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A periodicazos / La Feria

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Sr. López                    

Tía Linda decía en serio que la familia -nuestra familia-, era la mejor familia de Toluca (y aportaba pruebas: cuántos curas -y de ellos, cuántos obispos-; cuántas monjas -y de ellas, cuántas madres superioras-; ni un solo divorcio; nadie de ‘malas costumbres’; y jamás nadie, pero nunca, en entredicho ante la ley ni ante nadie). Tía Victoria que no era tonta, cuando la oía decir semejante cosa, le decía que no fuera tonta: que de los curas, varios habían tenido sobrinos engendrados por ellos; que de las monjas, más de cuatro lo fueron solo mientras daban a luz; que de los matrimonios no opinara, que no quería darle un disgusto, para empezar, contándole de su marido; que de las costumbres ‘raras’, se acordara de Ricardo -uno que era buena persona, nunca se casó y cuando murió se supo que se pintaba las uñas de los pies-; y que si tenía alguna duda de que éramos como todos, nomás se acordara de la vida de ella misma o de Pepe, el más impresentable primo (sobrino de ellas), que tenerse pueda. ¡Se ponía la tía…!

 

En la remota infancia de este menda, se nos enseñaba que como México no había dos, que éramos el cuerno de la abundancia y que los afortunados que visitaban el país, todos, se querían quedar a vivir aquí. No era cierto. Ahora es al revés y de unos años para acá, parece que hubiera un proyecto secreto -que va avanzando-, para convencer al tenochca estándar que nuestro país es una birria: tampoco es cierto.

 

Claro que no somos sucursal del Edén… pero tampoco, filial del Infierno. México no tiene un catarrito, pero tampoco un cáncer terminal. Hay no pocos asuntos muy serios y graves por resolver; pasan cosas que no deben pasar; el desempeño general de nuestras autoridades no es para echarles porras, pero no -de ninguna manera-, estamos como para ir pensando en hacer con sus cadáveres la estatua de Robespierre. Indiscutiblemente hay tareas pendientes y hasta urgentes en cuestiones de corrupción, seguridad, educación y varias más, sí… pero tampoco somos Burundi (con menos de seis mil pesos de ingreso ANUAL per cápita y una esperanza de vida de 57 años).

 

Lo indudable es que al menos en los medios de comunicación, se ha profesionalizado el pesimismo. Vende bien. Jala ‘raiting’. Da prestigio. Y cuando alguien tiene el atrevimiento de decir algo que está bien en México o lo compara con otros países, la respuesta suele ser un extraño pronóstico económico-social en pospretérito (¡cómo estaríamos sin estos gobiernos!… sí, ¿cómo?, no sabemos porque es hacer el presente que no es con un pasado que no fue), o responden lo de ‘mal de muchos, consuelo de tontos’ (o su variante: ‘¡nomás faltaba que estuviéramos como Haití!).

 

Calientito está el tema de la inseguridad. Bueno, sin ganas de decepcionarlo, no estamos tan mal (lo que no significa que estemos bien), pero esa ansia de convencernos de que estamos instalados en la fatalidad, no tiene sustento. Si le parece que la ONU sirva como fuente de información, entérese que no estamos entre los 10 países más peligrosos del mundo (de más a menos, son: Siria, Afganistán, Irak, Sudán del Sur, Yemen, Somalia, Libia, Sudán, República Centroafricana y Ucrania); y que el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, elaboró un informe de peligrosidad sobre196 países, en el que se califica de cero a 10 (en cero los que significan eso, cero peligro), y México aparece en 5 (andar con precaución y evitar ciertas zonas), junto con Rusia, China, India, Brasil, entre otros; nada que presumir, pero tampoco desahuciados, a pesar de la barbaridad de muertes causadas por pelear la guerra de los yanquis aquí, porque es de ellos.

 

A un ocioso de nombre Martin Varsavsky, se le ocurrió sumar a los homicidios los suicidios, como indicador de que algo anda mal en los países en que mucha gente se autoasesina (aunque claro que no es lo mismo pegarse un tiro por meditada decisión propia que recibirlo muy a regañadientes), pero es interesante saber que con datos de la Organización Mundial de la Salud de la ONU, Japón es uno de los países con muy bajo número de asesinatos por cada cien mil habitantes (0.5), pero campeonísimo en índice de suicidio (23.7), lo que da un total de 24.2 fiambres por cada cien mil, y aun así, Rusia le gana con un índice de suicidio de 32.2 y un 24.3 de homicidios (56.5). México quedó en el sitio 14, con un índice del 4.1 de suicidios y un 11.1 de homicidios (tomar en cuenta que para este año ya ronda el 19, lo que nos pone en empate técnico con Japón), pero ni comparar con los 109 asesinatos (sí, por cada cien mil habitantes), en el año 2015 de El Salvador, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. ¿Entonces estamos a todo dar?… no, por supuesto que no. Pero esto no es un país que se desmorona. Ni mucho menos.

 

Dirá usted que su texto servidor sufre de un intenso ataque de optimismo imbécil, pero tampoco es eso, es que no debe uno darse el lujo inicuo de preocuparse de más:

 

El 25 de enero de 2013, en plena guerra contra el narco (¡gracias Felipito!), el periódico británico The Guardian publicó los resultados del estudio de la Universidad de Toronto, sobre homicidios por arma de fuego en los EUA, en el que se consigna que por su índice de asesinatos por cada cien mil habitantes, la ciudad de Washington D.C. es más peligrosa que todo México; Nueva Orleans iguala la cifra de homicidios de Honduras; Detroit supera los homicidios registrados en Colombia; y Nueva York, supera a Argentina 4 a 3; el mismo estudio advierte que es un poco disparejo comparar ciudades con países enteros, pero que es un indicador fiable de que se pregona equivocadamente la peligrosidad de ciertos países y se oculta la de algunas no pocas ciudades de ese país.

 

Sin embargo: debemos admitir el lado positivo de la perpetua escandalera en prensa, pues es sabido que algún porcentaje de nuestros actuales gobernantes (usted decida cuál), nomás no se mueven sin ese festivo estímulo y que solo aprenden así, como los perritos, a periodicazos.

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