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Columna Vertebral

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Raúl Vera
Rio Florido al igual que Agua Azul, son conflictos provocados al interior de las comunidades y organizaciones sociales, en donde sus miembros no han aprendido a ponerse de acuerdo ni para resolver sus diferencias y muchos menos para emprender un proyecto productivo que mejore la calidad de vida de sus miembros.
En Río Florido el problema es entre OCEZ y el FNLS, por un lado  el histórico líder Chema Ratón, miembro de la Casa del Pueblo de Venustiano Carranza y fundador de la OCEZ, contra Manuel Mendoza Vázquez, el Mapache líder del Frente Nacional de lucha por el Socialismo. El problema sigue siendo la posesión de la tierra, que en Carranza ha cobrado cientos de vidas, primero entre propietarios y comuneros, ahora entre campesinos, Caite VS Caite. El problema es que la carretera en este caso la de San Cristóbal-Ocosingo fue tomada por el FNLS y después retuvieron a unos policías que tuvieron la mala fortuna de pasar por esa zona y hoy fueron liberados después de 20 días de cautiverio.
En el caso de Agua Azul, los que antes se decían EZLN, se enfrentan de nueva cuenta contra los que pusieron otra caseta de cobro, y eran señalados de paramilitares, ¿quién es quién? para el caso es lo mismo, son los mismos campesinos pobres enfrentados y que a 7 años han hecho a un lado el pacto firmado,  que iba a permitir tener una sola caseta, para seguridad del turista y el control de esta iba a ser turnada entre las comunidades.
 Pero no es así, las comunidades ahora administran una cuenca deforestada y que hace dos años presentó su primera crisis seria, al haberse desviado el cause del río y dejar sin agua la cascada principal.
En los dos casos, la intolerancia es el signo y el conflicto por tierras o por el control de los recursos financiero es la constante, pero en ningún caso el tema ha sido  producir para mejorar su nivel de vida.
Seguir produciendo maíz, un poco de ganado, o cobrar la entrada sin mejorar el servicio que se presta o el medio ambiente, sigue siendo el talón de Aquiles del Chiapas del siglo XXI y la pelea entre pobres es un acto cotidiano.
Hay la creencia, ahora hasta oficial, que la pobreza franciscana evitará que el alma pura y noble de los pobres se corrompa, pero en la realidad lo único que genera es  carne de cañón que sirven para negociar.

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