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A trancas y barrancas / La Feria

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Sr. López

 

Alguna razón debe tener el próximo Presidente de la república para anunciar con tanto adelanto a los que nombrará para que gobiernen con él. La prudencia política de antaño, aconsejaba reservarse los nombres para evitar los ataques políticos y críticas anticipadas. Bueno, claro que el caso actual es diferente: AMLO recibió el 1 de julio un cheque en blanco de parte de la ciudadanía, que entiende poco de contrapesos y equilibrios de poder y, desesperada, entregó todo a un solo hombre. Nos guste o no, Legalito, eso decidió una arrolladora mayoría. Y él lo sabe así que no encuentra límites a sus hechos y dichos. Dios lo cuide.

 

El asunto es que ahora es extraordinariamente importante que no vaya a patinar el nuevo gobierno, porque la expectativa de los que votaron por él, es proporcional a lo que le dieron. La gente quiere todo: que se esfume la corrupción, que los funcionarios sean austeros y trabajen mucho, que se acabe la inseguridad, que venda la flotilla aérea, que no viva en Los Pinos, que desbarate el estado Mayor presidencial… que cumpla todo lo que prometió: gasolina sin gasolinazos, becas, pensiones y toda la larga lista de promesas de campaña. No la tiene fácil.

 

El gobierno en funciones, lo que ha hecho es sumarse a la decisión mayoritaria. No solo reconociendo rapidito el triunfo del que ganó, sino llevándolo a Palacio Nacional de manera que la gente viera casi casi, la entrega anticipada del poder, aparte de invitarlo a participar en eventos oficiales de la importancia de la “Cumbre de la Alianza del Pacífico”, en Puerto Vallarta (aunque luego AMLO, enchilado por la multa que le puso el INE a Morena, haya rehusado asistir, diciendo que aún no era Presidente electo… bueno, eso ya se sabía… en fin); y lo más importante que ha hecho el actual gobierno federal, fue incorporar a gente del equipo de AMLO a las negociaciones del TLC.

 

Tanta benevolencia oficial da qué pensar… porque, generosos no son. ¿No será acabar de cerrarle todo escape a AMLO?: no hay excusas, si no cumple no será por nada diferente a él mismo. El electorado le dio todo y el gobierno, también. ¿Qué más?

 

Extrañamente algo parecido al fuego amigo, aunque con las precauciones del caso, sale de entre sus colaboradores. Ayer mismo doña Tatiana Clouthier declaró que el nombramiento de Bartlett al frente de la CFE, sí, pero no (“creo que había mejores opciones”, dijo) aunque agregó que no es el “fin del mundo” (claro que no, esperemos que no sea el principio de algo que no le va a gustar a AMLO, ni a sus seguidores).

 

Luego, unos dicen que la consulta energética no será, él insiste en que sí; otros dicen que la mudanza del gobierno federal es algo que está “en estudio” y él tiene que salir a insistir en que sí, aunque ayer matizó que será para el fin de su sexenio que esté terminada (la Ciudad de México va a ver su economía al borde la quiebra… bueno, allá ellos… aunque las ciudades de los estados a las que lleguen parvadas de funcionarios y empleados rasos del gobierno, verán también muchos efectos secundarios terribles… cuidado, mucho cuidado); y aparte de todo: a ver cómo funciona un gobierno con los secretarios regados por todo el país. Había de pensarlo mejor.

 

Aparte de los inconvenientes de que sus cercanos le tomen gusto al reflector, si de algo tiene que cuidarse AMLO es de que vaya permeando en la opinión pública que Morena es el renacimiento del PRI en una de sus presentaciones. No le ayuda al inminente nuevo Presidente del país, la cercanía con Manuel Bartlett (secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid, de Educación con Salinas, gobernador de Puebla por el PRI); Esteban Moctezuma (secretario de Gobernación y de Sedesol con Ernesto Zedillo), Marcelotzin Ebrard (salinista de hueso colorado con Manuel Camacho), Olga Sánchez Cordero (zedillista de corazón); y favor de tener presente también a Napoleón Gómez Urrutia, tricolor también.

 

Cierto es que ningún partido se libra de contar en sus filas a gente que originalmente fue priista. El PRI era antes el único camino para llegar al poder o ejercer el viejo oficio de la política (casi el más viejo), así que es natural. El asunto es que con sus hechos el próximo gobierno impida que la gente imagine que le dieron gato por liebre. No anda de humor el tenochca promedio para otra jugada de ¿dónde quedó la bolita?

 

AMLO, por otro lado, parece que no piensa mitigar su afición de siempre por establecer los temas de la agenda política nacional. Se le da muy bien y consigue invariablemente ser noticia. Nada más que no es lo mismo ser un opositor recalcitrante, un Jefe de Gobierno de una entidad, que Presidente de la república. Ni se parece. Los medios de comunicación, con su mejor buena cara, son especialistas en darle hilo a los políticos en general y a los  presidentes en particular: saben que tarde o temprano se enredan. Y la prensa es inclemente con los patinazos, promesas incumplidas y contradicciones. Sería mejor si declarara menos. Sí, sería mejor, pero no será: él es así.

 

Por el otro, puede ser preocupante su aparente decisión de hacer todo lo que prometió. Claro que es bueno que sea cumplidor, pero a la hora de tomar contacto con las realidades no pocas veces muy complejas, de la administración pública, se vale decir: sí, eso dije y ahora sé que no se puede. Decir me equivoqué no es desdoro.

 

Ojalá y pronto se le imponga a AMLO la dura verdad de los asuntos públicos y se modere, y si a pesar de todo, sigue adelante con todas las ideas y puntadas que fue soltando en los decenios de campaña que hizo (Dios nos coja confesados), de repente la gente percibirá lo delgada que es la línea que separa la constancia de la necedad, cumplir con obligar e imponer el propio criterio a trancas y barrancas.

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