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A ritmo de samba / La Feria

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Sr. López

Cuando pasaba algo serio, Virgen, la abuela materno-toluqueña de este López, decía: -¡Ya sucedió! –y no lo decía mucho, sino solo cuando algo era verdaderamente grave o congestionaba los circuitos neuronales de su cerebro. Para todos en la familia era claro que si la abuela decía “¡ya sucedió!”, lo cosa era de ¡y retiemble en sus centros!

Bueno… pues ¡ya sucedió! Ayer comentábamos la pueril metida de pata de despedir a Santiago Nieto, fiscal especial para delitos electorales (FEPADE), cuando empezaba a fluir información sobre México relacionada con el escándalo internacional de los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht, como si no hubiera en nuestra risueña patria una sólida tradición de sospechar de todo lo que hace el gobierno federal.

La Odebrecht es una empresa constructora del Brasil cuyos más altos directivos están presos o sujetos a juicio por sobornar funcionarios y financiar ilegalmente campañas de políticos en El Salvador, Venezuela, Colombia, Perú, Brasil, República Dominicana, Panamá, Angola, Mozambique… y México.

El fulminante despido del fiscal contra delitos electorales, lo hizo Alberto Elías Beltrán, encargadito de despacho de la PGR. Era obvio que se iba a relacionar con lo de la Odebrecht pues dos días antes, Santiago Nieto había declarado al diario Reforma, que Emilio Lozoya Austin, quien fue Coordinador de Vinculación Internacional en la campaña a la presidencia de don Peña Nieto, lo presionó para que declarara su inocencia por el presunto financiamiento de Odebrecht al PRI. Y la explicación del despido que dio el encargadito de despacho de la PGR fue como echarle gasolina a la lumbre: “Por violar el Código de Conducta de la institución”. O sea: injustificable, porque violar el código de la impoluta conducta de la PGR, es como escupir la tilma de Juan Diego: quién se atreve a ir contra el código de conducta de nuestra sacratísima Procu. ¡Dioses!

El corrido Nieto es de pelea y se fue corriendo al Senado a decir que por favor, por favorcito, lo reinstalaran (en virtud de un artículo transitorio de la ley que faculta al Senado a ese efecto)… bueno, la cosa todavía tenía remedio: lo reinstalaban y sanseacabó. Otro trapo al canasto de la ropa sucia y ya. Uno más.

Pero, no. Hay gato encerrado.

Si con ganas de parecer muy equilibrado uno, ponía en duda que los retozos de la Odebrecht y el PRI tuvieran que ver con la expulsión del Paraíso de Santiago Nieto, ayer en la Cámara de Senadores, el PRI y su Verde aliado, urgidos de despachar la cosa, decidieron que no se estudiara el caso en la Comisión de Justicia, oyendo los argumentos de los dos (el expulsado y el arcángel protector del Código de Conducta de la PGR), para hacer su dictamen y someterlo a votación del Pleno (o sea, de todos los senadores); sino que directo se presentaran el despedido y su ejecutor ante el Pleno, alegaran cada uno lo suyo y de inmediato, ahí, en la misma sentada, se votara el asunto, lo que no suena tan mal, total, prontito que lo vean… pero que la votación sería secreta, de modo que no se sabría quienes quieren que sea removido del cargo el Nieto de la discordia.

Nada más que Dios no concede caprichos ni endereza jorobados (que se sepa, a  la fecha, ni uno), y cuando el presidente de la Cámara lo informó al Pleno, los senadores de la oposición (PRD, PAN, PT y Morena), “tomaron la tribuna”, bloquearon la sesión y anunciaron que no van a votar la Ley de Ingresos de 2018 si antes no se arregla este gratuito batidero.

La cosa es que sin Ley de Ingresos el país se para, nadie paga impuestos, el gobierno se queda colgando de hilitos y el plazo legal para que haya Ley de Ingresos vence el 31 de este mes… ¡órale!

Así quedó ayer el asunto. Se supone que hoy arreglan lo del corrido de Santiago Nieto, que un día despidieran de la FEPADE.

Es como de niños de pecho eso de la votación secreta. No es que añore uno aquellos viejos tiempos de los políticos de pelo en pecho y pistola al cinto (cuyo lema era: “¡Sí somos ¿y qué?!”), pero qué trabajo les daba a los señores del tricolor y el Verde, simplemente decir ¡que corran al desgraciado! Y punto. ¿O pensarán que si la votación es secreta nadie va a sospechar quiénes votaron porque siga corrido el corrido?… aunque, puede ser que tengan “arreglados” algunos votos de miembros de la oposición para que se quede sin chamba el Nieto y es por ellos que prefieren que se vote en secreto (son capaces de eso y más).

Decíamos ayer que este equipo político en el poder ha hecho un arte del meter la pata. Así como se endilgaron a ellos mismos lo de Ayotzinapa, por torpezas hijas de la soberbia (y del miedo), ahora lo de Odebrecht viene a ser el mazazo final al prestigio del Presidente de la república, y la puerta de posibles consecuencias judiciales a futuro, porque debe usted tener muy en cuenta que es una investigación del Departamento de Justicia de los EUA, sí señor, y esos son como Gabino Barreda: no entienden razones, por eso informaron a la comunidad internacional el 21 de diciembre de 2016, sobre la maromas y líos de sobornos de la constructora del Brasil y con la suave mano que caracteriza a los yanquis a la hora de aplicarle la ley a extranjeros (en especial a latinoamericanos), los fiscales de varios países se tuvieron que poner a meter en la cárcel a gallos de muy arriba (incluidos expresidentes de sus países, como el de Perú, Alejandro Toledo, sentenciado a 18 meses de prisión preventiva, por dar un ejemplo).

Con lo anterior basta para que nos demos cuenta los alegres tenochcas que esto pinta para ser el escándalo del sexenio, que mande al cuarto de los trebejos todas las otras travesuritas que carga al lomo el actual gobierno federal: el gobierno yanqui nos trae entre ojos y esto los hace salivar en abundancia: la investigación judicial del asunto, los datos duros e inclementes, no están bajo la potestad de nuestro aparato de procuración e impartición de justicia.

A lo mejor vemos cómo se aplica la ley con banda yanqui a ritmo de samba.

 

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