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Con ellos y sin ellos / La Feria

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Sr. López

 

 

La abuela paterna, Elena, la de Autlán de la Grana, Jalisco, tuvo 14 hermanos varones, ella fue la única niña (en compensación tuvo 67 primas hermanas, digo). Su papá, don Guadalupe Michel, era un ranchero de cuando el sistema métrico decimal no existía (Maximiliano trató de imponerlo por decreto -15 de marzo de 1857-, pero no tuvo tiempo de hacerlo respetar, entretenido como estaba con Carlota y Juárez, que también le daba lata); el caso es que entonces las cosas se medían como dispuso el virrey Mendoza en 1536: leguas, arrobas, varas, fanegas, etc. (en 1915, en el México rural, no era rareza que en las escrituras se anotaran las medidas de los predios del modo de siempre, con su equivalencia al novedoso sistema decimal); bueno, pues don Lupe era dueño de 40 “sitios de ganado mayor”, 40 leguas cuadradas (una legua eran 5 mil varas, 4,190 metros para ser exactos), o sea: el bisabuelo tenía por ahí de 70 mil 200 hectáreas, y de ganado nunca supo cuánto. Un día juntó a toda la familia; les hizo saber que las mujeres no iban a heredar nada sino la “casa grande” y que los varones “vieran” por ellas; de las tierras, cada uno recibiría su exacto catorceavo, con el ganado que ahí estuviera; que si eran vivos, trabajarían juntos, cuidándose entre todos; y agregó algo que nunca olvidó la abuela: -… si pueden –y no pudieron: en once años de toda esa tierra no quedaba una maceta y del ganado, un burro viejo y dos perros panzones, decía doña Elena con sus ojazos sonrientes, añadiendo: -No hay clemencia para viuda guapa ni para herencia.

 

Como las noticias nacionales van por donde van, viene al pelo comentar que ayer salió a la venta en los EUA, un libro escrito por Hillary Clinton; se titula “Lo que pasó” (“What Happened”, que este López considera no significa “Qué pasó”, por no tener signo de interrogación… igual no importa). Cuenta la señora cómo estuvo la campaña contra el Trump, qué pensaba, qué sentía, sus errores, lo devastadora que fue la derrota, pero lo más importante: advierte a los ciudadanos yanquis sobre el peligro en que está su democracia.

 

Relata la señora (a saber si es cierto), que al acabar la Convención de Filadelfia en 1787, (de la que resultó la Constitución de los EUA, escrita entre el 14 de mayo y el 17 de septiembre), en la calle, frente al “Independence Hall” (el edificio donde redactó el documento ), una mujer se topó con Benjamin Franklin, uno de sus autores, y le preguntó: -“Bueno, doctor, ¿qué tenemos, una república o una monarquía?” –y, según doña Hillary, Franklin respondió: -“Una república, si pueden conservarla” (diario “The Atlantic”, edición del 17 de septiembre de 2018).

 

Sea o no cierto, vale: ¡de verdad, qué fácil es perder lo ganado! y más cuando fue conseguido con esfuerzo ajeno.

 

Está fuera de duda que en nuestra risueña patria estamos un poquito lejos del ideal democrático; que aún es aspiración tener habitualmente gobernantes presentables; que la honestidad sigue siendo anhelo en lugar de normal hábito de conducta general, especialmente entre ciudadanos y políticos (no son corruptos todos ni la mayoría -¿quién tiene la estadística?-, pero sí más de los que permiten llamar excepción a las corruptelas). Todo es cierto, pero lo que no se puede decir es que México es una birria. NO.

 

Son innegables los brutales problemas de inseguridad pública que asolan regiones enteras de la nación; es inexcusable la desigualdad que concentra en el 1% de la población el 21% de la riqueza del país, mientras 53.3 millones de mexicanos, el 46.5%, viven en pobreza. Sí, eso cierto, pero el país no es un estercolero.

 

Para ver a las claras que las cosas no van a peor y que nuestra nación no es un albañal, recapacite en que esto se empezó a construir hace apenas 89 años, en 1929. Lo de antes se nos fue en bandolerismo, guerras civiles, invasiones, dictaduras, Revolución, Guerra Cristera y conseguir ser país. Entonces éramos 15.6 millones de mexicanos, hoy somos cerca de 125 millones, ocho veces más, dicho de otro modo: en 89 años se han construido ocho países. En 1930, la esperanza promedio de vida era de 34 años, hoy son 74 añitos… y eso no cayó del cielo, es mejor alimentación y servicios de salud.

 

Hablando de salud, por poner un ejemplo: el IMSS empezó a funcionar en 1944 en un hotel rentado para atender pacientes; en 1952 se inició la construcción del primer centro hospitalario, La Raza: ¡en 1952!… a junio del año pasado, el IMSS ya tenía 1,786 hospitales (36 de ellos de alta especialidad). En 1944 el IMSS tenía 355,527 derechohabientes y hoy, más de 74 millones, atendidos bien, mal o regular, usted decida (¡esas colas, esas citas para el día del fin del mundo!), y encima: en 2017 según la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), hubo más de 14 mil denuncias en contra de médicos y hospitales, de las que 17 fueron contra el IMSS: 17 (aparte de las 3,021 quejas escritas que el IMSS informó que recibió directamente), pero tenga en cuenta que el promedio diario de consultas médicas del IMSS es superior al medio millón; que de enero a septiembre del año pasado realizó 1’092,218 cirugías, atendió 312,682 partos y realizó 141 millones 808 mil 482 estudios de laboratorio; aparte de 3,217 trasplantes de órganos. Esa es la calidad de la melcocha.

 

Y también vale no olvidar que en septiembre de 1926 se inauguró la primera carretera del país (la México-Puebla), con 120 kilómetros (km) de longitud, hoy tenemos 309,676 km pavimentados.

 

¡Ah!, pero la inseguridad y la violencia… a ver ¡qué con eso!: nada, es cierto, solo se le solicita tome en cuenta que en 1940 teníamos un promedio de 67 asesinatos por cada cien mil habitantes y ahora, con las cosas verdaderamente graves (no se puede negar), andamos en 25 (contando los de los narcos) por cada cien mil tenochcas asustados.

 

¿Sabe qué?… no somos el Edén, pero tampoco el Infierno; y ¿sabe qué más?: que los morenistas hagan bien su chamba, que cumplan, pero no nos vengan a salvar. México es con ellos y sin ellos.

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