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Decisiones difíciles / A Estribor

Decisiones difíciles / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor Solo quienes han ocupado cargos con alta responsabilidad entienden los alcances de una expresión así. Ya no se diga un presidente de la República en un país del tamaño y la complejidad que tiene México. Existen dos niveles de compresión de la política: La que observa el ciudadano común, incluso los ciudadanos medianamente informados, y aquella que se observa y se vive desde los intríngulis y las entrañas del poder. Ahora que el ex presidente Felipe Calderón publica su libro “Decisiones Difíciles” creo entender la magnitud de su afirmación. Sus detractores incomodados por su postura política y sus criticas al gobierno de López Obrador, no se cansan de incriminarlo repitiendo como estribillo unos cuantos señalamientos de lo que consideran erráticas actuaciones. No robaron la presidencia… Una falacia que a fuerza de repetirse es ahora una post verdad, es el supuesto fraude electoral en 2006. López Obrador sembró en sus seguidores la idea de que se les había robado la presidencia. Para quienes vivimos ese proceso sabemos que no es así. Lo que no le perdona quizás Amlo es que, de partir de la nada en las encuestas, Calderón lo haya rebasado por una “nariz” cuando ya se consideraba inalcanzable. Primero hay que partir de que Felipe Calderón luchó contra viento y marea. No era el favorito de Vicente Fox, quien traía como su alfil al Secretario de Gobernación Santiago Creel. Felipe le renunció como Secretario de Energía. Poco tiempo después inicio una cruzada por el país en un camión que llevaba la leyenda del “hijo desobediente”. Mientras Creel confiaba en su importante cargo para proyectarse como futuro sucesor, Felipe recorría por tierra, palmo a palmo el país, en busca de los militantes del PAN para lograr su nominación en una contienda interna. Convenció a la militancia ya que Fox se apreciaba distanciado de ella. Con Creel se podía perder la presidencia y también al partido. En el caso de Felipe, aunque no ganara, se conservaría la unidad y muchos panistas optamos por eso. Calderón remonta en las encuestas… Felipe logró la proeza de ir creciendo paulatinamente en las encuestas hasta que las emparejó. Unas le daban el triunfo a López Obrador y otras a Calderón. Estamos hablando de una escalada de muchos puntos porcentuales. La tarea fue difícil porque Fox lo tuvo que aceptar a regañadientes. Sería la primera vez desde que nació el PRI y apenas un sexenio del PAN donde el presidente no designaba a su sucesor. López Obrador apenas cubrió el 30% de las casillas con representantes en esa elección. Por eso no tuvo actas a la mano para sostener su presunto triunfo. Circularon en redes algunas cuantas, con irregularidades, pero eso sucede hasta en elecciones municipales. Enmuinado por su inminente derrota y con una evidente falta de vocación democrática alegó fraude. Hizo lo mismo con Peña Nieto a pesar de que perdió por casi 3 millones de votos. No sabe perder. El Voto por voto Por eso quería que se contará voto por voto, lo cual sonaba lógico para sus seguidores, pero no estaba permitido en la ley. De acuerdo al código de elecciones solo se pueden reabrir paquetes cuando se haya presentado alguna irregularidad de las señaladas en la ley. A pesar de ello se recontaron un sinnúmero de casillas que el PRD solicitó formalmente de acuerdo a la ley. Sabían que era improcedente y sin sustento legal solicitar el conteo total. Pero en el discurso político se continuó con la misma retórica para sembrar la duda y cuestionar la legitimidad de Felipe Calderón. Lo más irónico es que en el recuento de votos, donde los representantes legales del PRD estuvieron presentes, aparecieron más votos para Calderón que no habían sido debidamente contados. Intento fallido De ahí la protesta social y la toma de la avenida Reforma que afecto muchísimos establecimientos. Luego vino la intentona literalmente de un golpe de estado, si bien no militar, si por parte de la bancada del PRD, que quería impedir a toda costa la toma de posesión sabiendo que la constitución señalaba -a la letra- que el presidente debía acudir personalmente al recinto legislativo. La hazaña fue que ante la trifulca de legisladores que querían tomar la tribuna e impedir el acto protocolario, nadie sospechó que Calderón entraría por una puerta justo atrás del pódium para que rindiera el juramento constitucional