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Calando al gobierno / A Estribor

Calando al gobierno / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor
Es demasiado pronto para que ciertos grupos sociales exijan solución inmediata a sus demandas a través de la presión social al gobierno. Los bloqueos de los maestros interinos y los insufribles disque estudiantes de la Mactumatzá en el primer cuadro de la capital, además de otros bloqueos en diferentes puntos de la entidad, pretenden hacer visibles sus exigencias violando el estado de derecho y desafiando al gobierno entrante para actuar en consecuencia.
En ocasiones muchas de estas demandas tienen sustento y en otras no. Simplemente tuvieron un mal manejo político que apostó a postergar indefinidamente las soluciones que, en la mayoría de los casos, se resolvían con presupuesto público. Se actuaba administrando la papa caliente, como si las arcas públicas no pasaran una severa crisis debido al déficit que atraviesan las finanzas públicas.
El balance no es nada favorable y aún las medidas de austeridad no serán suficientes si no se hace un verdadero proceso de reingeniería financiera. Urge  sanear la operatividad del gobierno que ha sido rehén de sectores como el magisterio o el de salud que prácticamente secuestran la mayor parte del presupuesto. Paradójicamente, son las áreas más vulnerables y donde los indicadores nos ponen en la cola del desarrollo. Peso que se invierte es dinero que va a parar al bolsillo de la clase trabajadora dejando de lado la inversión en infraestructura operativa para mejorar las condiciones de la educación o los servicios de salud. Pueden faltar medicinas, equipos, camas de hospital, pero no el pago de las quincenas y prestaciones que la lucha sindical ha obtenido a cambio de arrinconar al gobierno. Tampoco hay pupitres, ni pizarrones, ni baños y ni siquiera ha habido clases por largos periodos lo cual afecta la formación escolar de nuestros infantes. El futuro pinta ominoso por el déficit escolar y de salud, por señalar tan sólo dos rubros.
También abundan organizaciones sociales beneficiarias de programas sociales a cambio de control político y con la displicencia del poder que los padece pero también los utiliza. Existe una sistemática invasión de predios urbanos que como solución exigen la legalización de lo ilegal y después la exigencia de servicios públicos a costa del erario. Lo mismo sucede con cientos de propiedades invadidas sin que los particulares tengan garantizados sus derechos constitucionalmente establecidos ante la nula acción del gobierno.
El comercio informal está presente en la mayoría de los municipios más poblados, protegidos otra vez por variopintas organizaciones sociales. En el sector transporte, la lucha es intestina por los jugosos dividendos que representa el lucro en ese sector. Hay una ausencia de estado de derecho donde los grupos de presión se dividen el territorio cual carteles de la delincuencia organizada.
Es la consecuencia de males acumulados. De la impericia o la improvisación, de la frivolidad de algunas instituciones gubernamentales. Y para eso no hay presupuesto que alcance. Chiapas es el estado que menos ingresos propios recauda en todo el país. Al mismo tiempo, uno de los mayores beneficiarios del presupuesto federal, esto sin contar los programas federales asistencialistas que mantienen cautivas e improductivas a grandes mazas sociales que sólo utilizan para traficar con votos para políticos corsarios.
Son muchos los problemas y la descomposición social, por lo que los retos de la nueva administración no son tan fáciles de enfrentar. Menos si tenemos una sociedad apática e incrédula. Si no hay ciudadanía para respaldar al gobierno en la toma de decisiones.
Por eso es tan importante que en el comienzo de esta administración se fije con claridad una postura. El Gobernador Rutilio Escandón ha señalado que atenderá la demanda social pero que prevalecerá el estado de derecho. Es la hora de dialogar sí, pero también de poner un hasta aquí para quienes acostumbran violentar la convivencia social y las normas jurídicas.
Ojalá que el gobierno actúe desde ahora con determinación y no le tiemble la mano para aplicar la ley y dejar de ser rehén de estos grupos sociales. Y si le están tomando la medida para que sepan de una vez a que atenerse, si están queriendo calar el temple del gobernante, es la hora de mostrarlo y dejar en claro cómo van a ser las cosas de aquí en adelante.
CALANDO AL PRESIDENTE
En 2013, Enrique Krauze publicó en Letras Libres: “Mi amigo Augusto Elías me contó esta anécdota que escuchó, en una alegre tertulia, de labios del ex presidente Miguel Alemán: al poco tiempo de su toma de posesión (en diciembre de 1946), el Sindicato de Trabajadores Petroleros emplazó a huelga a Pemex y amenazó con paralizar el suministro de combustible. El gobierno ofreció 10% de aumento con opción de llegar al 15%, pero el sindicato lo rehusó. Sin titubear, Alemán ordenó la movilización del Ejército, cuyos efectivos comenzaron a atender las gasolineras. Los líderes se avinieron al 15%, pero la empresa se mantuvo en el 10% original. El servicio se normalizó. Al poco tiempo, el Presidente y los líderes se reunieron a comer, para “limar asperezas”. Vinieron los brindis. “Pero si nomás lo estábamos calando, Señor Presidente”, “pues ya me calaron, hijos de la chingada”.

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