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Cenizas / La Feria

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Sr. López

 

Ahora resulta que el Presidente electo, nuestro inminente Presidente, va a cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de la capital del país (cuyos contratos de inversión y ejecución siguen vigentes, por cierto), no porque técnicamente sea lo más conveniente, ni porque sea un dispendio (que no lo es), o comprometa el presupuesto nacional, sino para combatir la corrupción, pero no la corrupción en las obras que se realizan en Texcoco, sino una corrupción futura que él sabe que anida en la renegrida conciencia de quién sabe quiénes.

 

Ayer publicó un video en el que dice: “Esto tiene que ver con negocios que proyectaron a futuro. Ahora puedo decirlo, durante la consulta no podía hablar porque tenía que actuar con imparcialidad, pero en el fondo lo que estaba de por medio en la construcción del aeropuerto de Texcoco, era quedarse con los terrenos del actual aeropuerto”. Él hasta vio los anteproyectos, “querían hacer un Santa Fe”… y son más o menos 600 hectáreas el terreno del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la CdMx. ¡Dios bendito, no nos deja de su mano!: nos mandó a este nuevo San Miguel Arcángel, para echar a los reapretadísimos infiernos a esos demonios. ¡Aleluya, aleluya!

 

Y más importante que eso, sin que vaya usted a considerar una indebida corrección a nuestro Presidente electo, decir que haya algo más importante que impedir actos de futura corrupción, pero sostiene López (con permiso de Tabucchi), que sí es más importante que AMLO no sea florero, ni vaya a estar de adorno de ningún baboso corrupto en potencia. Él lo dijo mejor: “Hay que informarles -a los que andan trompudos, mal encarados, mohínos, porque les quitó un gran negocio chueco y fétido-, que ya es otro México y que yo no voy hacer florero, no estoy de adorno, yo traigo un mandato de los mexicanos, quieren que se acabe, que se destierre la corrupción y la impunidad, y me canso ganso por acabar con la corrupción”. ¡De veras que somos suertudos!

 

Después de explicarnos a todos, que los malos, malísimos, por vengativos que son (eso no lo dijo, pero se entiende), intentaron desestabilizar la economía nacional, pero no lo consiguieron y ni siquiera hubo devaluación sino un deslizamiento que ya pronto se habrá de recuperar, lo más importante es que cancelar Texcoco, impide un acto futuro de corrupción. Y luego, en sus palabras, insistió en que los contratistas no tienen de qué preocuparse: lo que iban a hacer en Texcoco, lo harán en Santa Lucía… y santas pascuas, todos en paz. De veras, qué bonito es lo derecho.

 

No sabe uno qué limpiarse primero, si las lágrimas de los ojos, las secreciones nasales o el extremo inferior del sistema digestivo: en lugar de evitar el desperdicio de más de cien mil millones de pesos (ya gastados en Texcoco), en vez de evitar poner a temblar a los inversionistas del extranjero, en lugar de seguir con las obras y el mero 1 de diciembre decretar que en los actuales terrenos del aeropuerto internacional de la capital del país quedaría prohibida cualquier inversión privada, que serían parques recreativos, universidades públicas, museos, lagos artificiales o lo que fuera, pero propiedad del gobierno federal… perdón, de nosotros, el pueblo, en lugar de eso: va a rescindir los contratos, para que siga siendo aeropuerto el vetusto edificio actual y nadie vaya a hacer negocios sucios con tierra propiedad de la federación (vetusto porque la Terminal 1 la inauguró el entonces presidente Miguel Alemán, el 19 de noviembre de 1952, digo, 66 añitos son algo). Un poco drástico. Digo, ojalá evite la corrupción del futuro, pero con este método va a cambiar trazos de carreteras, ubicación de puentes, especificaciones de compras. Ahí dígale alguien que no es bueno en lugar de fumigar, quemar la casa.

 

Dijo nuestro Presidente electo que ha sido mucho escándalo, mucha bulla, mucho ruido por este asunto… bueno, cuando menos que acepte que no es asunto menor, aunque en lo que tiene razón es que (dicho a su modo, no es cita), México no se va a acabar por esto. Tampoco hay que exagerar.

 

Lo que sucede es que, sin que vaya a decir que este menda es otro confabulado fifí, lo que a algunos preocupones nos inquieta es si su gobierno va a ser de puntadas, de ocurrencias, de decisiones personalísimas de él, tomadas con información que él ha visto y nadie más, o todo lo contrario, si de veras los actos de su gobierno van a decidirse mediante consultas populares (es que, disculpe usted, señor Presidente electo… no le sabemos a esas cosas y puestos a tachar boletas a lo loco, entonces mejor sería organizar una tómbola mensual de decisiones, para amarrar que nadie haga negocios sucios con el dinero de todos… ¡puente en tal lado, para tal empresa!… ¡pedido de tales medicinas, para tal hospital, a tal laboratorio!… ¡tren Maya a Tlaxcala!, porque puestos en plan de mal pensados, ya debe haber algún malandrín que ande comprando terrenos cercanos a las estaciones de su tren).

 

Pero, es cierto: si la cosa no pasa de esto y con lo de Texcoco sacia su alma de Llanero Solitario, no va a reventar el país… y aunque no, aunque le siga: el país aguanta, ha aguantado la hiperinflación de Echeverría, el carrusel de frivolidades y corrupción de la era de López Portillo, el brutal frenazo al salario de De la Madrid, el sambódromo de raterías del salinato, el error de diciembre de Zedillo, el Fobaproa, el Foxismo que empolló toda una nueva generación de millonarios, la guerra que Calderón empezó a lo puro tarugo… sí, el país aguanta y tanto aguantar ya no se aguanta.

 

Piénsele señor Presidente electo: usted, Madero y Fox, son los únicos tres en más de un siglo a los que el pueblo les ha entregado alma, corazón y vida. Uno lo mataron, otro se dedicó a la milonga… usted no se confíe en que aguantamos, porque después de tanto, este pueblo ya no sabe perdonar y -siempre lo mismo-, acaban su periodo tratando de hacer historia con las ruinas que ellos mismos hicieron, sin ver que ante la historia, ellos y sus actos son solo cenizas.

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