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A trancas y barrancas / La Feria

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Sr. López

 

Meneado anda AMLO preparando su asunción al poder. Está bien. Recibirá el país con todo lo que está bien y mal. Al gobierno corresponde atender ordenadamente los problemas nacionales sin dejar de lado los reclamos sociales.

 

Durante su larga campaña por la presidencia, abatir la corrupción y la inseguridad, fueron el recurso discursivo más usado por AMLO, y con razón: son asuntos que han rebasado los límites de lo tolerable y en los que cualquier tenochca está de acuerdo,  aunque del combate a la corrupción, a la generalidad lo que le interesa más que satisfacer sus justicieros instintos (… mmm), es su impacto en la mejora de sus condiciones de vida: estar menos pobres y en paz, basta. No es mucho pedir.

 

Aunque les sea increíble a los apóstoles de la verdadera fe de Morena, el avión presidencial, el lugar de residencia del Presidente o la reforma energética, la verdad, la verdad, le importan poco a la gente: si los inversionistas extranjeros del ramo petrolero contratan a miles y pagan mejores salarios, harán marchas de apoyo a la reforma, porque es la hora que los mexicanos no hemos sido dueños del petróleo, jamás, que sus propietarios eran el gobierno y los altos funcionarios de Pemex y su sindicato, pero no nosotros, cautivos consumidores sin escapatoria. Si de verdad van a rehabilitar seis refinerías y construir dos nuevas, el gusto general no es porque vayamos a recuperar nuestra soberanía energética, sino porque habrá gasto, empleos y tal vez, puede ser, algún día, gasolina menos cara (que afecta los precios de todo, cosa que hubiera sido bueno le explicaran a don Peña Nieto, en su momento… ahorita no, ya para qué).

 

La población no mejora sus condiciones de vida con rebanadas de patriotismo, sino con empleos bien pagados que permitan resolver lo cotidiano: que comer  no sea motivo de ‘selfies’, que dormir bajo techo y en cama sobre piso (no en la tierra y al sereno), no sea una causa social; que meditar si se va uno del país o se mete de narcomenudista, sean locuras de esos que nunca faltan, pero no la única  opción de miles, arrinconados por el hambre.

 

Aparte de su propia importancia, estos asuntos, nuestra inseguridad y pobreza, rebasan en sus efectos las fronteras nacionales. Son motivo de preocupación fundada de nuestros vecinos del norte… y ellos esperan que el gobierno de AMLO dé resultados. Nuestras cuitas y pesares, les importan un reverendo y serenado cacahuate, ellos quieren menos migrantes ilegales, más consumidores y mucha más gente capacitada para producir. Les preocupa, mucho.

 

La pobreza en México de acuerdo a los informes del Coneval más recientes, y sin tomar en cuenta las clasificaciones de pobres, al 2016 alcanzó al 68.1% de la población… 62 millones de personas con ingreso inferior a la “línea de bienestar”. Es demasiado. Nuestra tasa nacional de pobreza nos pone, según el “CIA World Factbook”, abajo de Santo Tomé y Príncipe, 66% (islas en el golfo de Guinea, África), y Burundi, 65% (conocido como “el país más infeliz del mundo”, dominio de Bélgica hasta 1962, en el centro de África). Así estamos.

 

Sin embargo, el pobrerío nacional no es parejo. Chiapas es el campeón nacional en un penoso último lugar, con el 77.1% de su población en pobreza o miseria, siguen: Oaxaca, 70.4% y Guerrero, 64.4%; mientras las tres entidades con menor pobreza son: Nuevo León, 14.2%;  Baja California Sur, 22.1%; Baja California, 22.1%; o sea: Nuevo León está casi empatado con Francia (14%), pero mejor que los EUA y Alemania (15% y 17% respectivamente)… cosas veredes.

 

Chiapas preocupa a los EUA, mucho. No es de ahora: en 2012, el secretario adjunto de Asuntos Internacionales del Departamento de Seguridad Interna, de los EUA, Alan Bersin, declaró: “La frontera entre Guatemala y Chiapas es ahora nuestra frontera sur”; Chiapas es un asunto de seguridad nacional de los EUA. Ahí por su cuenta busque: “La otra frontera de México: Seguridad, migración y la crisis humanitaria en la línea con Centroamérica”, publicado en 2014 por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).

 

Al gobierno yanqui no le parece suficiente la expulsión de migrantes que hace nuestro gobierno federal (en 2015, los EUA deportó 15,207 migrantes de la región, mientras México expulsó a 34,513… para que le hagamos caras al imperio: estamos peor); el punto es que en Chiapas debe terminar el “sueño americano” de los migrantes centroamericanos. Si buscan trabajo y salario, que los encuentren acá y para eso, Chiapas tiene que detonar el inmenso potencial de la industria agropecuaria en el estado, desarrollarse a paso veloz, recibir ordenadamente la mano de obra migrante y ocuparla. Chiapas puede ser una entidad muy rica.

 

No dude que no quita el dedo del renglón el tío Sam: el martes 7 de febrero del año pasado (según nota de Reuters), Lori Robinson, jefa del Comando Norte estadounidense, y Kurt Tidd, jefe del Comando Sur (o sea: los comandos del ejército yanqui destinados a América), se reunieron con una delegación del gobierno federal de México, en Tapachula, en la mera frontera con Guatemala, “para discutir iniciativas de seguridad”… de seguridad de ellos, claro.

 

El ya en los hechos gobernador electo, Rutilio Escandón, recibe la entidad en ruinas. Sensato y prudente, cuenta con un bono de confianza de parte del imperio yanqui, pero les sorprende la variopinta calidad de sus cercanos: unos, gente valiosa, sí, pero otros, no tantos pero no pocos, muy conocidos y de intenciones fáciles de adivinar. Hay mucho interés en saber quiénes formarán su gabinete y el trato político que se dará a los verdaderos liderazgos en la entidad y de ellos, en especial los del sector educación: el magisterio, que ha probado ser una real fuerza político-electoral, sector monolítico y persistente, no debe quedar acéfalo a riesgo de que se salga de control y entorpezca el proyecto yanqui. El imperio está muy atento.

 

Ya se hartó el tío Sam, ahora va a imponer sus prioridades a trancas y barrancas.

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