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Bien y de buenas / La Feria

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Sr. López

 

A tío Ricardo, del lado materno-toluqueño, el dinero lo correteaba. No solo heredó tres veces (pero herencias-herencias, de esas que dan ataque de euforia), sino que además cualquier negocio que pusiera le producía cataratas de dinero y por si fuera poco, hacía las inversiones más absurdas y le salían mejor que el Gordo de la Lotería. El tío nunca se casó ni tuvo novias (en su casa no tenía sirvientas, sino mocitos; en su oficina no tenía secretaria, sino secretario; las conclusiones son de usted, uno sería incapaz… es familia). El tío, por lo que nunca dijo, tenía un sobrino favorito: el impresentable primo Pepe, al que en su testamento nombró heredero universal, único. Conforme pasaban los años, los lustros y las décadas, ya rebasados los 90 de edad, era cada vez más obvia su inminente muerte y por el más genuino cariño, sobrinos y sobrinas, sobrinos nietos y bisnietos, lo procuraban, lo visitaban, lo invitaban a comer, le celebraban cumpleaños y santo (¡qué bonito es el cariño!). Pepe sabiendo que era posible alguna voltereta de testamento se cambió a vivir con él en el palacete de Altavista en que residía, ‘para cuidarlo’ (sí, para cuidar que no fuera a firmar nada y que no desapareciera nada de lo mucho muy valioso que tenía en la casa, para que se haga una idea: de Goyas a Velázquez, pasando por bocetos de Miguel Ángel). Un buen día llamó a su mamá (tía Josefina) y le dijo que tenía una noticia sobre tío Ricardo, ella, con tendencia natural a la tragedia, preguntó: -¿Falleció? –él la atajó: -No, no, pero igual de bueno –el tío había sufrido un infarto cerebral, estaba en cama irreversiblemente en calidad de colcha, no reconocía a nadie, no oía, no hablaba, no se movía. “Igual de bueno”… qué feo ser así (heredó tantos millones de dólares que… ni tan feo).

 

Ayer, con motivo del terremoto que sacudió a las bolsas de valores del planeta (la Bolsa Mexicana cayó a uno de sus niveles más bajos de su historia), y de que los financieros del mundo están al borde de un ataque de nervios, nuestro Presidente declaró, sereno y sonriendo:

 

-“(…) nosotros hemos tenido fortuna (¿nosotros, Kimosabi?… que no lo oigan los inversionistas), la suerte cuenta. Estoy seguro de que nos va a ir bien (…) hay que actuar con optimismo y ser felices (…) nosotros estamos bien y de buenas (se repite el ¿nosotros?)”.

 

Y remató de pecho nuestro Presidente (agárrese, no se responde por chipote con sangre): “Política, decía Maquiavelo, es virtud y es fortuna”.

 

Bueno… forzando un poco a Maquiavelo, sí dijo eso, pero la verdad es que no es cierto (por prudencia muy aconsejable, este menda quiere ser políticamente correcto), pero ya licúa la cerilla de las orejas tanta cita incorrecta, inventada o imprecisa de nuestro Presidente (de veras: no se puede vivir improvisando y menos, improvisando diario, aunque él afirme que lo puede hacer gracias a que ha leído mucho… pues, el caminar se demuestra andando).

 

No hay en todos los escritos de Maquiavelo esa frase. Jamás dijo esa barbaridad de que  “política es virtud y es fortuna”.

 

Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (1469-1527; Florencia), Nicolás Maquiavelo como le decimos en español (Nico, sus cuates), anota en su más conocida obra  ‘El Príncipe’ (Príncipe, el que manda, el que tiene el poder), que pasar de pelado estándar de a pie, a Príncipe “presupone virtud o fortuna” (lo que ni se parece a lo afirmado por nuestro Prin… perdón, Presidente).

 

Y hay que apurarse a aclarar que “virtud” para Nico, no es el hábito bueno, ni tiene la carga moral o ética del uso común del término, no, “virtud” para él, es la capacidad personal de usar a conveniencia propia, los acontecimientos, por cualquier medio -bueno, malo o pésimo-, para conseguir el fin deseado (o sea, Nico entendía por “virtud”, lo que le venía en gana).

 

Si no le cree a este López, revise en el “El Príncipe” el capítulo XV: “(el Príncipe) tiene que ser tan prudente que sepa evitar la infamia de aquellos vicios que le arrebatarían el Estado y evadir, si es posible, aquellos que no se lo quiten: pero, si no fuera así, que incurra en ellos con pocos miramientos (sin rubores, el Nico). Y aún más, que no se preocupe de caer en la infamia de aquellos vicios sin los cuales difícilmente podría salvar al Estado (…)”. En otras palabras: si se puede portar bien, que lo haga, pero si se hace necesario portarse mal para no perder el hueso, que no le dé asco, que se atasque.

 

Don Maquiavelo decía en cambio, que “fortuna” era el curso de los acontecimientos que no dependen de la voluntad de la persona: lo que pasa por su cuenta.

 

De esta manera, Nico sostiene que se llega a Príncipe por fortuna o por virtud y que en cualquier caso, los logros de la persona no son atribuibles del todo a la virtud (como él la entiende), ni a la fortuna. Según él, ni todo es mérito de la persona ni todo es de churro y que las dos cosas cuentan. Por eso afirma que puede darse el caso de un hombre dotado de “tanta virtud que sepa inmediatamente prepararse a conservar lo que la fortuna le ha puesto entre las manos”. Ok… y no conocía a nuestro Presidente.

 

Aclarado: Nico jamás dijo eso de la política.

 

Pero, igual: ¿a qué se refiere el Presidente con que estamos bien y de buenas?… ¿sí piensa que son tiempos para actuar con optimismo y ser felices?

 

Casi es pánico lo que domina a parte del mundo financiero ante una posible, casi inminente, recesión mundial, dado el agarrón de chongo en que están trenzados don Jinping y el Trump; y en México la economía está mal con tendencia agravar… ¿y el Presidente dice que eso es estar bien y de buenas?

 

Seguro el Presidente está informado… si a él parece que eso es estar bien y de buenas, entonces no sabemos ni sospechamos qué quiere ni cuál es su proyecto, pero nomás le falta salir a la ‘mañanera’ tocando castañuelas con un clavel reventón en la boca… feliz y optimista. A Nerón no lo entristeció el incendio de Roma, porque quería reconstruirla y viendo las llamas puede haber pensado: estoy bien y de buenas.

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