de toma de protesta. La primera decisión Una vez en la presidencia Calderón tomó la decisión de enfrentar al narcotráfico lo cual le ha concitado severas criticas como si no hubiese tenido la obligación constitucional de mantener el orden y combatir con todo el peso de la ley a la delincuencia. Fue una decisión difícil sin duda, porque si uno lee tantito la historia del narcotráfico en México, descubrirá que todos los ordenes de gobierno, incluyendo a policías, altos mandos del ejercito y la misma presidencia de la república habían tolerado ese negocio desde los años ochentas con dividendos millonarios para todos a cambio de que los carteles se mantuvieran al margen de cometer otro tipo de ilícitos e incluso coadyuvar con el gobierno para mantener el orden. En los dos primeros años de Fox se intentó actuar en contra de los cárteles, pero luego se dio cuenta que era mejor hacerse de la vista gorda para evitar una cruzada con consecuencias fatales en lo político. En el caso de Calderón no fue así. El decidió tomar la decisión difícil de enfrentarlos con toda la fuerza del estado. Se le acusó de querer legitimarse con esa acción. Pero aquí la pregunta que cabe es ¿Cuál era su obligación como primer mandatario? ¿Hacer lo que hicieron los anteriores para evitarse problemas? Y de ahí vino el problema que suscito enfrentamientos y un importante número de muertos derivado del control de las rutas de trasiego que antes literalmente coordinaban las propias autoridades. Profesionalizar a la policía A la par de ello decidió crear los órganos de control de confianza y una policía federal que exigía además de la capacitación e idoneidad, un nivel profesional de estudios. Militares y policías no idóneos fueron desincorporados de las fuerzas del orden. Se dice que de ahí encontraron cobijo en organizaciones criminales e incluso surgieron los llamados Zetas. Frenado el negocio, se dedicaron a otros delitos como el secuestro, el tráfico de personas o el cobro de derechos de piso. Se disparó entonces el número de enfrentamientos y por lo tanto el número de fallecidos. La gran mayoría, personas involucradas en actividades delictivas. Hubo desafortunadamente lo que el presidente en alguna entrevista llamó “daños colaterales”. Incidentes como el sucedido en el casino de Monterrey o los jóvenes estudiantes del Tec de Monterrey. Muertes dolorosas que le generaron muchas criticas. Las cifras… A partir de eso hechos se comenzaron a contabilizar las muertes con cargo político al gobierno. Entre un país como México y su numero de habitantes comparado con otros en latinoamérica las cifras no son dispares. En nuestro caso los homicidios dolosos se revolvieron con los saldos de la lucha interna entre los cárteles y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Se aprendió a un importante número de capos del narcotráfico. El presidente recibió incluso amenazas a su integridad personal. Siempre quedó la sospecha por la muerte de Juan Camilo Mouriño en el avionazo en que perdieron la vida otras siete personas. Fue un proceso doloroso para el presidente por alguien tan cercano. Las muertes de ahora… La cifra de homicidios se incrementó con Peña Nieto. Sirvieron como insumo político para atacar la estrategia y la decisión de enfrentar al narco. El actual presidente ofreció retirar al ejercito de las calles y atender las causas con un programa de becas para jóvenes. Becarios en vez de sicarios, decía. Y el programa se puso en marcha con apoyos para 800 mil beneficiarios. Contra lo ofrecido se creó la Guardia Nacional que generó gran polémica y ahora ante su falta de resultados, de plano se quiere usar al ejercito para garantizar la seguridad pública. Las cifras del actual gobierno se han triplicado comparadas con las de Calderón. Casi llegan a 50 mil en dos años contra las 100 mil que le achacan al sexenio del expresidente. El culiacanazo dejó en evidencia el poder del narco sobre el estado. Todo indica que ahora se apuesta a la antigua receta. Dejar hacer, dejar pasar; pero los resultados no han sido los mejores. En otro texto seguiré analizando el contraste entre las dos administraciones y otros detalles del libro que ahora causa tanto escozor entre los mal querientes de Felipe Calderón. A la hora del contraste también genera simpatías. Se trata de poner las cartas sobre la mesa. Sobre todo, ahora que Calderón se convirtió en el villano favorito de la actual administración.

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