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Del luto a la aporofobia / Código Nucú

Del luto a la aporofobia / Código Nucú
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César Trujillo

 

En México la realidad roza lo kafkiano de forma sorprendente. Ver una marcha de luto de los que se oponen a la consulta sobre el aeropuerto y que creen que éste no debe suspenderse (pese a todos los daños que se han expuesto ya) es el colmo. Porque son los mismos que argumentan que tienen derecho a elevar la voz, pues sienten que el rumbo que está tomando la patria les “asusta”, pero que nunca lo hicieron antes cuando nos empezaron a convertir en una ingente fosa, cuando devaluaron la moneda o cuando nos relegaron a la pobreza y pobreza extrema porque así le convenía al sistema.

Argumentan que están indignados por el dinero ya invertido, pero nunca se han indignado por la marginación, por las condiciones de miseria en la que viven miles de mexicanos: ellos viven cómodamente y tienen tres comidas al día, y quizá, pienso, un cúmulo de canonjías del mismo sistema. Salen con sus pancartas frívolas, ofendidos porque les llaman “fifís”, pero hacen mutis ante la ola de suicidios de los tarahumaras que, ante la desesperación de no tener qué comer o qué darle a sus hijos, se lanzan a un barranco o se guindan de una viga antes de morir de inanición.

Esta es la doble moral que ha permeado severamente a la sociedad mexicana, al grado de armar marchas de luto por la suspensión de un aeropuerto que sabemos bien que es el pago de favores que el presidente Enrique Peña Nieto hizo a los empresarios. Esta marcha muestra uno de los rostros de la deshumanización en su grado más elevado. A las personas les duele que se “pierda” el dinero invertido (hacen como que no saben de los seguros y riesgos de inversión), pero les importa poco que no haya oportunidades laborales, que la economía esté por los suelos, que se dispare la inseguridad y que los estados estén sumidos en un impasse ingente.

Porque para los que se ponen de luto por un aeropuerto es más importante ofenderse por la suspensión de un proyecto que por las vejaciones sistémicas a los derechos humanos, por los desplazados, por la contaminación de los afluentes y mantos acuíferos, que los abusos que ha sufrido el pueblo mexicano ante una clase política que se encargado de crear y solapar a estos grupos que enarbolan la intolerancia, el odio y la segregación.

Es bastante triste ver a mujeres y hombres ataviados de negro con pancartas que llaman a los migrantes indeseables, que llaman a los pobres (o a los que respaldan al presidente electo Andrés Manuel López Obrador) chairos o hambrientos, y que abanderan la aporofobia en su máxima expresión. Como si ser pobre fuese un deseo o una elección y no formara parte de uno de los crímenes que el Estado se ha encargado de propagar.

Si bien no aplaudo las consultas a las que AMLO ha convocado porque las considero un juego de simulación política (muy mi particular visión, antes de que se desgarren las vestiduras criticando lo que pienso), creo que la forma y el fondo en el que este grupo de ciudadanos que marcharon, y que se sintieron aludidos porque “los pobres” votaron contra un proyecto fallido (sepan que no es redituable para los propios empresarios porque requiere de inversión constante y no les presenta un negocio como el que pensaron), usó el #Nomásconsultas no es el que se requiere porque su sustento es netamente aporófobo.

Así, parece que vivimos aún inmersos en siglos pasados, como en un retroceso en el tiempo donde el clasismo se muestra a todo lo que da y exhibe el ego excluyente de quienes frívolamente prefieren fijar una postura banal, que se burlan de la pobreza, que critican a quienes tienen una esperanza fincada en el gobierno que entrará en funciones en unos días más, pero que le dan la espalda a los verdaderos problemas de México.

 

Manjar

Me preguntaron qué opino sobre la intención de Enoc Hernández de ser rector de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach). Creo, y lo digo abiertamente, que Enoc es un político hábil, que ha sabido construir su imagen y entiende bien el lenguaje de la política chiapaneca. Nunca ha negado su cercanía y lealtad al gobernador Manuel Velasco, y eso le ha valido la confianza de éste a su persona. Por algo está en la Coordinación del Gabinete. Sin embargo, desde mi punto de vista, no es lo que la Unach requiere. A la universidad le urge recuperar su autonomía y dejar de ser usada como botín político, como pago de favores. Enoc conoce bien la administración pública y sabe cómo moverse en ella, pero no la parte académica, no las formas de una rectoría. No es lo mismo y seguro estoy que él lo sabe bien. El daño que le causaron a mi alma máter desde que Juan Sabines Guerrero impuso a Jaime Valls Esponda hasta Carlos Eugenio es ingente. Por eso se requiere de un rector que no vea como caja chica o con fines politiqueros a la casa de estudios. Es la única forma de poder inyectarle oxígeno verdadero. De otro modo sería condenarla a estar conectada a un respirador artificial por más tiempo y no sé si aguante tanto. #EsoDigoYo // “Qué agradable sería un mundo en el que no se permitiera a nadie operar en bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía griega, y en el que los políticos estuviesen obligados a tener un sólido conocimiento de la historia y de la novela moderna”. Bertrand Russell #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro El mundo como voluntad y representación de Arthur Schopenhauer y el disco State Of Euphoria de Anthrax. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

 

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.

 

Contacto directo al 961-167-8136

 

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