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Aves que cruzan el pantano de los medios / De Primera Mano

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Rodulfo Reyes

Andrés Manuel López Obrador incluyó en la lista de senadores plurinominales de Morena a un ex líder sindical que se exilió en Canadá tras ser acusado de desviar 54 millones de dólares en cuotas de sus agremiados. Ese hecho, que debería repercutir en su imagen, le hará, una vez más, lo que el viento a Juárez. Y es que el tabasqueño está blindado ante cualquier ataque en la prensa.

El de Macuspana está recubierto de una aureola protectora que se conoce como efecto teflón: nada se le pega.

Victimizado por los medios, el dirigente de Morena se encuentra en un momento en el que las agresiones ya no le hacen mella.

En su tercera campaña presidencial, el Peje ha tenido deslices que a cualquier otro candidato hubieran tumbado, como ofrecer amnistía a criminales y, sobre todo, trabar alianzas con personajes altamente rechazados como la ex lideresa magisterial Elba Esther Gordillo Morales.

Aun así continúa comandando el pelotón de encuestas.

López Obrador ha enfrentado campañas mediáticas desalmadas desde 1988 que dimitió al PRI en Tabasco para integrarse al Frente Democrático Nacional (FDN) encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que un año después fundaría el PRD.

Las peores embestidas las recibió en su tierra: en la campaña contra el priísta Salvador Neme Castillo, en 1988, lo menos graves que le dijeron fue “comunista”.

Hoy nadie cree lo que dicen de él. En parte porque los medios, como los políticos, han perdido credibilidad ante la ciudadanía.

Posiblemente la andanada que sí le afectó fue la que decía que era “un peligro para México”, pero esto obedeció a que sus adversarios usaron su misma voz para desmerecerlo. Frases como “cállate, chachalaca” (lanzada al presidente Vicente Fox Quesada) y “al diablo las instituciones”, atemorizaron al electorado y en 2006 se quedó a medio punto porcentual de Los Pinos.

Vaya, es posible que tampoco le resten puntos los videos que estarían próximos a aparecer, en los que, entre otras cosas, se comprueba que Morena habría recibido recursos del ex gobernador veracruzano Javier Duarte.

El caso de López Obrador evidencia que si se menoscaba demasiado a un político, el resultado puede ser a la inversa.

TAMBIÉN A GAUDIANO

En lo local, el abanderado del PRD a la gubernatura, Gerardo Gaudiano Rovirosa, ha recibido más metralla de la que se recomienda para bajar a alguien de la intención del voto.

El efecto de la guerra sucia al perredista aún no se ha medido y podría tratarse de fuego de utilería.

Los ataques a Gaudiano se habrían quedado en el círculo rojo, compuesto por sectores generalmente bien informados e interesados en política, pero que no influyen en el resultado de una elección.

Además, el nieto del ex gobernador Leandro Rovirosa Wade es un candidato “con cafeína” que tiene “la gracia del gitano”.

Habrá que esperar la segunda parte de los lances a Gaudiano y que se centrarán en su presunta relación con el grupo Cancún.

Si sus adversarios no miden los alcances de su estrategia de descalificación, es posible que terminen de convertirlo en víctima y ellos mismos le den una laqueada de teflón.

Y es que las campañas aún no empiezan y ya en el segmento del círculo rojo identificado con Morena, le están extendiendo su certificado de defunción a Gaudiano, sin tomar en cuenta que no solo Adán Augusto López Hernández es competitivo, sino también el candidato del régimen y la del PRI, Georgina Trujillo Zentella, quien puede resultar beneficiada del choque en las izquierdas.

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