa Reza, presidentito nacional del PRI mayordomo de Peña Nieto al frente del otrora partidazo, sin darse cuenta de la temeridad de sus palabras, bramaba: “México merece un mejor futuro” (le vayan a tomar la palabra… no juegue con lumbre); y añadió: “ganaremos las elecciones presidenciales y en las elecciones a gobernador de Chiapas, de la Ciudad de México, de Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Ganaremos la mayoría parlamentaria en la de diputados y senadores, ganaremos en los distritos de las entidades que tienen elecciones. Con el voto mayoritario, el PRI seguirá gobernando la república mexicana” (¿dijo Chiapas?, sí, dijo Chiapas… chin).

 

En la apoteosis de la Asamblea y porque el público lo pidió: don Peña Nieto en persona, sí, él, Él… ¡que suene esa banda! (no hubo), ¡que suenen las matracas! (no hubo)… ¡que pite la sirena ferrocarrilera! (no hubo)… bueno, nomás que griten (y eso sí hubo, harto grito)… ¡y aquí con ustedes!: don Peña Nieto, creador del neoPRI, hoy Uber PRI (ruta Zócalo-Los Pinos), apto para todo candidato, sea o no del PRI, quien arengó: “(…) otros abandonaron sus ideales negociando posiciones” (qué feo), en cambio él y los suyos de su pequeñísimo círculo, no abandonan ideales porque no tienen y si de posiciones se trata, dominan todas cuando están en plan de poner de buenas al tío Sam: decúbito supino -misionero-, a tergo -de perrito-, el salto del tigre -mentira, nadie lo ha intentado-, y el repertorio completo del Cirque du Soleil Kamasutra (oh, my God! –gritan los inversionistas petroleros, sin creer de lo que es capaz La Patria debidamente padroteada).

 

Don Peña Nieto provocó un reguero de flujos y emisiones; mire si usted hubiera contenido el perentorio llamado de nuestra madre natura al escucharlo decir: “(tenemos la) autoridad moral para recuperar la confianza de la gente (¡ooh, oooh!)… los militantes que actuaron mal y dañaron la imagen del partido, hoy enfrentan las consecuencias (¡mm, mmhú!)… (…) ¡México gana cuando gana el PRI! (¡sí… siií… ¡así, asiií!!)… Tenga piedad don Peña, deja usted a sus huestes agotadas por la “petite mort politique”, en ese dulce abandono no apto para ir a pelear el voto.

 

Lástima que al día siguiente, la prensa extranjera (otra vez), le vino a aguar el atole: ahora desde Brasil, O Globo anuncia que según Luis Alberto de Meneses Weyll, director de Odebrecht en México (testimonio del 16 de diciembre de 2016, ante los fiscales brasileños), les recibió y pidió “propinas” por 10 millones de dólares… Emilio Lozoya Austin, de los muy cercanos a Peña Nieto desde tiempos de la campaña, al que nombró director de Pemex el 4 de diciembre de 2012, cargo que dejó el 8 de febrero de 2016 porque tenía harto que planchar.

 

Según O Globo, el Meneses dijo: “(…) los pagos comenzaron en marzo de 2012, cuando Lozoya era uno de los principales integrantes del comité de campaña del actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto”; que en marzo de 2012 Lozoya le dio el nombre de una empresa “offshore” en las Islas Vírgenes Británicas (nada vírgenes), y que las transferencias comenzaron en abril de 2012 (plena campaña de don Peña Nieto): la primera, de 250 mil dólares; luego, de 495 mil y de 505 mil. Luego, siempre según el tal Meneses (y el O Globo), un primer pago para Lozoya de cuatro millones de dólares y:

 

“En el restaurante de un hotel de la Ciudad de México, en marzo, tres meses antes de la campaña que elegiría a Peña Nieto, Lozoya fue directo: Me dijo que, bajo el pretexto de haberme ayudado en el posicionamiento de Tula (el contrato de la refinería), entendía que era necesario un pago en su favor del orden de 5 millones de dólares” (fuente: Sinembargo, de ayer).

 

Y ¿a que no sabe qué?: en las grabaciones que le hicieron a José Andrés de Oteyza, presidente del Consejo de Administración del Grupo OHL México, dice este que el tal Lozoya Austin, siendo director General de Pemex, le gestionó una reunión con el titular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para tratar sobre una licitación que, por buena suerte, después ganó el OHL… y el director de CFE era ¡Enrique Ochoa Reza!

 

Nadie precipite juicios, recuerden la presunción de inocencia. Y se escucha el eco de las palabras presidenciales: “los militantes que actuaron mal y dañaron la imagen del partido, hoy enfrentan las consecuencias”.

 

El gozo al pozo.

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