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Ducticidio / La Feria

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Sr. López

 

Hablando de gasolinas y traiciones, se fueron consumiendo las reservas, pidieron les llenara algunos tanques y yo les vendí de a 20 litros… De pronto declara un caballero, su pelo ya eran puras canas, me dijo, le suplico caballero, que no hable en mi presencia de las ratas.

 

Una de dos: o nuestros gobernantes son una pandilla de estúpidos, o la cosa estaba gravísima. La verdad, es muy difícil pensar que nuestra risueña patria se sacó la Lotería Negra y llegaron al Poder Ejecutivo una pandilla de imbéciles de baba espesa. Eso, descártelo. La cosa estaba más grave que tía Rosita el día que presentó su ficha ante el Creador (a los 117 de edad, digo, ya le tocaba).

 

Tan grave como para llegar al extremo que se ha llegado: cancelar el suministro de combustibles por ducto y gastar 14 veces más en transportarlo en camiones cisterna (“pipas”, les decimos en México, ignorando que es casi apropiado, porque “pipa” en su tercera acepción es eso, un tonel que sirve para transportar vino o licores… y bueno, acá, para todo lo que sea aguado: petróleo, gasolina, diesel, leche…).

 

De qué tamaño será el problema como para implantar semejante medida. Primero nos informaron que era en las propias instalaciones de Pemex en donde más combustibles se robaban: mandaron soldados a cuidar que no saliera una pipa sin facturar… y luego, de repente: cerraron las válvulas de los ductos. ¿Se imagina usted al Presidente o a su gabinete del ramo, decidiendo eso sin medir consecuencias?… no, al menos este crédulo menda no concibe que se les haya ocurrido así nomás. Deben tener muy claro el costo político de dejar sin combustibles a cerca de la cuarta parte del país; deben saber el inmenso daño económico (un tanque de diesel, arrastra millones de pesos de mercancías, materias primas, etc.); la incalculable cantidad de horas/persona perdidas (éjele, de tarugo pone este López “horas/hombre” para que le digan machista las mujeristas), nomás imagine usted lo que significa en dinero cada hora de chamba menos de tantos millones de industriosos tenochcas… no, claro que antes de cerrar la llave del combustible, lo pensaron. Claro que sí.

 

Y, ni modo, a apechugar. Si este es el precio a pagar para que ya no se roben las inmensas cantidades de combustible que se robaban: lo pagamos. No se preocupe por las “benditas redes” señor Presidente: apriete aunque duela, pero que salga toda la pus (“la”, como acepta el diccionario que decimos en algunos lugares de América). ¡Pus estos! (aquí sí “pus” es una barbaridad, pero así hablamos).

 

Si por el momento es más caro el remedio que la enfermedad, no importa. Son años de robadera, es inimaginable lo que le han robado al país. Está bien.

 

Y, además, al rato, nos va a dar un gustazo a todos, saber que las armas nacionales se han cubierto de gloria, al menos contra el huachicol.

 

Un por cierto de la mayor importancia: debería la CNDH prohibir el uso del término huachicol, dicho siempre de manera despectiva para referirse a los huachichiles, parientes de los huicholes de allá de por la región de la huasteca potosina (huachichil a su vez, viene de huache, significa colorado -de ahí viene huachinango, pez rojo-, porque los de esa tribu nómada se pintaban el cuerpo de ese color, idílico grupo de pobladores primigenios, nómadas, cazadores y recolectores, ladrones  y antropófagos… ¡respetillo!). En su tiempo, allá por la Colonia, nadie los quería, aunque se les reconocía lo buenos que eran para elaborar bebidas embriagantes con casi cualquier cosa (mezquite, tuna, maguey, canela, cáscara de naranja, ciruelas, lo que fuera), llamado huachicol por eso, por ellos, y cuando los pusieron (a palos) a trabajar en los ingenios azucareros, prontito empezaron a adulterar el alcohol, añadiéndole lo que se les ocurría, resultando un producto que aparte de proporcionar sana alegría, producía temblorinas, dolorones de cabeza, ceguera y a veces, la muerte del cliente. Por eso lo de huachicolero se usa despectivamente, desde los tiempos en que éramos la Nueva España (chéquelo en San Google).

 

Bueno, a lo importante: ya déjese de burlas. El Presidente no va a acabar con los asaltos bancarios, cerrando los bancos; ni con la evasión fiscal, haciendo optativo el pago de impuestos; ni con la corrupción, dejando de ejercer el presupuesto; ni con los problemas de educación otorgando título profesional al emitir el acta de nacimiento… es cosa seria, tanto, que la solución por el momento fue dejar sin combustible a millones de personas.

 

Ya volverán las aguas a su cauce y los combustibles a los ductos… aunque les falta decirnos qué van a hacer para que una vez restablecido el servicio, los huachicoleros no vuelvan a las andadas. Sí: ya guardaron el queso y las ratas andan mareadas de hambre, pero cuando vuelvan a ponerlo en la mesa, ¿las ratas qué?

 

No es creíble que los esforzados huachicoleros, estén muertos de la pena de lo que hicieron, ni que tengan firme propósito de enmienda. Más bien al revés: van a tratar de reponer pérdidas (o sea, a robar más).

 

Esta medida que tantos problemas causa a millones de personas inocentes del huachicoleo, no es válida si en el momento de informarnos que se cerraron los ductos y que va a haber desbasto (que eso es: desabasto), la escena no se acompaña con el video de una larguísima fila de detenidos, cada uno con su policía encapuchado detrás, “presuntos responsables” de huachicolear: políticos, funcionarios de todos niveles, líderes sindicales, gasolineros, técnicos de Pemex, y súmele.

 

El pasado 27 de diciembre, el gobierno informó campanudamente, que el 80% del robo de combustibles era desde el interior de Pemex y que se redujo el atraco a resultas de la detención de tres funcionarios de Pemex Logística… o sea: el gobierno no es tonto, nosotros sí. Ahí quedó la cosa: desapareció el Monumento a la Revolución (el huachicol es más grande), y tres albañiles ya están en el bote. El tremendo juez de la Tremenda Corte declaró culpable a Trespatines por el tremendo caso de Ducticidio.

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